Para las poblaciones urbanas, los manglares suelen ser lugares poco acogedores, llenos de mosquitos, lagartos y lodo. Sin embargo, después de medio siglo de investigaciones ecológicas, sabemos que los bosques de manglar tienen un gran valor, brindando una variedad de servicios ambientales tales como criaderos de peces, crustáceos y moluscos, proveyendo alimentos y plantas medicinales, brindando protección contra desastres naturales. Además de estabilizar las costas, son una fuente de materiales para la construcción, y constituyen sitios de valor cultural y religioso para poblaciones indígenas, además de servir como sitios de recreación e interés turístico. Adicionalmente, estos bosques fijan – en la totalidad de la biomasa encontrada en la superficie y el suelo – hasta cinco veces más CO2 que los bosques de tierra firme – siendo un servicio ambiental invaluable de mitigación de gases de efecto invernadero.
Según la FAO, Honduras pasó de tener aproximadamente 297,800 ha de manglar en 1965 a 78,668 ha en el año 2000, una reducción del 73% en 35 años. La pérdida de cobertura de bosque de manglar en el caribe hondureño se debe principalmente a la expansión de actividades de cultivo de palma africana, la ganadería, el desarrollo de infraestructura turística y la tala ilegal. A esto se suma la débil gobernanza, como una causa subyacente de la deforestación y la degradación de bosques y los recursos naturales en general.
Para ayudar a contrarrestar esta tendencia, el BID implementó el proyecto “BID-Manglares”. Este proyecto aportó insumos técnicos y de fortalecimiento institucional al proyecto Mi Pesca, a ser ejecutado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN).
El proyecto trabajó con insumos de investigación, realizando un inventario de los manglares en la zona de la Moskitia, y se enfocó en apoyar al Comité Técnico Nacional de Humedales, con el mandato de velar por el buen uso y protección de los estuarios y áreas donde se encuentra el manglar. Este comité coordina el uso sostenible de los recursos marino-costeros y propició la reactivación de los comités regionales incluyendo el Comité Regional de Humedales de la Moskitia, el cual tendrá a su cargo el monitoreo de manglares respondiendo al interés del pueblo Miskito, reconocido formalmente por el Estado Hondureño.
La región Moskitia, ubicada al noreste del país, se caracteriza por un ecosistema lagunar salobre por el Mar Caribe, y está habitada en su mayoría por la comunidad indígena Miskita (96%) así como indígenas Tawahkas y Pech, cuya principal actividad económica es la pesca. Esta región representa el 15% del territorio hondureño, constituye un pulmón natural de Centroamérica siendo el segundo bosque tropical húmedo más importante de América Latina y el Caribe.
El proyecto BID Manglares, junto con la FFLA[1], desarrolló un trabajo de capacitación de los actores locales en temas de buena gobernanza, reducción de la conflictividad y acción sin daño, a través de cinco talleres participativos. Los talleres se llevaron a cabo en tres localidades del Caribe Hondureño y contaron con la participación mayoritaria de miembros y líderes de las comunidades Miskitas organizadas alrededor de MASTA.[2] También participó el BID, la cooperación internacional, funcionarios de gobiernos locales y de la Nación.
Los talleres permitieron priorizar los cuatro principales conflictos que los actores locales enfrentan, y brindaron un espacio para identificar a los actores asociados con estos conflictos y esbozar estrategias de negociación. Los principales retos son: 1. La disminución de los recursos pesqueros; 2. la necesidad de fortalecer las capacidades de control y supervisión y mejorar la coordinación entre las autoridades locales y los consejos indígenas; 3. mejorar la seguridad ocupacional de la pesca y el buceo artesanal; y 4. delimitar y zonificar zonas marinas. Sobre esta base, los participantes elaboraron mapas de gobernanza donde identificaron los conflictos, mapearon los actores asociados, así como sus intereses. El mapeo de actores también permitió esbozar estrategias de negociación y agendas de trabajo para procurar soluciones pacíficas a los conflictos identificados.
La creación de la Asociación de Pescadores Indígenas Miskitos Hondureños (APIMH) fue un resultado positivo e imprevisto de los talleres,aglutinando seis consejos territoriales indígenas y ofreciendo un interlocutor significativo para la gobernanza de los recursos naturales en la Moskitia Hondureña. Los participantes mostraron un alto grado de satisfacción y entusiasmo con el enfoque y el trabajo de FFLA y BID-Manglares.
El manejo sostenible de los recursos marino-costeros representa un gran desafío en zonas como la Moskitia, de difícil acceso y escasa presencia del Estado. El proyecto dio pasos significativos hacia el fortalecimiento de la gobernanza y durante los próximos cinco años se espera que el proyecto Mi Pesca consolidará este proceso y tendrá un impacto positivo y duradero en el uso de los recursos marino-costeros y los medios de vida locales.
[1] Fundación Futuro Latinoamericano.
[2] Miskitu Asla Takanka.
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