Las escuelas están cerradas en América Latina. Alrededor de 154 millones de niños entre 5 y 18 años están en casa en lugar de la escuela. No es claro cuánto tiempo durará el cierre de las escuelas y hay una buena razón para ello: Las escuelas son el lugar perfecto para que los virus se propaguen. Los estudiantes suelen estar en estrecho contacto unos con otros, en aulas a veces pequeñas, juegan en los recreos, y a veces también comen juntos. Aunque la mayoría de los niños no parecen sufrir síntomas graves al contraer la Covid-19, ellos pueden transmitir el virus a los adultos de sus hogares. De hecho, existe evidencia de que cerrar las escuelas en medio de epidemias similares a la gripe puede reducir la tasa máxima de infecciones en casi un 40 por ciento.
Figura 1: Cambio en el puntaje de exámenes entre el fin del año académico y el inicio del siguiente año
(por nivel socioeconómico (NSE) y medido en desviaciones estándar)
Nota: Los resultados en estas graficas provienen de Alexander et al. (2001) y Cooper et al. (1996). Estas fueron las investigaciones con efectos heterogéneos por nivel socioeconómico por pérdida durante el verano. Otras investigaciones sobre el tema, tales como Quinn et al. (2016), también fueron revisadas pero no incluidas. El efecto general proviene de Cooper et al. (1996). Este efecto es una simple diferencia entre el puntaje promedio en otoño y el puntaje promedio en primavera y está expresado en términos equivalentes a tiempo en el grado escolar; es decir, expresa el cambio en los puntajes relativos a la norma en EE.UU. En este caso, ese efecto quiere decir que hay una disminución en el desempeño entre la primavera y el otoño equivalente a dos meses. En este estudio, los estudiantes de ingresos medios son comparados con estudiantes de ingresos bajos. Aquí incluimos a los estudiantes de ingresos medios en la categoría Alto NSE. Los resultados por grado escolar provienen de Alexander et al. (2001). Utilizamos las diferencias reportadas durante el verano por grado y NSE y las dividimos por la desviación estándar total del examen de primavera para reportar el cambio promedio en desviaciones estándar.
Sin embargo, hay costos asociados con el cierre de escuelas. Muchos estudiantes dependen de las escuelas para tener comidas diarias y estas también proveen cuidado de los niños mientras los padres trabajan. En esta nota nos centramos en un costo diferente: el efecto del cierre de escuelas en las pérdidas de aprendizaje. ¿Cómo podemos cuantificar cuánto aprendizaje podría perderse durante la actual pandemia? Hay dos grupos de estudios que podrían ser informativos. Primero, la llamada literatura de “pérdida de verano” mide cuánto sabe cada estudiante de matemáticas o lectura al final del año escolar y de nuevo después de 2 meses y medio, al comienzo del siguiente año académico. La diferencia en las puntuaciones de los exámenes es típicamente cero o negativa y se conoce como la “pérdida de verano”. Podemos traducir esto en cuánto aprenden los niños en términos de desviaciones estándar. La figura 1 resume el efecto de la pérdida de verano dependiendo del estatus socioeconómico de los estudiantes. En promedio, en todos los estudios y todos los grados, los niños de estratos socioeconómicos bajos pierden alrededor de 0,05 desviaciones estándar durante el verano, o los equivalentes a 3 meses de aprendizaje. Los niños de familias de bajos ingresos parecen perder el conocimiento tanto de matemáticas como de lectura en comparación con los niños de familias de altos ingresos. Con el tiempo este efecto negativo se va acumulando tanto así que la pérdida diferencial del verano puede explicar parte de las brechas de aprendizaje observadas entre estos dos grupos, que comienzan muy temprano en la vida y aumentan a medida que los estudiantes crecen.
¿Son los resultados de la pérdida del verano válidos en otras situaciones? La respuesta corta es sí. Otro grupo de estudios analiza el efecto de las huelgas de profesores (ver, por ejemplo, aquí, aquí y aquí). Estas investigaciones examinan el aprendizaje de cohortes de estudiantes que estuvieron expuestos a huelgas de profesores, particularmente aquellas que fueron largas, frente a estudiantes similares que no lo estuvieron. Los resultados de esta literatura están muy alineados con los observados en la literatura de pérdidas de verano. Las huelgas largas afectan negativamente las notas de los estudiantes en matemáticas, lectura y escritura. Estos efectos tienen impactos a largo plazo en los estudiantes con resultados como menos años de escolaridad, grados de la escuela secundaria con edades más avanzadas, y una mayor probabilidad de estar desempleados o no estudiar, en comparación con sus compañeros que no experimentaron una huelga de maestros. Además, las investigaciones sugieren que los estudiantes afectados por las largas huelgas ganan salarios más bajos cuando entran en el mercado laboral: un estudio realizado en Argentina revela que estar expuesto a una huelga de maestros de 88 días durante la escuela primaria reduce los ingresos anuales del mercado laboral en un 2,99%, así como una disminución de sus salarios por hora.
La conclusión de esta literatura es clara: los niños sufren pérdidas de aprendizaje cuando no están en la escuela. Naturalmente, muchos distritos escolares de la región intentan ayudar a los maestros, estudiantes y familias a fomentar el aprendizaje de los estudiantes mientras están en casa (lecciones virtuales, a través del envío de material físico de la escuela y por medio de llamadas, adelantar vacaciones de verano y lecciones de la escuela a través de los canales de televisión nacional, radio, TV e internet para la educación desde casa). Muchas de esas iniciativas requieren inputs complementarios: tanto materiales físicos como libros y computadoras, pero también inputs como el tiempo y capital humano de los padres. Lamentablemente, el acceso a los insumos relacionados con la escuela está distribuido de manera muy desigual en la región. En la Figura 2 se muestra la proporción promedio de estudiantes de la región que tienen acceso a diferentes insumos escolares en el hogar. Hay diferencias muy grandes en el acceso por nivel socioeconómico. Casi todos los estudiantes más ricos tienen acceso a insumos básicos para la educación en el hogar, mientras que menos de la mitad de los estudiantes más pobres tienen acceso a una computadora para hacer sus tareas escolares o acceso a Internet. Estas disparidades en el acceso a los insumos escolares en el hogar son bastante homogéneas entre los países.
Figura 2: Promedio proporción de estudiantes en Latinoamérica con inputs básicos para estudiar desde casa
(por nivel socioeconómico de la familia (NSE))
Nota: Data proveniente de OCDE (2018), Program for International Student Assessment (PISA por sus siglas en inglés). El promedio de inputs básicos calculado aquí es un promedio de los primeros 6 inputs de la gráfica. Promedios para Latinoamérica incluyen los siguientes países: Argentina; Brasil; Chile; Colombia; Costa Rica; República Dominicana; México; Panamá; Perú; y Uruguay. Las categorías Alto y Bajo de nivel socioeconómico fueron creados para el quintil 5 y 1, respectivamente, de la población utilizando el índice creado por PISA para el nivel económico, social y cultural por país.
El hecho de que los estudiantes de bajos ingresos tiendan a experimentar mayores pérdidas de aprendizaje cuando están fuera de la escuela comparado con estudiantes nacidos en hogares de mayores ingresos podría explicarse en parte por este acceso diferencial a los insumos escolares en el hogar. Sin embargo, existe una importante diferencia entre los veranos y los actuales cierres de escuelas a causa de la pandemia. Durante el verano, la mayoría de las escuelas no esperan que sus estudiantes continúen tomando clases y aprendiendo. A medida que las escuelas de la región promueven el aprendizaje en el hogar, deberían considerar estrategias para ayudar a las familias de bajos ingresos a incorporar buenas prácticas a la hora de educar a sus hijos. Por ejemplo, utilizar la TV o el radio para distribuir los contenidos y lecciones de la escuela con el fin de mantener a los estudiantes comprometidos son estrategias posiblemente exitosas que tienen una larga tradición en la región. Además, los países deberían empezar a planear opciones de recuperación del aprendizaje para lidiar con las potenciales consecuencias escolares de esta pandemia. En una próxima nota ofreceremos algunos ejemplos de políticas que han funcionado.
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