La telemedicina —la prestación de servicios médicos a través de medios de comunicación electrónicos— es potencialmente transformadora, ya que mitiga los problemas de transporte, lleva la atención a las comunidades rurales y disminuye los tiempos de espera y los costos médicos. No obstante, su adopción en América Latina ha sido lenta. La insuficiencia de la infraestructura de comunicaciones y el sesgo de statu quo, entre otros factores, han obstaculizado su uso. Por otra parte, la regulación no se ha puesto al día. En 2019, mientras que el 65% de los hospitales en Chile estaba usando la telemedicina, menos del 30% de los hospitales en Argentina, Costa Rica, México, Perú y Colombia estaba haciendo lo propio.
Sin embargo, la pandemia COVID-19 supuso un shock para el sistema y puso de manifiesto las virtudes de la telemedicina. Argentina, entre otros países, desde hace tiempo había reconocido la telemedicina como un elemento fundamental en su estrategia para garantizar la cobertura universal de la atención médica. Tras el inicio de la pandemia, el país aprobó la legislación para validar las recetas electrónicas, y lanzó TeleCovid, un proveedor público de servicio de telemedicina. En septiembre de 2020, el Senado aprobó un nuevo proyecto de ley que regularía la telemedicina en lo sucesivo.
Los consumidores responden a la telemedicina
Los consumidores también respondieron tan pronto se impusieron las restricciones a la movilidad, como revelamos en un reciente estudio de telemedicina durante la crisis de la COVID-19 en Argentina, usando datos de Llamando al Doctor uno de los principales proveedores de telemedicina del país. Dichas restricciones, por un lado, aumentaron drásticamente el uso de la telemedicina, particularmente entre ciertos grupos de edad y de estado de salud, y, por el otro, pueden haber abierto el camino hacia una mayor aceptación de dicha modalidad después de la pandemia.
El impacto de las restricciones se sintió la semana del 13 de marzo. Para el 15 de marzo de 2020 el Gobierno había cerrado las fronteras internacionales y ordenado la suspensión de clases presenciales en las escuelas. Cinco días más tarde, declaró un cierre total, lo que provocó una abrupta disminución en las cifras de todo tipo de movilidad. Esto se puede ver en el siguiente gráfico, que utiliza datos de varias aplicaciones de software de navegación.
Gráfico 1. Cambio en la movilidad en Argentina 2020 vs 2019
El uso de la telemedicina, por su parte, aumentó drásticamente a medida que los pacientes buscaban sustitutos para la atención en persona. Durante la semana del 13 de marzo, el número total de llamadas aumentó un 233%, el número de llamadas de usuarios de telemedicina por primera vez aumentó un 226% y el número de llamadas que dieron lugar a recetas aumentó un 342%. Como se puede ver en el gráfico 2, este aumento persistió durante los siguientes meses de confinamiento e incluso después. De hecho, aunque el uso de la telemedicina disminuyó ligeramente tras la relajación de las restricciones, siguió siendo significativamente mayor que durante el periodo previo a la pandemia, lo que indica un cambio potencialmente permanente hacia la aceptación de esta innovadora práctica médica.
Gráfico 2. Cambios semanales estimados en la demanda de telemedicina
Una demografía cambiante
No solo el número de nuevos usuarios de telemedicina marcó la diferencia, sino que también hubo un cambio en las características de los usuarios. Mientras que los pacientes que utilizaron la telemedicina durante 2019 tenían una edad media de 30 años y no tenían problemas de salud subyacentes, el aumento sustancial de su uso durante la pandemia fue impulsado por los pacientes mayores de 65 años y aquellos con enfermedades preexistentes, ya que las experiencias positivas parecieran haber superado sesgos previos y restricciones de comportamiento para utilizar una forma más virtual de tratamiento.
Gráfico 3. Efectos heterogéneos
Obviamente, es imposible saber con seguridad cuán duraderos serán estos cambios. Argentina, como muchos de los países de América Latina, sigue en medio de la crisis de la COVID-19 con medidas sostenidas de distanciamiento social. Además, no tenemos un grupo de control adecuado, por lo que el comportamiento anterior es el único punto de comparación disponible. Este complicado escenario deja preguntas sin respuesta, sobre todo en cuanto a si ha habido otros factores de confusión que podrían haber afectado la demanda de telemedicina durante la pandemia.
Posibles beneficios de la telemedicina en el futuro
Sin embargo, nuestro análisis parece proporcionar información crucial sobre los cambios en el uso de la atención médica y descubrir una demanda de servicios de telemedicina, que había permanecido oculta, y la cual trae numerosos beneficios potenciales para el futuro. La telemedicina, durante la pandemia, ha facilitado el diagnóstico de pacientes, ayudando a dirigirlos al proveedor de atención médica más adecuado, a aislar a aquellos que podrían estar infectados por el virus y a aumentar la capacidad del sistema sanitario. Si el aumento de la demanda de servicios de telemedicina persiste, como esperamos y deseamos que sea, esta podría surgir a largo plazo como una herramienta crucial para la gestión de la salud pública que aumenta la accesibilidad de la atención médica y reduce significativamente el tiempo y los costos de desplazamiento para obtenerla.
Para que esto ocurra y para que la telemedicina se convierta en una realidad en la región, habrá que resolver muchos problemas del sistema, incluso como servicios de comercio transfronterizo cuando el sistema sanitario de uno o varios países se vea desbordado. Esto incluye el establecimiento de un marco jurídico y reglamentario más sólido en lo que respecta a la privacidad de los pacientes, los seguros y el otorgamiento de licencias a los profesionales médicos. No obstante, uno de los aspectos positivos de la terrible tragedia de la COVID-19 puede ser la aceptación generalizada de una nueva y poderosa herramienta de atención médica y la mejora de los resultados de los pacientes, especialmente entre las comunidades remotas y desatendidas.
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