Todos recordamos a nuestro maestro favorito en la escuela, a menudo un maestro que nos enseñó a leer, a escribir, y nos inició en el mundo de la lectura. Después de todo, la lectura es crucial al conocimiento en todas las asignaturas, y es fundamental para nuestra salud, participación política y éxito profesional futuros. No es de extrañar que recordemos con cariño a aquellos maestros que tuvieron la habilidad de ayudarnos cuando nuestros cerebros eran más maleables y estábamos más preparados para aprender.
Lamentablemente, en América Latina dos tercios de los niños no alcanzan los niveles mínimos de alfabetización para su edad. Esto se ha reflejado en la preocupación de los gobiernos de la región por mejorar la calidad de la educación en los primeros años de la escuela, sobre a través de programas de desarrollo profesional para los docentes. La idea es que los maestros dispongan de nuevas herramientas pedagógicas para mejorar las capacidades de lecto-escritura de los niños.
Formación docente en Manizales, Colombia
Uno de estos esfuerzos de formación docente se está llevando a cabo en Manizales, una ciudad mediana en Colombia, a través del programa “Aprendamos todos a leer. El mismo tiene como objetivo aumentar la fluidez lectora de los alumnos de primer grado. El programa ofrece a los profesores un enfoque “combinado” de desarrollo profesional que incluye diversos componentes: dos semanas de formación presencial con aprendizaje práctico, visitas semanales de apoyo en el aula y lecciones cuidadosamente estructuradas con sugerencias para su implementación en clase. El método de enseñanza se basa en un enfoque fonético, y cuenta con materiales pedagógicos complementarios, como libros para los profesores y cuadernos de trabajo y libros de cuentos para los estudiantes.
Este enfoque de formación docente ha resultado eficaz para aumentar la alfabetización temprana en varias regiones de África y, dada la extrema importancia de esa misión para América Latina y el Caribe, queríamos comprobar su eficacia en Manizales, donde el programa es fácilmente escalable y, por tanto, podría tener una amplia aplicación.
Una evaluación del BID sobre cómo mejorar la alfabetización temprana
En un reciente experimento, evaluamos el programa en 70 escuelas públicas, 18 de las cuales se beneficiaron del tratamiento de formación docente y 52 que sirvieron como grupo de control. Encontramos que la intervención resultó eficaz para mejorar las habilidades de lecto-escritura de los estudiantes al final del primer grado, los estudiantes de las escuelas que se beneficiaron del tratamiento mejoraron sus competencias de lecto-escritura en 38,6 puntos de aprendizaje[1] en comparación con los puntajes de los estudiantes de las escuelas del grupo de control (véase el gráfico 1).
Además, los efectos positivos del programa de formación docente en el puesto de trabajo lograron mantenerse. Los alumnos que durante el primer grado tuvieron maestros que se beneficiaron del programa de formación, obtuvieron en el segundo y tercer grados puntajes de lecto-escritura entre 30 y 40 puntos de aprendizaje más altos que aquellos en el grupo de control. Y esto fue así incluso cuando los profesores de segundo y tercer grados no habían participado en el programa de capacitación docente, el cual estuvo diseñado exclusivamente para la alfabetización de primer grado.
Gráfico 1. Efectos del tratamiento de la intervención en los puntajes de lecto-escritura
(puntos de aprendizaje = 100 x desviación estándar del grupo de control)
Las nuevas habilidades de aprendizaje se ven reflejadas en diversas áreas
Los efectos del programa fueron los mismos para estudiantes de distintas características como género, estatus socioeconómico y nivel inicial de lecto-escritura. El hecho que los estudiantes obtuvieron ganancias de aprendizaje similares independientemente del nivel inicial de lectura sugiere que los maestros pudieron adaptar sus estrategias de enseñanza a las habilidades de cada uno de sus estudiantes lo cual refleja una característica importante del programa y su implementación…
En los países en los que muchos alumnos tienen dificultades para adquirir las competencias básicas de lectura y escritura en los primeros grados de la escuela, resulta prioritario encontrar métodos eficaces para solucionar este problema. Nuestro experimento aporta evidencia de que el programa en Manizales, implementado con un nivel muy alto de fidelidad y con un costo de 36 dólares por estudiante, es costo-efectivo. También aporta evidencia de que programas similares de formación en el puesto de trabajo para docentes, que proporcionen a los profesores nuevas herramientas pedagógicas diseñadas para mejorar los resultados de lecto-escritura de los niños de primer grado, pueden ser costo-efectivos. La ampliación del programa ya está en marcha. Actualmente se benefician de este más de 700.000 alumnos de escuelas públicas en Colombia y Panamá, y se espera que estas cifras aumenten pronto. Se están adaptando materiales en portugués en Brasil, mientras que Ecuador y República Dominicana también han mostrado interés por adoptar el modelo. Estos avances recientes en la experimentación y posterior adopción del programa sugieren que es posible reducir la brecha entre la evidencia y las políticas públicas, y que tanto los niños como las sociedades en donde ellos residen pueden beneficiarse sustancialmente.
[1] 100 puntos de aprendizaje representan una desviación estándar.
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