La conversión de bosques en tierras agrícolas y pastizales es una grave amenaza para la biodiversidad en América Latina y el Caribe . La deforestación así como las prácticas de tala y quema despojan a los suelos de sus nutrientes además de su capacidad para retener el agua. Esto da lugar a la erosión del suelo y la degradación de las cuencas hidrográficas, lo que a su vez pone en riesgo la productividad agrícola y los sistemas ecológicos. Sin embargo, en la lucha por encontrar una manera de mantener la cubierta forestal al tiempo que se impulsa la producción de alimentos, la agroforestería (o agrosilvicultura) surge como una alternativa viable particularmente atractiva.
Definida en términos generales, la agroforestería es un sistema agrícola donde se cultivan varios tipos de árboles como árboles frutales, café, cacao o forestales en las mismas parcelas junto con otros cultivos y / o pastos. Los beneficios de la agroforestería son múltiples. Ayuda a los agricultores a diversificar su producción agrícola y fuentes de ingresos, a la vez que les proporciona una fuente sostenible de madera para combustible y material de construcción. Con árboles y arbustos leñosos integrados en los paisajes agrícolas, el suelo es más fértil y los rendimientos de los cultivos aumentan. En los sistemas agroforestales, los residuos de los árboles se transfieren al suelo a través de la fruta y las hojas caídas, compartiendo así nutrientes los árboles con los cultivos. Las raíces de árboles son también capaces de bombear nutrientes del suelo profundo y proporcionar un hábitat para los microorganismos que fijan el nitrógeno, proporcionando así un tipo de fertilización natural. Esto conduce a mejoras significativas en la productividad agrícola.
La agroforestería también ayuda a los agricultores a diversificar tanto producciones agrícolas como fuentes de ingresos. En efecto, algunos árboles de las parcelas agroforestales pueden proporcionar a los agricultores una fuente sostenible de madera para combustible o para material de construcción.
Además de mejorar la calidad del suelo, los paisajes agroforestales fortalecen los servicios esosistémicos, tales como refugiar del viento, proteger la biodiversidad, el secuestro de carbono y el control de inundaciones. Este último punto es por ejemplo crucial en un país como Haití, donde los deslizamientos de tierra e inundaciones a menudo ocasionan una severa erosión, provocando periódicamente importantes pérdidas humanas y económicas.
La agroforestería ha sido utilizada durante mucho tiempo en las regiones montañosas de Haití. El jardín criollo, o jaden lakou (en criollo haitiano), ha sido central para la agricultura haitiana, proporcionando a los agricultores una fuente de ingresos, seguridad alimentaria y madera. Estos jardines de usos múltiples se basaban inicialmente en la producción de café, banano, panapén y cacao, pero también se plantaron árboles frutales como el aguacate y cítricos. Los árboles leñosos, como la casia, la catalpa de Haití, el pino australiano y el cedro han servido como fuente de leña y madera. Otras plantas como la jatrofa también han sido aprovechadas para elaborar las cercas de lotes agrícolas.
Desafortunadamente, la prominencia del jaden lakou ha disminuido a medida que diversos factores (entre los que se hayan la producción de alimentos básicos y necesidades cortoplacistas) aumentaban la presión sobre estas parcelas. Sin embargo, con base en la experiencia local haitiana con este tipo tradicional de agricultura, la promoción de la agroforestería como gestión sostenible de los suelos y del bosque (SLFM, por sus siglas en inglés) es una respuesta natural frente a la degradación de los suelos y aguas del país caribeño. Durante la última década, el jaden lakou ha vuelto a emerger lentamente de la mano de proyectos de desarrollo rural. Un estudio estima que la cubierta forestal de Haití era del32,4% en 2011 (si se usa la clasificación de cubierta forestal de la FAO, el número baja a 29,4%). También se estima que más del 75% de estos espacios están constituidos por especies arbóreas de uso práctico, plantadas por los agricultores.
Sin embargo, los costos de la implementación de sistemas agroforestales son altos, incluyendo los costos de oportunidad de sembrar menos cultivos de primera necesidad. Por ejemplo, las plántulas, la preparación de los suelos, las semillas y los tratamientos fitosanitarios para una parcela de una hectárea cuestan alrededor de 2.000 $US. Es por ello que a menudo los agricultores no pueden permitirse la adopción de prácticas agroforestales por su propia cuenta. En este contexto, los subsidios pueden ayudar a eliminar la restricción de liquidez. Existen tres proyectos que pueden ejemplificar esta tendencia: el Proyecto de Gestión Sostenible de Tierras en las Cuencas Altas del Sudoeste de Haití, el Proyecto de Transferencia de Tecnología para Pequeños Agricultores y el Programa de Mitigación de Desastres Naturales. Los tres muestran cómo los sistemas agroforestales han sido financiados y utilizados en Haití para proteger los servicios de los ecosistemas así como para proporcionar una diversificación de ingresos a los agricultores.
En el suroeste de Haití, el fortalecimiento de los sistemas agroforestales está siendo usado para proteger una cuenca superior y todos los servicios ecosistémicos asociados a su existencia. El Parque Nacional Macaya sirve de nacimiento de siete cuencas de la zona suroeste. La zona ofrece servicios ecosistémicos clave de los cuales muchas familias dependen, al tiempo que sirven igualmente como una fuerza en contra de la erosión y la degradación del suelo. El Parque Nacional Macaya, uno de los últimos bosques primarios de Haití (declarado Bioreserva Nacional), es también el hogar del petrel negro, un ave marina amenazada del caribe de la cual solo se conocen tres áreas de reproducción en el mundo.
El Proyecto de Gestión Sostenible de Tierras en las Cuencas Altas del Sudoeste de Haití busca contener la rápida degradación ambiental de la parte superior de las cuencas hidrográficas de la región de Macaya. Para lograr este objetivo, el Parque Nacional Macaya ha sido declarado área protegida, en donde se prohíbe la tala y la agricultura. Por otra parte, la agroforestería y otras prácticas SLFM han sido promovidas en las zonas contiguas al Parque. Éstas son una manera de reducir la presión sobre los recursos naturales del Parque, de diversificar las fuentes de ingresos y proporcionar incentivos para el desarrollo de otras actividades económicas diferentes a la tala. En efecto, la tala de pinos es una gran amenaza para el Parque, ya que puede generar hasta tres veces los ingresos derivados de la agricultura.
En diversas áreas montañosas y semi-montañosas de todo el sur y norte de Haití, el Ministerio de Agricultura también ha promovido la adopción de sistemas agroforestales y una gestión sostenible de los suelos a través del Programa de Mitigación de Desastres Naturales (PMDN) y del Proyecto de Transferencia de Tecnología para pequeños agricultores (PTTA por sus siglas en inglés). Como se describió anteriormente, las pequeñas explotaciones agrícolas haitianas son a menudo incapaces de adoptar prácticas de agricultura sostenible. Esto principalmente por dos razones: los altos costos iniciales y el hecho de que las plantaciones o cultivos perennes (como el café) generan pocos beneficios a corto plazo. Es por ello que los agricultores terminan cultivando productos como el frijol, maíz y guisante en laderas en las cuales se agrava la erosión de los suelos. El Ministerio de Agricultura ha buscado, a través de la distribución de subsidios innovadores, de mejorar la productividad agrícola y los ingresos de los agricultores al tiempo que fomenta la preservación del medio ambiente.
Aunque está claro que la promoción de la agroforestería tiene un potencial para rehabilitar los suelos degradados, para diversificar los ingresos de los agricultores o inclusive para acompañar los esfuerzos de reforestación, se necesita más investigación agrícola. Ello ayudaría a mejorar tanto la capacidad de resiliencia y la rentabilidad de este tipo de prácticas como a ampliar la lista de paquetes de tecnología agroforestal disponibles. Esto último para que reflejen la gran diversidad de los entornos agroecológicos que hay en Haití. Se deberían igualmente dedicar esfuerzos adicionales al desarrollo de herramientas sencillas destinadas a medir las externalidades ambientales de las prácticas agroforestales.
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