La cobertura de servicios de salud sin calidad es un desperdicio de recursos y un daño a la salud de la población. Sin calidad, en el 70% de los casos en los que la gente muere en establecimientos de salud, la causa no radica en no haber llegado a tiempo , sino en haber recibibido atención de mala calidad. ¿Cómo cambiar esta realidad?
La pandemia de COVID-19 visibilizó la precariedad de los servicios de salud. Enfrentamos una crisis sanitaria que consumió muchísimos recursos en salud: en algunos países el costo de la respuesta a la pandemia fue de casi 1% del Producto Interno Bruto. Hoy, los sistemas de salud en América Latina y el Caribe se encuentran en peores condiciones de lo que estaban antes de 2020. Es posible brindar algunos ejemplos más allá de la tragedia de las muertes por COVID-19.
La pandemia causó disrupción de todos los servicios de salud
Los indicadores de productividad muestran la disrupción de los servicios de manera muy clara a través de los porcentajes de cobertura. Por ejemplo, la cobertura de vacunación de difteria, pertussis y tétanos se desplomó 15% en Brasil, Perú y Argentina. Mientras que, en el promedio de la OCDE, los porcentajes de cobertura de vacunación casi no cambiaron, manteniéndose en 94% durante 2020, e incluso en 2021.
Por su parte, la detección de enfermedades crónicas también se redujo sensiblemente. En México, Perú y Brasil la cobertura de tamizaje para cáncer de cuello uterino y cáncer de mama descendió 40%, mientras que en Chile la caída fue de 10%. La detección de diabetes e hipertensión bajó entre 25 y 30% en Brasil y Chile. Estas cifras indican un pasivo que va a generar la cuenta por cobrar a los servicios de salud, especialmente para los más vulnerables.
¿Qué podemos hacer para encarar el futuro? Los recursos son limitados, es cierto. Pero es
urgente invertir más y de manera inteligente para mejorar la calidad y la productividad de los servicios de salud. La calidad no es un lujo de países ricos; la calidad es un requisito. Servicios de salud sin calidad representan un desperdicio de recursos y un mayor riesgo de no lograr los resultados en salud esperados.
Cuatro recomendaciones clave para servicios de salud con calidad
En primer lugar, la región necesita urgentemente infraestructura robusta de datos de salud para mejorar la gobernanza. La generación y el análisis de datos son esenciales para múltiples actividades dentro de los servicios de salud. Por ejemplo, es indispensable conocer el grado de utilización del equipamiento de salud: ¿cuántas camas están ocupadas? ¿Cuántas están disponibles? ¿Cuál es el tiempo de espera para la atención? Durante la pandemia, estos datos se recolectaron como parte de la respuesta y guiaron la toma de decisiones.
Los datos nos permiten medir la seguridad de los pacientes. Por ejemplo, nos permiten saber cuánta gente adquiere una infección nosocomial, la cual ocurre por mala calidad de atención. ¿Cuánta gente recibe una prescripción de medicamentos inadecuada, por ejemplo, de antibióticos? El itinerario asistencial de personas es un concepto técnico que nos indica la trayectoria de la persona y el resultado en salud en el corto, mediano y largo plazo. Por ejemplo, ¿cuándo ingresó la persona al hospital?, ¿qué pasó después? Si falleció, ¿fue dentro del hospital o posteriormente? ¿Fue antes de los 30 días de salir del establecimiento? ¿ Fue 1 año después? ¿Tuvo que regresar por atención?
La información de la trayectoria del paciente y el resultado en salud antes, durante y después de la hospitalización permiten establecer estándares de calidad y pronósticos. La mortalidad a 30 días después del egreso hospitalario de adultos mayores es un indicador robusto de calidad. Sin embargo, se requiere una inversión sustancial en tecnología de información y que abarque todo el sistema de salud para tener datos confiables y útiles para la gestión de los servicios y la identificación del resultado en salud.
En segundo lugar, América Latina y el Caribe precisan urgentemente invertir en personal de salud. En los países de la OCDE, el mejor predictor de la mortalidad por COVID, además del exceso de mortalidad, fue la disponibilidad del personal de salud. Esta variable es un predictor del desempeño de los servicios de salud. Los países con más personal de salud se desempeñaron mejor que los países con carencias de este personal. Existe una correlación clara entre la disponibilidad apropiada del personal de salud y el desempeño del país para responder a la pandemia. Entre más personal, el resultado de la respuesta a la pandemia fue mejor, hubo menos casos severos y menos muertes.
Los sistemas de salud requieren una inversión adicional de 1.4% del PIB o más para ser más resilientes. En América Latina y el Caribe, donde tienen 40% menos de médicos y 75% menos de enfermeros que el promedio de los países de la OCDE, invertir en personal de salud es mucho más urgente. Pero también es indispensable considerar que esto representa un costo elevado y requiere tiempo, por lo cual también es necesario transformar la fuerza laboral de salud para que sea más productiva. Por ejemplo, removiendo barreras para el trabajo en equipo, mejorando la formación y la capacitación continua e incrementando el uso de herramientas digitales.
En tercer lugar, la calidad tiene que estar involucrada y centrarse en la participación de las personas. Es importante medir los resultados de salud a partir de la experiencia de los usuarios. La evaluación de resultados y experiencias en salud relevantes para las personas es clave. La iniciativa PaRIS (Patient Indicator Reporting Survey) promueve que los países trabajen juntos en el desarrollo, estandarización e implementación de una nueva generación de indicadores que midan los resultados y las experiencias de la atención médica que más importan a las personas. Veinte países participan en PaRIS –aunque, desafortunadamente, ninguno de América Latina y el Caribe.
En cuarto lugar, es necesario invertir en prevención. Ningún país puede lograr la sostenibilidad del sistema de salud sin invertir en la prevención. En el promedio de la OCDE, solo 2.7% de la inversión en salud se asigna a la prevención. En América Latina y el Caribe esto es apremiante, ya que tenemos dos problemas significativos. Uno de ellos es la obesidad, que es una enfermedad crónica y a la vez es factor de riesgo de otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el cáncer. Más de la mitad de la población tiene sobrepeso u obesidad. Otro de los problemas es que requerirá servicios sociales y de salud especializados, y hoy los países carecen de una oferta apropiada de estos servicios. La falta de inversión en prevención cobrará una cuenta enorme a los sistemas de salud y a la sociedad en el futuro si esto no cambia.
La pandemia de COVID-19 nos dejó una lección clara: es costoso invertir en salud, pero dejar de invertir cuesta mucho más. El mismo argumento aplica para los servicios de salud. Es indispensable que los países de la región inviertan en superar las debilidades sistémicas de calidad y productividad. La calidad no es un lujo, es un requisito básico para que los sistemas de salud cumplan su función social, que es atender y mejorar la salud de la población.
MIGUEL GONZALES S dice
Es muy interesante y válido el artículo, especialmente las recomendaciones, sugiero que debe agregarse una recomendación adicional, que tiene que ver con la formación académica y ética de la calidad en salud, por parte de las instituciones formadoras de los recursos en salud.
Freddy Rommel Coronel Alvarez dice
Los Sistemas de Salud deben ser integrales; con servicios complementarios, para ello se empieza bien con la infraestructura basica para oficinas administrativas, consultorios, quirofano, laboratorio, sala de informacion y de recibo, farmacia con los medicamentos para que los familiares no sean presa de la desesperacion por falta de recursos para comprar las medicinas que el Estado debe garantizar su abastecimieno, para ello se debe manejar un kardes de movimiento por recepcion y entrega de medicamentos oportunos y antes que estas se terminen debe existir un stok que no obliguen a que acudan a farmacias particulares por descuido de los encargados de bodega y abastecimiento permanente y no busquen pretextos ridiculos para no entregar las medicinas; en lo referente a equipamiento se debe contar con los equipos con el mantenimiento predictivo, preventivo y correctivo de manera oportuno para que sea una atencion de calidad en forma permanente.
Finalmente se debe generar una cultura para una salud preventiva y la curativa debe ser por fuerza mayor no por descuido ciudadano. Bajo ese horizonte para que el sector salud sea parte del cuidado del planeta, debe implementarse el reciclado de residuos solidos y paralelamente contar con areas verdes de esparcimiento para evitar el estres tanto de empleados como pacientes.
Domingo Vázquez Martínez dice
Coincido en que el personal de salud es fundamental en el fortalecimiento de los sistemas de salud. México tiene carencias en este aspecto y recurre a los estudiantes de medicina para ofrecer atención médica. Más de la tercera parte de la atención médica a nivel nacional es ofrecida por estudiantes (internos, pasantes y residentes de medicina) y, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (Recomendación general No. 15) muchas veces sin supervisión. Así, se violenta el derecho a la atención médica, la seguridad del paciente y la calidad de la atención. También se violenta el derecho a la educación de los estudiantes de medicina y al trabajo digno del personal de salud (https://www.uv.mx/obeme/).
Javier Jauregui dice
En el Peru la presidenta de la República en su mensaje anual plantea la construcción de hospitales en las regiones como alternativa ala crisis en Salud.
Es que no aprendimos nada de la experiencia del COVID?
GUILLERMO TOCAS MIRANDA dice
Excelente explicación,
Héctor Lamas Rojas dice
“El amplio espectro de situaciones problemáticas en salud que el psicólogo debe enfrentar para responder a las demandas existentes lo obligan a hacer uso de los recursos teórico-metodológicos disponibles, así como implementar intervenciones que ni siempre son posibles conjugar con un encuadre teórico de la Psicología.
Esto ha generado dificultades para establecer la correspondencia entre ambos niveles de abordaje, creando un falsa ruptura, casi mítica, entre los psicólogos prácticos que tienen que resolver problemas concretos en instituciones de salud con cierto, y muchas veces hipercriticado, eclecticismo, y los que trabajan en instituciones académicas.