Hay casi 8 millones de personas mayores en la región que necesitan ayuda con las actividades básicas de la vida diaria, como comer, vestirse, o bañarse. Para los amantes del fútbol, esto es 100 veces la capacidad del Estadio Maracaná en Brasil. Hacia 2050, esta cifra podría triplicarse.
El porcentaje de personas mayores dependientes varía ampliamente entre países, como se ve en la figura debajo. Por ejemplo, mientras que en El Salvador apenas poco más del 5% de las personas mayores de 65 necesitan cuidados, la cifra salta a 25% en México. Una parte de estas diferencias se debe a diferencias genuinas en la capacidad funcional de los individuos; otra parte se debe a diferencias metodológicas en la forma de medir la dependencia, e incluso a diferencias culturales en cómo las personas perciben su propia salud.
¿Cómo calculamos el número de personas dependientes?
Conocer estos datos es uno de los principales insumos que se necesitan para el desarrollo de políticas de atención a la dependencia que garanticen el acceso a cuidados de calidad a quienes lo necesiten. Este es el objetivo de una publicación reciente del BID, donde se calcula el número de personas dependientes mayores de 65 años en 26 países de la región.
Para 10 de estos países, las cifras surgen directamente de las encuestas de hogares. En estas encuestas, se hacen preguntas sobre el grado de dificultad de llevar a cabo de manera autónoma una serie de actividades de la vida diaria. Estas preguntas son las mismas que se incluyen en los baremos de dependencia, los instrumentos usados para evaluar la capacidad funcional de una persona mayor, con el objetivo de determinar el acceso a servicios públicos.
Para los restantes 16 países, los autores se basan en un modelo simple, donde se supone que la probabilidad de desarrollar dependencia funcional depende de la edad, el sexo, y la presencia de alguna enfermedad crónica. En efecto, a pesar de las diferencias entre países, hay tres hechos estilizados que se cumplen en todos los casos: 1) la prevalencia de la dependencia crece con la edad, 2) las mujeres tienen mayor probabilidad de ser dependientes que los hombres, y 3) el desarrollo de dependencia funcional está positivamente asociado a la presencia de enfermedades crónicas.
Mientras que la demanda de servicios de cuidados crece, la oferta aún es insuficiente
La creciente demanda de servicios de cuidados impulsada por el envejecimiento de la población contrasta con el escaso nivel de desarrollo de los servicios en la región, los cuales se caracterizan por bajos niveles de cobertura y calidad. Y es que, si bien el tema comienza de a poco a encontrar un lugar en la agenda política de los países de la región, los servicios existentes aún forman parte de una oferta fragmentada, en general de baja calidad, y dirigida a la población vulnerable.
Ampliar la oferta y la calidad de los servicios implica un costo para los países, que puede ir desde 0.1% a 2.5% del PIB, dependiendo del país y del nivel de cobertura deseado.
Para desarrollar servicios accesibles, de calidad, y que sean financieramente sostenibles en el tiempo, una de las primeras cosas que debe conocerse es la población a la que estarán dirigidos estos servicios, tanto su número como sus características. La publicación “Prevalencia de la dependencia funcional entre las personas mayores en 26 países de América Latina y el Caribe” aborda el primero de estos puntos.
Para conocer más sobre este y otros temas relacionados, te invitamos a visitar nuestra página web Panorama de envejecimiento y atención a la dependencia.
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