“Creyeron que la bala nos callaría. Pero fallaron… murieron la debilidad, el temor y la desesperanza. Nacieron la fuerza, el poder y el coraje”. – Malala Yousafzai, en su discurso en la ONU, el día de su cumpleaños número 16.
En el Día Internacional de la Mujer celebramos los logros sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres. Sin embargo, aún resta mucho por hacer para mejorar la paridad de género en muchas partes del mundo.
Si los problemas de desigualdad de género fueran colocados en un espectro, su manifestación más extrema sería la violencia física contra la mujer, incluyendo los feminicidios: el homicidio de una mujer por el simple hecho de ser mujer, privándola de su derecho humano más básico, el derecho a la vida.
En la otra punta del espectro, encontramos las pequeñas o microagresiones, como las interrupciones que sufren las mujeres en reuniones por parte de sus colegas y la subestimación de sus ideas, voz y valor económico en términos de lo que vale su trabajo. Tradicionalmente, los roles “femeninos”, como las tareas domésticas y la cocina, son menos remunerados y valorados que los roles tradicionalmente “masculinos” como la operación de maquinaria pesada. De hecho, muchas cualidades femeninas de la personalidad están desvalorizadas en nuestra cultura.
Lo que es más, las críticas a su “estridencia”, al tono de sus voces o a sus estilos de expresión personal, si bien no constituyen un visible acto de violencia, vuelven a las mujeres y niñas más vulnerables a la violencia auténtica ya que debilitan su capacidad de hablar por ellas mismas cuando alguien se les acerca agresivamente o las maltrata.
Una manera de encarar la desigualdad de género es a través de programas de Seguridad Ciudadana. Estos programas ofrecen la oportunidad de mejorar la forma en que se obtienen y analizan las estadísticas de crimen y violencia y promueven la seguridad pública mediante información más precisa. En Argentina, por ejemplo, existen pocos datos acerca de los crímenes y victimizaciones en el país, lo que dificulta conocer la magnitud de los más apremiantes problemas que amenazan la seguridad de la gente o hallar cómo solucionarlos.
Lamentablemente, ya sabemos que la violencia contra la mujer es uno de los problemas de salud y seguridad pública más críticos que enfrenta el país y quizás también la más severa amenaza a los derechos de la mujer. El inmenso movimiento social #Niunamenos ha surgido como respuesta y exige tomar acciones que detengan las numerosas formas de violencia que ocurren con demasiada frecuencia contra mujeres y niñas en Argentina y el mundo.
A pesar de que es de conocimiento público que este tipo de violencia ocurre con regularidad, hay pocos datos para ayudarnos a comprender la frecuencia, gravedad y tipo de violencia que sufren las mujeres en Argentina. La Base de Datos Mundial de ONU Mujeres acerca de la Violencia contra las Mujeres indica que las “Estadísticas Nacionales Oficiales No están Disponibles” para tres clases de violencia contra las mujeres: Violencia Física o Sexual por parte de un compañero sentimental en algún momento de su vida, Violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental en los últimos 12 meses, y Violencia sexual por parte de un no-compañero en algún momento de su vida.
La Política de Igualdad de Género del Banco Interamericano de Desarrollo (OP-761) llama a las operaciones a asegurar que los proyectos financiados por el Banco:
- No reproduzcan ni agraven la desigualdad de género;
- No excluyan a las mujeres de los beneficios de estos proyectos; y
- Desglosen datos para comprender temas como la violencia contra la mujer.
Por tal motivo, los especialistas en Política de Género en programas de seguridad ciudadana están trabajando para supervisar la preparación de instrumentos financiados por operaciones del BID para el seguimiento de crímenes, y la inclusión de indicadores para medir la violencia contra las mujeres.
La Iniciativa Regional de Información sobre Violencia contra las Mujeres ofrece apoyo a países interesados en diseñar y llevar adelante encuestas para comprender la violencia contra el sector femenino. Las disposiciones de las salvaguardias de la Política de Género pueden fortalecer la preparación de instrumentos y protocolos para la recolección de datos y ayudar a garantizar que se preserve la confidencialidad de la delicada información que brinden las mujeres en sus respuestas y que ésta no pueda ser utilizada en su contra por agresores u otros miembros de sus comunidades. Los especialistas en salvaguardias y en las secciones de integración de la Política de Género también ofrecen orientación técnica para garantizar la disponibilidad de canales seguros y confidenciales para las mujeres que respondan a las encuestas. Otras medidas pueden incluir:
- Capacitación adicional para miembros de la policía en cuanto a la adecuada respuesta a la violencia contra la mujer cuando les sea reportada; y
- Capacitación de género para hombres y niños en las comunidades que sufren frecuentes reportes de violencia contra las mujeres, para atender y corregir las actitudes misóginas que puedan haber aprendido u adoptado a lo largo de sus vidas.
Contar con datos fiables sobre violencia de género representa un enorme paso hacia la protección de los derechos de la mujer que, como sabemos, son derechos humanos. Al aplicar la Política de Género para prevenir daños contra las mujeres, los programas de seguridad ciudadana ofrecen una valiosa oportunidad para aportar a los agentes de la seguridad pública, trabajadores sociales, ciudadanos y organizaciones de servicios, la información que necesitan para poder proteger a mujeres y niñas.
¿Qué desafíos ha enfrentado en la aceleración de la paridad de género? ¡Cuéntenos en los comentarios!
Visite el sitio web del Día International de la Mujer para brindar apoyo y #BeBoldForChange.
“Creative Commons #NiUnaMenos” por Magalí Iglesias está licenciado bajo CC BY-NC-ND 2.0
Alexandra Sasha Clarke dice
The ability to be able to March with thousands of men, women, and even children in the Ni una menos movement is something I won’t forget in the near future. Yet the struggle for gender parity in Argentina stretches beyond the highly publicized cases of violence against women and instead permeates many aspects of society.Machisimo still hangs in the air in Buenos AIres, from treatement in el ambiente laboral to reproductive rights. Women have begun to speak up, begun to react, and hopefully with this and more voices expressing concerns there will be data available to allow significant advancement in gaining much needed gender equality.