En marzo de este año, mis compañeros de trabajo y yo tuvimos ocasión de observar la reluciente playa de arena blanca en el Parque Nacional Three Bays. El paisaje era pintoresco y parecía reflejar una interacción armoniosa entre la gente y el medio ambiente, mientras los pescadores reparaban sus botes desvencijados, las mujeres atravesaban la playa en marea baja cargando la pesca del día sobre sus cabezas en delicado equilibrio, y sus hijos jugaban en la arena.
El parque alberga a uno de los más grandes ecosistemas de manglares y arrecife de coral de Haití. Fue creado en el año 2013 para proteger la biodiversidad costera y marina en las bahías de Limonade, Caracol y Fort Liberté. Abarca 75,618 hectáreas de ecosistemas costeros y marinos, incluidas 5,240 hectáreas de manglares, 30 km de arrecifes y 5,000 hectáreas de pastos marinos.
Los bosques de manglares no solo protegen a las comunidades costeras de oleajes por tormentas como parte de ricos ecosistemas, sino que también actúan, junto con las praderas marinas, como áreas para la cría de especies de peces oceánicos y de arrecife y otros tipos de vida marina.
Sin embargo, los ecosistemas en el área de Three Bays enfrentan dos importantes amenazas humanas: la sobrepesca y la tala de árboles de manglar, los que se venden para la producción de leña y carbón.
Los pescadores nos informaron que la pesca se hace cada vez más difícil, en especial la de peces adultos. Pero los mismos pescadores contribuyen al debilitamiento de su propio oficio, ya que las redes que utilizan capturan peces antes de que sean lo suficientemente adultos como para reproducirse. Debido a que los peces escasean, los habitantes recurren a otras actividades para ganar dinero, tales como la tala de árboles de manglar para venderlos a los productores de carbón y leña, o la tala de secciones enteras del bosque para la producción de sal. Este proceso deteriora aún más el ecosistema que actúa como zona de cría de tan amplia vida marina.
Así, el ciclo viscoso de pobreza y degradación ambiental continúa.
Las medidas para proteger la biodiversidad costera y marina en el parque deben estar acompañadas de acciones para mejorar el bienestar de las comunidades adyacentes a las áreas marinas y para aumentar la seguridad alimentaria entre comunidades pesqueras locales. Con estos objetivos en mente, el BID respaldará iniciativas para proporcionar a la comunidad local otras opciones de subsistencia, y así aliviar el impacto sobre los manglares y sobre las decrecientes reservas de peces.
Mientras caminábamos a lo largo de la costa, observamos a una niña pequeña que miraba a su madre preparar un zangi (anguila) recién capturado, aplicando una técnica tradicional desconocida incluso para mis colegas haitianas. La supervivencia de las tradiciones y prácticas culturales de esta comunidad pesquera dependerá de la preservación del ambiente costero y marino, así como de una gestión exitosa de la conservación en el Parque Nacional Three Bays.
Si Haití consigue proteger los manglares y logra promover prácticas pesqueras sostenibles, algún día la pequeña niña podrá transmitir a sus hijos las tradiciones practicadas por muchas generaciones de comunidades pesqueras.
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