Autos que se manejan solos, máquinas que leen y procesan miles de expedientes en minutos, robots capaces de realizar complejísimas operaciones quirúrgicas, algoritmos que escriben con soltura periodística la información meteorológica y de la bolsa…
En la cuarta entrega de la serie ‘El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe’ se analiza qué implica la automatización para las mujeres: ¿corren las mujeres más peligro que los hombres de perder su trabajo a manos de un robot? Lo cierto es que la automatización presenta tanto riesgos como oportunidades para el mercado laboral femenino.
Las mujeres cuidan, los hombres construyen…
Para entender los impactos que tendrá la automatización sobre el empleo de las mujeres es necesario abordar el tema desde una característica importante de los mercados laborales de la región: la alta segregación educativa y laboral.
Por ejemplo, las mujeres representan el 60% de los graduados en carreras terciarias y universitarias, pero solo representan el 30% de los graduados en carreras CTIM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas) que, a su vez, se corresponden con sectores de empleo de alta productividad y salarios. Una vez dentro del mercado, las mujeres tienden a participar en empleos de baja calidad y remuneración, contribuyendo a la brecha salarial por género.
Habilidades del siglo XXI: ¿quiénes llevan la delantera?
Esta segregación educativa y ocupacional lleva a que hombres y mujeres realicen distintas tareas y empleen habilidades diferentes en sus ocupaciones. Esto tiene importantes consecuencias de cara al futuro. Las tecnologías inteligentes están redefiniendo las habilidades requeridas en todas las industrias. Las más valoradas hoy, denominadas habilidades del siglo XXI incluyen las habilidades no cognitivas, como la creatividad, la comunicación, el trabajo en equipo y el pensamiento crítico, y las habilidades cognitivas digitales y cuantitativas avanzadas, como la inteligencia artificial o ciencia de datos.
El análisis de la evidencia disponible para cuatro países latinoamericanos (Bolivia, Chile, Colombia y El Salvador) nos muestra que existen brechas de género considerables en algunas de estas habilidades. Mientras que los hombres tienden a estar más involucrados en tareas que requieren habilidades estratégicas de gestión y comunicación, las mujeres están rezagadas en tareas que impliquen habilidades cognitivas digitales, cuantitativas relacionadas a las matemáticas (CTIM), y estas son precisamente, algunas de las habilidades relacionadas con los trabajos del futuro, habilidades requeridas para diseñar, implementar y usar tecnología.
Automatización…presenta riesgos, pero también oportunidades
A partir de las tareas y las habilidades que realizan y utilizan hombres y mujeres en sus puestos de trabajo, estimamos la proporción de trabajadores que se encuentran en empleos que podrían tener un alto riesgo de automatización; es decir, que tienen un riesgo mayor al 70% de que las tareas que realizan dentro de su ocupación sean automatizadas.
Los resultados muestran que tanto hombres como mujeres pueden llegar a perder su trabajo en esta revolución digital, pero las mujeres presentan un riesgo de automatización algo mayor. Para el promedio de los cuatro países es posible que un 21% de trabajadoras mujeres requieran una transición hacia otras ocupaciones frente a un 19% de trabajadores hombres. Detrás de estas cifras promedio hay diferencias entre los países, que reflejan en gran medida la diferente composición de tareas en las ocupaciones entre cada uno de ellos. En países como Bolivia, Chile y Colombia, las mujeres presentan un mayor riesgo de que la robótica o los algoritmos reemplacen su trabajo. En El Salvador, se observan riesgos de escala ligeramente superior para los hombres, con un 31% frente a las mujeres, con 29%.
Y ahora, ¿hacia dónde?
El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe también puede traer oportunidades positivas para las mujeres. Como ha mostrado un estudio previo de la serie del Futuro del Trabajo en América Latina y el Caribe, se predice un importante crecimiento de los empleos relacionados con los sectores de cuidado de salud y de educación, donde las mujeres se encuentran bien representadas. Esto se debe, por un lado, al crecimiento estimado de la proporción de la población de la tercera edad (para temas de cuidados personales y de salud) y a los aumentos sostenidos en la matrícula educativa, especialmente en preescolar y secundaria (para temas de educación). Por otro lado, estos trabajos tienen un menor riesgo de automatización, puesto que requieren de ciertas habilidades que no son reemplazables por la tecnología. Un problema que se enfrenta en este tipo de sectores es que los trabajos suelen ser de baja calidad, con bajos niveles de profesionalización y salarios. Por ello, aún tenemos pendiente la tarea de profesionalizarlos, promoviendo mejoras de remuneración, protección social, y posibilidades de movilidad ascendente.
Las diferentes ocupaciones desde las cuales hombres y mujeres buscarán reinsertarse y las distintas habilidades que han estado utilizando hasta hoy en día implican diferencias en el tipo de reentrenamiento que necesitarán para transitar con éxito a la fuerza laboral del futuro. Deben combatirse los sesgos de género en los sistemas educativos y de formación para el trabajo y brindar información oportuna para que las mujeres adquieran habilidades y competencias del siglo XXI.
Para potenciar el talento femenino a futuro, las mujeres deben avanzar en la adquisición de habilidades digitales avanzadas y de esa manera, tener más influencia en la creación y uso de tecnología. El futuro no es un escenario fijo, es un escenario en construcción. Por eso tenemos una tarea pendiente: moldear el mercado laboral del futuro ahora, en el presente. ¿Cómo lo hacemos? Descúbrelo en nuestra cuarta serie sobre ‘El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe’.