Mirando a los últimos 15 años del BID mejorando vidas en América Latina y el Caribe, nuestro apoyo al Plan Nacional de Descarbonización de Costa Rica se destaca como un marco para el futuro. La colaboración del BID con el Gobierno de Costa Rica muestra cómo las instituciones de desarrollo pueden promover eficazmente las sinergias entre el avance de las prioridades de desarrollo en cada sector y la alineación con el objetivo de descarbonización que los países establecieron como parte del Acuerdo de París.
¿Qué significa descarbonización a nivel de país? Descarbonizar quiere decir reducir las emisiones de carbono de los combustibles fósiles, la deforestación y los procesos industriales a niveles cercanos a cero; y usar la reforestación y restauración de otros ecosistemas con alto contenido de carbono para equilibrar las emisiones restantes.
Los expertos coinciden en que una economía de cero emisiones netas es técnicamente factible, es necesaria para contener la crisis climática y, si se hace bien, puede traer beneficios económicos netos. En un mundo marcado por la pandemia, una razón clave para adoptar una economía de cero emisiones netas es que puede crear empleo: 15 millones de nuevos puestos de trabajo netos para 2030 en el caso de América Latina y el Caribe, según un estudio reciente del BID y la OIT.
Para cosechar estos beneficios, cada país deberá diseñar su propia estrategia de descarbonización, adaptada a su contexto socioeconómico local y sus prioridades de desarrollo. El diálogo social y las consultas con las partes interesadas son clave para garantizar que la transición a una economía de cero emisiones netas promueva los objetivos de desarrollo sectorial y cree oportunidades para reducir la desigualdad socioeconómica.
El BID ha apoyado al Gobierno de Costa Rica en su objetivo de descarbonizar de muchas maneras; en conjunto, este apoyo ofrece una imagen de las funciones que pueden desempeñar los bancos de desarrollo. En 2018, comenzamos una colaboración académica con la Universidad de Costa Rica, enfocada en el uso de herramientas analíticas para evaluar hojas de ruta técnicas hacia cero emisiones netas en los sectores de energía, transporte y edificios.
Más tarde ese año, a solicitud del Gobierno, financiamos a expertos locales e internacionales para recopilar el conocimiento existente, incluido el conocimiento del BID, en cada sector e inventariar los planes de políticas en energía, transporte, edificios, política de uso de suelo urbano y rural, gestión de residuos, agricultura, ganadería y silvicultura vigentes o en discusión en el país. El objetivo era comprender mejor el impacto agregado de las políticas existentes sobre las emisiones de gases de efecto invernadero y cómo los planes sectoriales podrían extenderse a lo largo del tiempo para alcanzar colectivamente la meta de cero emisiones netas.
El Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica utilizó estos y otros insumos para discutir con otros ministerios, la sociedad civil y el sector privado, y juntos produjeron el Plan Nacional de Descarbonización lanzado por el Presidente de la República en febrero de 2019. Esta colaboración transversal entre los ministerios entre los principales grupos de interés e incluso internamente dentro del BID para brindar apoyo durante todo el proceso es uno de los sellos distintivos de un sólido plan de descarbonización.
El Plan ofrece una estrategia a nivel nacional para llegar a cero emisiones netas al 2050. Ahora sirve como base para los planes de desarrollo de muchos Ministerios sectoriales y es un insumo clave para los esfuerzos de los Ministerios de Planificación y Finanzas para coordinar políticas públicas del país. Es importante destacar que el plan proporciona un marco sistemático y cohesivo con más de 70 objetivos de 35 agencias gubernamentales y ministerios diferentes que se implementarán para 2023. Estas incluyen acciones regulatorias (por ejemplo, establecer las reglas sobre cómo se puede establecer el precio de la electricidad en las estaciones de carga de vehículos eléctricos), inversiones (especialmente para permitir el transporte público) y estudios (por ejemplo, evaluar opciones para financiar un esquema actualizado de pago por servicios ambientales). En efecto, el plan transforma el objetivo ideal de descarbonización en un conjunto de pasos a corto plazo, factibles y prácticos que debe tomar cada sector.
El plan también ayuda a los socios de desarrollo de Costa Rica a brindar apoyo enfocado donde sea más impactante. Por ejemplo, formó la base para un préstamo basado en políticas del BID que combinó la experiencia del BID en energía, transporte, uso de la tierra y gobernanza climática, y fue cofinanciado con la Agencia Francesa de Desarrollo. Los dos bancos prestaron dinero al gobierno a tasas preferenciales para ayudar a implementar la parte regulatoria del Plan.
De manera más general, el Plan permite a los bancos de desarrollo apoyar operaciones en varios sectores para avanzar con el objetivo de descarbonización del país, contribuyendo así a alinear sus operaciones con los objetivos del Acuerdo de París. Finalmente, el Plan orienta las actividades de cooperación técnica que brindan el BID y otros socios para el desarrollo, incluyendo, por ejemplo, la evaluación de los costos y beneficios del plan (que se publicará este año); la definición de nuevos modelos comerciales para facilitar la adopción de autobuses eléctricos y la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes por parte del sector privado; y la formulación de un plan integral de inversiones para priorizar las intervenciones públicas e identificar oportunidades para el sector privado.
Nada de esto hubiera sido posible sin el liderazgo del Gobierno de Costa Rica, que está demostrando que la creación de un plan de descarbonización es posible y puede impulsar prioridades de desarrollo alineadas con el logro de los objetivos del Acuerdo de París. Nuestra colaboración con el Gobierno nos ha enseñado cómo se ve una colaboración exitosa. Ofrece ideas y modelos valiosos para otros países interesados en la descarbonización.
Los bancos de desarrollo pueden jugar un papel importante en estos procesos: las colaboraciones con instituciones académicas locales pueden mejorar y adaptar las herramientas analíticas que permiten informan el debate de políticas y cuantificar las estrategias climáticas. Pueden convocar a diversos grupos de actores para forjar sinergias entre la descarbonización y las prioridades de desarrollo sectorial (como lo está haciendo el BID en Chile y Perú).
Por último, los bancos de desarrollo pueden respaldar el diseño de planes de descarbonización que permiten avanzar hacia una prosperidad libre de carbono. Pueden financiar estudios técnicos y respaldar el proceso de co-construcción en todo el gobierno y entre las partes interesadas de planes de descarbonización que establezcan una hoja de ruta en términos de reformas regulatorias e institucionales, inversiones, y estudios necesarios para llenar las lagunas de conocimiento. A partir de ahí, se vuelve mucho más fácil priorizar e implementar las reformas, inversiones y cooperación técnica necesarias para lograr los objetivos de descarbonización de cada país. ¡A trabajar!
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