El 31 de mayo de 1970, un sismo de 7.9 grados provocó que el pico norte del Huascarán en Perú se derrumbara junto con el glaciar, produciendo un ‘huaico’ de más de 15,000,000 m³ de sedimentos y masas de hielo, que descendieron a más de 200 km/h desde una altitud de 3.000 m, golpeando al pueblo de Yungay. La población de Yungay en el centro norte de Perú era en ese momento de aproximadamente 18,000 habitantes y la mayoría de ellos se convirtieron en víctimas de este desastre, donde solo sobrevivieron alrededor de 300 personas.
En la actualidad, la innovación y el uso de nuevas aplicaciones como el Sistema de Alerta Temprana (SAT) ayudan considerablemente a disminuir la pérdida de vidas humanas. Dicha tecnología permite monitorear constantemente, mediante satélites y estaciones terrestres de monitoreo, los fenómenos naturales e incluso eventos meteorológicos y climáticos. El SAT provee a los habitantes información oportuna para predecir situaciones críticas y, en caso de que estas se detecten, emite una alerta con la recomendación de dirigirse rápidamente a los centros de evacuación. Los medios de difusión utilizados para transmitir dicha información de alerta son masivos: la radio y la televisión, a través de Internet, de los teléfonos inteligentes y de las redes sociales.
El SAT se implementa con la colaboración, apoyo y participación de diversos actores, como el gobierno central y local, instituciones científicas y técnicas, escuelas y centros educativos, organizaciones comunitarias y residentes, entre otros. Gracias a esto, los residentes y los estudiantes de escuelas pueden aprender a través de talleres comunitarios y cursos en línea sobre el riesgo de desastres y cómo enfrentarlo para prevenirlo y reducirlo.
Desde hace más de una década el gobierno nacional trabaja continuamente realizando grandes esfuerzos para establecer un SAT sólido y eficiente, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha proporcionado diversos apoyos para fortalecer la gobernanza de la gestión de riesgos de desastres del país, impulsando un enfoque de inversión en herramientas digitales modernas y nuevas tecnologías, todo esto a través de una serie de tres Programas de Reducción de Vulnerabilidades ante Desastres y dos Cooperaciones Técnicas (CT) desde 2010 hasta 2014. Así, en el 2014 se aprobó el Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (PLANAGERD) 2014 – 2021, y posteriormente se aprobaron los Lineamientos de la Red Nacional de Alerta Temprana (RNAT).
Actualmente, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI) fortalece el monitoreo de los eventos climáticos/hidrometeorológicos con más de 800 estaciones meteorológicas. Por su parte, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) gestiona el sistema de alerta de erupciones volcánicas con el monitoreo en tiempo real de 12 volcanes activos al sur del país. A su vez, el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (INGEMMET) ha realizado significativos avances en el inventario y cartografía de los peligros geológicos a nivel nacional. Paralelamente, se está desarrollando una alianza público-privada para la difusión de información de alerta temprana masiva, a través de la señal televisiva en tiempo real.
El BID, con recursos financieros otorgados por el Fondo Especial de Japón, aprobó en 2020 un proyecto de CT para el “Fortalecimiento de la Red Nacional de Alerta Temprana del Perú”. En el marco de los desafíos de la región que se ven agravados por la elevada vulnerabilidad frente al cambio climático y la creciente incidencia de los desastres naturales, esta CT busca lograr una sociedad más resiliente y segura ante desastres naturales y epidemias/pandemias. A través de esta CT, el BID y el INDECI junto a otras organizaciones nacionales están trabajando para mejorar el desempeño del SAT, y la resiliencia ante fenómenos como el ‘huaico’. En particular, el proyecto aborda los siguientes puntos clave:
- Proporcionar información de emergencia a todos los habitantes, independientemente de su edad, género o lugar de residencia. La infraestructura y las aplicaciones digitales desempeñan un papel clave en el trabajo de prevención y mitigación del impacto negativo de los desastres naturales. Los teléfonos inteligentes son útiles para obtener la información de alerta, pero no toda la población tiene acceso a esta tecnología. En este sentido, las sirenas comunitarias son un instrumento complementario eficiente para proporcionar la información de alerta a todos los residentes de manera oportuna.
- Preparar los SAT para enfrentar múltiples fenómenos naturales como terremotos, inundaciones, deslizamientos, ‘huaicos’, tsunamis, entre otros. El cambio climático ha agravado la situación con nuevas amenazas, tales como la sequía, los incendios forestales, y por último las epidemias, como el COVID-19. En ese sentido, la protección de la población ante diversas amenazas debe abordarse en un sistema único, en el cual trabaje mancomunadamente la policía, el cuerpo de bomberos, las escuelas, los hospitales, las instituciones científicas y tecnológicas, las organizaciones comunitarias y locales.
- La voluntad de participar de los residentes es fundamental para un SAT exitoso. Por ejemplo, en Japón, el país más avanzado en el SAT, se ha detectado que el 70% de la población no participa activamente en los simulacros anuales de emergencias locales. Por lo tanto, es necesario crear un mecanismo para inducir o incentivar a los residentes a participar activamente en las actividades locales de prevención de desastres.
Un SAT exitoso es importante para proteger la vida de la población ante los impactos de los fenómenos naturales. Recientemente se ha avanzado bastante en el camino hacia la prevención de desastres, el BID está comprometido con la gestión del riesgo de desastres y la recuperación post pandemia, y seguirá acompañando este trabajo para incrementar la resiliencia ante fenómenos que impacten en la economía de los países de América Latina y el Caribe.
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