“Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”.
Así relata el Artículo 22 de la Declaración General de Derechos Humanos, publicada un 10 de diciembre hace 71 años por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En el largo camino hacia el reconocimiento completo de los derechos y la dignidad para todos los seres humanos, América Latina y el Caribe corre el riesgo de subestimar un tema que será cada vez más apremiante para la región: la atención a dependencia. Es decir, la atención para aquellas personas que no pueden llevar a cabo de manera autónoma actividades básicas de la vida diaria, como bañarse, comer, o acostarse y levantarse de la cama.
Ofrecer servicios formales de atención a la dependencia favorecería el reconocimiento de los derechos humanos en América Latina y el Caribe, beneficiando a:
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Los adultos mayores:
Hoy en día, hay más de 8 millones de adultos mayores con dependencia funcional en América Latina y el Caribe, lo cual corresponde al 12% de las personas con más de 60 años en la región. Estas cifras crecerán sustancialmente en los próximos 30 años. En 2050, los adultos mayores con dependencia funcional serán más que el triple, llegado a 27 millones. Es oportuno destacar que, aunque la prevalencia de dependencia funcional es mucho más alta para los adultos mayores, afecta a personas de todas las edades. Por ejemplo, en Costa Rica en 2018, el 54% de las personas con dependencia funcional tenía entre 18 y 59 años.[1]
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Las mujeres:
La atención a la dependencia es un tema de género por partida doble. Primero, las mujeres viven más que los hombres y tienen más necesidades de servicios de atención. Segundo, en América Latina y el Caribe la oferta de servicios de atención a la dependencia es insuficiente (en México, por ejemplo, 1 de cada 4 adultos mayores con dependencia severa no recibe ningún servicio) y se basa principalmente en las mujeres de las familias. Por lo tanto, el desarrollo de un mercado formal de servicios podría facilitar la participación laboral de las mujeres, al reducir la carga de trabajo de las cuidadoras familiares. Asimismo, tiene el potencial de generar oportunidades laborales para las mujeres en la provisión de dichos servicios.
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Los cuidadores:
Los cuidadores familiares suelen vivir en situación de estrés y aislamiento, experimentan dificultades para mantener sus estudios o trabajos, y pueden llegar a descuidar su propia salud. Es por esto que la presencia de servicios formales de atención impacta también la vida de los cuidadores. Lo describe muy bien Delia, una beneficiaria del Sistema de Cuidados de Uruguay, el primer sistema de atención a la dependencia de carácter nacional en América Latina y el Caribe.
A fin de favorecer el respeto de la dignidad y de los derechos de todas estas personas, los países de América Latina y el Caribe deberían construir sistemas de atención a la dependencia y deberían hacerlo ya. Si no actúan ahora, los países no tendrán los recursos temporales y económicos para atender la creciente demanda de servicios.
Es este el mensaje principal de la nueva publicación insignia de la división de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “Envejecer con Cuidado: atención a la dependencia en América Latina y el Caribe”. La publicación ofrece a la vez un diagnóstico sobre el tema de la atención a la dependencia en la región, así como recomendaciones concretas para todo país que desea diseñar e implementar un sistema de atención a la dependencia, aunque sea empezando a pequeña escala. Las recomendaciones son:
- Elegir a los beneficiarios del sistema según su nivel de dependencia, no su edad;
- Entregar transferencias vinculadas a la compra de servicios;
- Empezar por los servicios de atención en el domicilio;
- Involucrar al sector privado para generar empleo formal;
- Formar recursos humanos y establecer estándares de calidad;
- Utilizar una financiación mixta para implementar un sistema único.
Si quieres saber más sobre cada una de estas seis recomendaciones ¡no te pierdas este video!
Creemos que el compromiso hacia los derechos humanos y la inclusión efectiva de todos debe reflejarse tanto en el contenido como en la forma. Por esta razón, hemos invertido esfuerzos para que “Envejecer con Cuidado” sea la primera publicación del BID interactiva (incluye otros videos y gráficas móviles) y accesible para el mayor número posible de personas con discapacidad.
Y tú, ¿tienes algún ejemplo sobre cómo los servicios de atención a la dependencia han mejorado las condiciones de vida tuyas o de algún familiar? Comparte tu experiencia en la sección de comentarios o menciona a @BIDgente en Twitter.
[1] Medellín, N., Jara, P., Matus-López, M. (de próxima publicación). Envejecimiento y atención a la dependencia en Costa Rica (Nota técnica n° IDB-TN-01820). Washington, DC: Banco Interamericano de Desarrollo.
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