En un mundo que se digitaliza rápidamente, la telemedicina promete revolucionar la asistencia médica ofreciendo servicios de salud a distancia. Esto puede reducir costos y ampliar el acceso a poblaciones desatendidas y regiones geográficamente alejadas, sobre todo en situaciones de crisis, como la pandemia de la COVID-19, un desastre natural o una guerra.
Sin embargo, a pesar de sus claras ventajas, la telemedicina aún no ha sido plenamente aceptada por el público. Algunas personas pueden desconfiar de ella, temiendo que ofrezca una experiencia inferior con los médicos. A otras les desagradan los inconvenientes, como tener que descargar y configurar la tecnología. Otras pueden tener otros sesgos, como la reticencia a pasar de algo que ya conocen a nuevas alternativas.
La telemedicina en Argentina
Dichas barreras, presentes tanto en América Latina y el Caribe como en otros lugares, han impedido la adopción de lo que en muchas circunstancias puede ser una valiosa opción de la asistencia médica. Por ejemplo, en Argentina, un país en el que la telemedicina ofrece grandes ventajas debido a su gran extensión territorial y al aumento de los costos médicos, una aseguradora de salud estimó que a finales de 2020 más del 80% de sus afiliados no tenía experiencia con la telemedicina, ni siquiera cuando era gratuita y estaba a su disposición. Esa misma situación la vivieron otras aseguradoras de salud en Argentina, según el proveedor de telemedicina Llamando al Doctor.
Claro que esas barreras no son inviolables. La forma de superarlas es entender que la telemedicina es un “bien de experiencia”, lo que significa que puede evaluarse con mayor precisión una vez que se haya probado. Esto significa crear mecanismos que lleven a la gente a vivir esa experiencia inicial y comprobar lo bien que puede funcionar para ellos.
Un experimento novedoso
Eso es exactamente lo que intentamos hacer en un reciente experimento de campo que llevamos a cabo en Argentina. El estudio, realizado en colaboración con una aseguradora de salud y un proveedor de telemedicina, contó con la participación de unos 4.000 hogares sin experiencia previa en telemedicina. A la mitad de los hogares se les enviaron correos electrónicos periódicos en los que se detallaban los servicios de telemedicina a su disposición con mensajes que intentaban superar muchas de las barreras psicológicas típicas. Había mensajes que explicaban lo fácil que era utilizar la telemedicina, mensajes que proporcionaban enlaces y un acceso fácil a la aplicación, y mensajes que presentaban la información de forma fácil de digerir. También había mensajes que animaban a las personas a no dejar escapar la oportunidad, y mensajes diseñados para superar la desconfianza haciendo hincapié en que el servicio lo prestaban los mismos médicos que ofrecían consultas a domicilio.
Los resultados demuestran que una comunicación adecuada puede superar las dudas iniciales de los ciudadanos a la hora de probar un nuevo servicio de salud. En los primeros ocho meses, los hogares que recibieron información sobre la telemedicina tenían seis puntos porcentuales más probabilidades de haberla utilizado al menos una vez. Las probabilidades eran aún mayores para quienes al menos abrían uno de los correos electrónicos. En ese grupo, el aumento fue de 12 puntos porcentuales. Además, el número de consultas virtuales del grupo de tratamiento fue seis veces mayor que las del grupo de control al cabo de ocho meses.
El experimento de la telemedicina en un contexto más amplio
El experimento en Argentina se suma a la lista de numerosos experimentos del BID en el uso de recordatorios, mensajes y otros tratamientos basados en el comportamiento para impulsar el cumplimiento en el sector de la salud, incluidas las intervenciones que aumentan las visitas prenatales al médico, así como la demanda de vacunación. El uso que el experimento hace de los mensajes para superar los obstáculos a la adopción de la tecnología es un avance adicional, que revela lo eficaces que pueden ser las intervenciones específicas basadas en la información para superar los sesgos y crear un “bien de experiencia”.
Nuestro estudio tiene algunas limitaciones. La muestra era relativamente pequeña y no representativa del conjunto de la población de Argentina. Además, aunque nos asociamos con una aseguradora de salud, no podemos estimar cómo repercutirá el uso de la telemedicina en las visitas presenciales y en los resultados de salud. También es esencial subrayar que la telemedicina no es una panacea para todas las eventualidades, ya que ciertas situaciones y afecciones médicas requerirán inevitablemente la visita en persona. Con todo, dados los crecientes costos de la asistencia médica, las vastas extensiones de terreno en muchas partes de América Latina y el Caribe, y la ocurrencia de desastres naturales que pueden dificultar las visitas médicas en persona, la aparición de la telemedicina puede ser transformadora, sobre todo si encontramos la manera de superar los sesgos de comportamiento de los pacientes y convertirla en una herramienta de salud esencial.
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