La aspiración hacia la Cobertura Universal de Salud (CUS) tiene mayor trascendencia en el contexto de la pandemia de COVID-19. Todos los países firmaron las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos en la Asamblea General de la ONU para perseguir el objetivo de la CUS, que en términos prácticos significa que las personas y comunidades reciban los servicios de salud que necesitan y que tengan la protección financiera indispensable. Es decir, que las personas puedan acceder a servicios de salud preventivos y terapéuticos de alta calidad y a medicamentos seguros y efectivos, incluyendo las vacunas, sin tener gastos catastróficos.
No obstante, la Cobertura Universal de Salud es ahora más difícil de lograr. Desde marzo de 2020, la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas de salud. La crisis sanitaria ha profundizado las brechas en salud pública y las asimetrías en la capacidad de los servicios para que los pacientes con COVID-19 o que tienen otras enfermedades reciban atención médica accesible, de calidad y que la población reciba la vacuna contra el COVID-19.
Disrupciones de los servicios de salud y disparidades en Latinoamérica
Los resultados adversos son tangibles, la reducción de servicios esenciales, las cifras de letalidad por COVID-19, de mortalidad excesiva y de coberturas de vacunación indican importantes disparidades en Latinoamérica. De mayo a julio de 2020, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) encuestaron a los Ministerios de Salud sobre las interrupciones percibidas en los servicios esenciales de salud. Casi todos los países reportaron disrupciones de los servicios de salud.
Las principales causas de las disrupciones fueron una combinación de factores de demanda y oferta. La redistribución del personal clínico para proporcionar atención a casos de COVID-19, la reasignación de clínicas y hospitales o servicios de terapia intensiva únicamente para COVID-19 son disrupciones de la oferta. En cuanto a la demanda, la población dejó de asistir a los servicios en parte por el miedo al contagio y la desconfianza de la comunidad, y en parte por las políticas de distanciamiento social.
Los reportes indican disrupción importante de servicios esenciales. Se reporta reducción de vacunas para niños, embarazadas y adultos mayores, menores cifras de detecciones de cáncer cervical y de mama, incremento de pacientes con diabetes e hipertensión descompensados y retrasos en cirugías electivas. La mortalidad también es un indicador importante. La letalidad por COVID-19 varía de 9% en Perú a 0.9% en Barbados. Durante 2020, la mortalidad excesiva en Ecuador, México y Perú fue mayor al 50%. En parte, el mal estado de salud y de las condiciones socioeconómicas de la población son factores que influyen en la mortalidad excesiva. Por último, Las cifras de coberturas de vacunación también indican disparidades profundas, que van del 0.5% en Haití a 85.6% en Chile de personas que han recibido en su totalidad el número de dosis recomendadas.
La pandemia desaceleró la reducción del gasto de bolsillo
En términos generales, entre 2000 y 2018, el gasto de bolsillo, como porcentaje del gasto en salud en Latinoamérica y el Caribe (LAC) se redujo de 38.37% a 30.1% indicando el avance en las políticas de protección financiera en salud. Un buen ejemplo es Chile, pues entre 2015 y 2020 su gasto de bolsillo se redujo de 35.5% a 26.9%. No obstante, los países de la región requieren invertir más en salud. En LAC el gasto en salud representa en promedio el 3.3% del producto interno bruto (PIB), todavía por debajo de los países de OECD que en promedio dedican 6.6% de PIB.
La pandemia ha requerido importantes recursos económicos para su atención creando altos contrastes en la oferta de servicios. La crisis sanitaria alentó que todos los países implementaran medidas específicas para proteger financieramente a la población y reducir la diseminación de la enfermedad. Las pruebas de COVID-19, la atención médica ambulatoria y hospitalaria a los casos con este padecimiento y las vacunas están a cargo del sector público y son gratuitas para toda la población y sin necesidad de copagos, desde esta perspectiva la CUS está cumpliendo con su cometido.
Al mismo tiempo, la CUS se vio mermada pues la priorización del gasto para la atención a la pandemia sí afectó negativamente la oferta de servicios esenciales e hizo necesario que las personas absorbieran los gastos para atender su salud. Por ejemplo, en México el gasto de bolsillo se incrementó 40% pues, entre 2018 y 2020, se incrementó de 42.7% a casi 60% en parte debido a la reducción de la oferta de servicios de salud del sector público. El análisis más detallado señala que la población más pobre fue la más afectada.
La CUS es vital para construir sistemas de salud resilientes y equitativos
La población debe tener certidumbre de ejercer su derecho a la salud. Resulta visible la necesidad de incrementar el acceso a los servicios esenciales que permitan superar las desigualdades en la atención de la salud y que brinden la protección financiera, principalmente a los más frágiles.
Es clara la necesidad de continuar la respuesta a la pandemia, de atender los servicios esenciales simultáneamente, y de proteger financieramente a la población. Para ello desde la perspectiva del sistema de salud, es necesario fortalecer la gobernanza, el financiamiento, la provisión de servicios y la generación de recursos.
Desde la perspectiva de la provisión de servicios es crítico continuar innovando y adaptando los servicios al contexto cambiante de la pandemia. El fortalecimiento de las estrategias de coordinación entre los distintos niveles de atención a la salud y la aceleración de la digitalización de los servicios de salud resultan acciones indispensables.
También es recomendable considerar el establecimiento de paquetes de servicios esenciales en salud como una alternativa viable. El conocimiento de la carga de enfermedad de los países es el primer paso, seguidamente es indispensable identificar las intervenciones costo-efectivas, cuya selección es ahora esencial, pues el espacio fiscal está reducido, debido a la crisis sanitaria. También hay que establecer los criterios para decidir cómo implementar las intervenciones que permitan cerrar las brechas de servicios esenciales que se han profundizado durante la pandemia y, por otra parte, no desatender la respuesta ante la crisis sanitaria.
Ciertamente, mantener la CUS en la agenda de políticas es una prioridad. Es fundamental contar con un sistema de salud eficaz, que reduzca significativamente la transmisión de enfermedades infecciosas y que atienda debidamente las principales necesidades en salud de la población. En palabras más simples y respondiendo a la pregunta inicial, podemos afirmar que es posible reparar la colisión entre la Cobertura Sanitaria Universal y la pandemia de COVID-19.
neuropsicología Málaga dice
Excelente blog!!!!!!!!!!!!!
Consulta de Psicologia Online dice
Gracias Ricardo por el artículo. Esperemos que se pueda reparar!!!