Ayer fue el Día del género en la COP 19. La jornada estuvo repleta de actos dedicados a dialogar sobre la igualdad de hombres y mujeres en las negociaciones y la financiación climática, el empoderamiento de la mujer en las actividades de adaptación y mitigación e, incluso, se ha presentado el primer índice sobre género y medio ambiente que clasifica a 72 países y en el que Islandia lidera la clasificación.
Pero, ¿por qué hablar de género en cambio climático? ¿Realmente hombres y mujeres sienten los impactos de sequías e inundaciones diferente manera?¿Obtienen distintos beneficios de las actividades de mitigación ? ¿Contribuyen de distinta forma a la emisión de gases de efecto invernadero? La respuesta a todas estas preguntas es sí y hay muchos ejemplos que así lo demuestran. Veamos algunos de ellos.
Guardianas del agua
En la mayoría de los hogares a los que no llega el agua potable, las mujeres y las niñas son las encargadas de acudir diariamente a buscar agua para el aseo y la alimentación de su familia. Los largos periodos de sequía potenciados por el cambio climático producen que esas mujeres y niñas tengan que buscar cada vez más lejos el agua de sus hogares. En algunos lugares del mundo llegan a caminar más de seis kilómetros diarios cargando 15 litros de agua. Al aumentar el tiempo dedicado a acarrear agua, las niñas dedican menos tiempo a asistir a la escuela y las mujeres tienen menos tiempo para dedicarse a actividades productivas que les permiten mantener a sus familias. Además, al alejarse de sus poblados aumentan los problemas de seguridad para estas mujeres y niñas que en ocasiones sufren asaltos y violaciones.
El viento no sopla igual para las mujeres
La energía eólica es una de las energías renovables que más empleo genera. En 2011, el número de trabajadores en todo el mundo era superior a 670.000 con un crecimiento anual del 17,2% desde 2007. La mayoría de este empleo, concretamente el 75%, es ocupado por hombres, un porcentaje que demuestra que las mujeres no se están beneficiando de la creación de empleo generada por el uso de energías que ayudan a mitigar el cambio climático.
Los motivos por los que las mujeres no participan en el sector son varios: la escasa participación de las mujeres en determinadas áreas de la educación superior técnica, los estereotipos de género del mercado de las energías y la discriminación hacia la mujer en las prácticas de contratación del sector.
Contaminamos menos
En Europa existen diversos estudios que muestran que las mujeres emiten menos gases de efecto invernadero a la atmósfera que los hombres debido a sus diferencias en hábitos de consumo, uso de energía y de transporte. A grandes rasgos podríamos decir que las mujeres utilizan más el transporte público, realizan un uso más moderado de la energía en el hogar, consumen menos alimentos y están más predispuestas a cambiar sus hábitos de consumo para reducir su huella de carbono. Por ejemplo, son más proclives a comprar productos orgánicos o ecológicos, un dato muy relevante en un mercado como el de la OCDE donde en algunos países las mujeres toman 80% de las decisiones de compra del hogar.
Estos y otros muchos ejemplos evidencian porqué es importante incluir una perspectiva de igualdad de género en todas las actividades relacionadas con el cambio climático, si lo que queremos lograr es no sólo una reducción de emisiones a la atmósfera, sino un desarrollo sostenible y una disminución de la pobreza.
Síguenos en Twitter @BIDcambioclima
Leave a Reply