Estamos a unas pocas semanas de que comience el mundial de fútbol y nosotros no queremos perdernos el partido más importante: el partido contra la deforestación. En Guatemala, se pierden por año 115,000 hectáreas de bosque, lo que equivale a 450 campos de futbol cada día. Impresionante, ¿no? Aunque es un país que todavía conserva el 34% de sus bosques, con este ritmo de deforestación, en un período de 30 años habrá perdido su totalidad.
Honduras y Nicaragua sostienen tasas similares de deforestación y lo mismo ocurre con otros países Centroamericanos. Lamentablemente, El Salvador ya perdió todo su bosque. A nivel mundial, el 65% de la deforestación ocurre en Latinoamérica, y por tanto, es la región en donde se genera el mayor porcentaje de emisiones proveniente de la deforestación que contribuyen al calentamiento global. No es coincidencia que los países de América Latina hayan incluido este sector, como pilar fundamental dentro de sus Contribuciones Nacionales Determinadas (NDCs, por sus siglas en inglés) en la lucha contra el Cambio Climático como parte del Acuerdo de París.
¿Qué es lo que promueve la deforestación en Centroamérica? La primera idea que puede surgir por asociación es que la deforestación está vinculada a la pobreza debido a la habilitación de tierras para la agricultura de subsistencia. Seguramente hace tres o cuatro décadas esto era totalmente cierto. Pero ahora, si bien hay algunos factores que están vinculados a la pobreza como lo es el consumo de leña, en Centroamérica los principales motores de la deforestación provienen de actividades como monocultivos extensivos (por ejemplo palma africana) y ganadería extensiva.
Aquí la pregunta clave para ganar este partido es: ¿Qué esfuerzos y actividades puede realizar un país como Guatemala para enfrentar el problema de la deforestación?
La respuesta está ligada a lo que el país ha estado realizando durante los últimos 25 años: diseñar e implementar políticas enfocadas a empoderar actores locales que poseen interés en proteger los bosques (agua, los alimentos, la madera, etc.) y la voluntad política del gobierno que ha ayudado a atenuar el avance de la deforestación. Miremos con más profundidad estas actividades:
- El gobierno, a través del Instituto Nacional de Bosques, realizó inversiones por casi USD 400 millones para promover la recuperación de la cobertura forestal y el manejo de bosques naturales mediante los programas de incentivos forestales. Más de 1 millón de personas se vieron beneficiadas y se incentivaron más de 400,000 Ha.
- Se implementó un sistema de áreas protegidas que es manejado por comunidades y coadministradores (organizaciones no gubernamentales), en donde más de 800,000 Ha de bosque fueron protegidas y manejadas.
Este tipo de gobernanza y participación local es lo que Guatemala ha utilizado para construir la primera versión de su Estrategia Nacional para la Reducción de Emisiones por Deforestación Evitada y Degradación de Bosques (ENREDD+). Dicha estrategia fue lanzada recientemente y plantea reducir la pérdida de bosque natural (detener totalmente la deforestación en zonas núcleo de áreas protegidas) y duplicar el área cubierta por programas de incentivos (recuperar hasta 20,000 Ha anuales). Estas metas estarán apoyadas por unos USD 25 millones anuales adicionales de financiamiento público, así como el aporte de fondos climáticos como el Programa de Inversión Forestal (FIP) y el Fondo Colaborativo para el Carbono de los Bosques (FCPF), los cuales Guatemala está accediendo con apoyo del BID.
Crédito de la foto: DEZALB
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