Recientemente el Presidente Carlos Alvarado junto a la primera dama, Claudia Dobles, presentaron públicamente el Plan de Descarbonización de Costa Rica. ¿De qué se trata? El plan tiene como base el Acuerdo de París que busca limitar el incremento de la temperatura global por debajo de los 2°C con respecto a niveles pre-industriales. La ciencia climática es clara, para llegar ahí necesitamos a nivel mundial reducir las emisiones netas de gases efecto invernadero a cero entre 2050 y 2085. El plan tico reconoce esta meta, y establece las acciones estratégicas de corto (2018-2022), mediano (2023-2030) y largo plazo (2031-2050) necesarias para alcanzar una economía descarbonizada. Pero, ¿qué significa?
Descarbonizar la economía no es tarea simple. Para lograrlo es necesaria una transformación profunda del modelo de desarrollo del país. Por eso el liderazgo del jefe de estado es tan importante.
Concretamente, el documento abarca diez medidas de descarbonización y ocho estrategias transversales en las cinco áreas económicas más emisivas de gases de efecto invernadero en el país: transporte, industria, residuos, agricultura, silvicultura y otros usos de suelo. Por ejemplo, el plan propone, entre otras medidas, que al 2050 un 85% de la flota de transporte público sea cero emisiones; un 95% de la flota de transporte privado sea eléctrica; y que la totalidad del territorio tico cuente con soluciones para el manejo de residuos sólidos.
¿Cuánto va a costar todos esto?, ¿Quién lo pagará? o quizás más importante, ¿qué beneficios traerá la descarbonización a los ciudadanos y negocios costarricenses? Son preguntas difíciles de contestar para un plan al 2050. Son muchas las incertidumbres que hay que considerar, como es el precio de la gasolina, electricidad, o gas natural; el costo de tecnologías como vehículos eléctricos o de hidrógeno; o el costo de la infraestructura requerida para implementar el plan. ¿Cómo podemos contestar entonces esas preguntas sin recurrir a una bola de cristal?
Desde el BID estamos aplicando una nueva manera de hacer análisis costo-beneficio para analizar planes de largo plazo con múltiples objetivos y alta incertidumbre. Nos enfocamos de momento en los tres primeros ejes del Plan de Descarbonización: transporte público, transporte privado, y transporte de carga. En febrero nos reunimos con diversas instituciones públicas relacionadas con la futura implementación del Plan, sector energía, planificación, transporte, entre otros, para discutir e incorporar en el análisis elementos sectoriales de relevancia para los ejes de transporte del Plan. Con cada una de las partes interesadas conversamos sobre su visión en torno a cuatro temas: los objetivos y métricas asociadas al plan, las incertidumbres relevantes en este contexto, las alternativas disponibles para materializar los objetivos del plan y los datos y modelos disponibles en múltiples ministerios para realizar este análisis.
De estas discusiones logramos identificar las principales preocupaciones de estas instituciones. Si bien cada una analizó los ejes de transporte del Plan bajo su prisma sectorial, varias áreas comunes emergieron de las discusiones en estas reuniones. Entre los temas recurrentes se encuentran la necesidad de evaluar la eficacia de la integración del sistema de transporte público; el costo de la electrificación para los usuarios, para los operadores y para el gobierno; la oferta futura de energía del sistema eléctrico; la reforma de la estructura de tarifas; y el apetito de las empresas y los ticos para tecnologías verdes y su reactividad futura frente a sistemas de incentivos.
También resultó relevante considerar el tiempo que los ticos pierden en las presas, las economías de energía que serían posibles con vehículos eléctricos, el impacto de la gasolina sobre la contaminación local y la salud, y el costo de importar gasolina para la balanza comercial del país.
Con esa información, con la capacidad de modelación de la universidad de costa rica y la experiencia de expertos internacionales en estudios de este tipo, vamos a estructurar una estrategia analítica que explore las implicaciones de miles de futuros posibles, considerando varios ángulos diferentes del plan. En lugar de evaluar la estrategia en el futuro considerado como más factible, buscaremos estimar bajo qué condiciones el plan tiene más costos que beneficios (bajo qué precio de la gasolina, costo de las baterías para vehículos eléctricos, éxito de la reforma de los buses, etc.). Con esta información el gobierno podrá diseñar estrategias de implementación que reduzcan esta potencial vulnerabilidad y que puedan responder de manera adecuada a cambios en el entorno.
La metodología que usamos se llama Robust Decision Making (RDM). RDM se basa en un concepto simple: en lugar de utilizar modelos y datos para evaluar políticas bajo un solo conjunto de suposiciones, RDM ejecuta experimentos computacionales considerando cientos o miles de conjuntos diferentes de suposiciones para describir cómo se desempeñan los planes en muchas condiciones plausibles definidas por los tomadores de decisión. Al adoptar una visión multifacética y diversa sobre el futuro, RDM ayuda a diseñar estrategias que reducen el exceso de confianza y los efectos adversos de sorpresas en el entorno de toma de decisiones. En esencia, RDM ayuda a planificar para el futuro sin la necesidad de tener que confiar o elegir una predicción específica sobre el futuro.
El BID está orgulloso de poder apoyar a Costa Rica en su camino a la descarbonización. Este análisis ayudará a Costa Rica a implementar del Plan de Descarbonización de una manera informada y transparente, minimizando su costo para el gobierno, los usuarios y los operadores, y maximizando los beneficios del plan para costa rica. Esperamos poder darles noticias de sus resultados pronto.
Crédito de la foto: Gobierno de Costa Rica – Plan de Descarbonización
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