En las próximas décadas América Latina y el Caribe afrontará importantes desafíos en el sector salud, incluyendo una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes y trastornos mentales; un aumento en los costos del tratamiento de esas y otras enfermedades no transmisibles; y un entorno fiscal complicado tras la dura pandemia de la COVID-19. Con una población que envejece y recursos limitados, la región debe hacer frente a graves cargas epidemiológicas y económicas, al tiempo que garantiza que las poblaciones más pobres y aisladas geográficamente estén incluidas en las soluciones provistas.
La digitalización brinda un inmenso potencial para hacer frente de manera costo-efectiva y escalable a graves desafíos en materia de salud. La gran mayoría de los habitantes de la región posee un teléfono móvil y tres cuartas partes de la población utiliza Internet. Cada vez más personas tienen teléfonos inteligentes. Estas herramientas digitales pueden desempeñar un papel fundamental en la optimización de la atención médica, fomentando comportamientos más saludables y mejorando el acceso a la atención especializada. También pueden ayudar a superar las barreras económicas y geográficas y permitir al personal de salud ampliar sus servicios a una mayor parte de la población.
Soluciones digitales para la depresión
Consideremos el caso de la depresión, un trastorno mental debilitante que interfiere en prácticamente todos los aspectos de la vida cotidiana, y cuyo tratamiento se ve constreñido por el limitado gasto en salud mental y la concentración de especialistas en zonas urbanas. Como señalamos en un estudio reciente sobre los beneficios y riesgos de la digitalización, la depresión puede ser tratada de manera eficaz con terapia cognitivo-conductual (CBT, por sus siglas en inglés), la cual busca desarrollar las habilidades de las personas para reducir los pensamientos negativos. La buena noticia es que la CBT se ha adaptado a múltiples herramientas digitales, incluidos sitios web, aplicaciones y chatbots. Estas herramientas, incluidas las interactivas y multimedia, pueden ser utilizadas de forma productiva por los pacientes, sin la intervención de un profesional de la salud mental, especialmente para los casos más leves de depresión.
Para los casos más graves, la mezcla de herramientas digitales y cierto contacto con un psicólogo o con un trabajador de la salud con formación especializada, mediante una terapia cognitivo-conductual guiada por Internet (ICBT, por sus siglas en inglés) puede dar resultados impresionantes. Puede producir resultados tan significativos como la terapia en persona o por teléfono. Y puede ahorrar al personal de salud dos tercios del tiempo que normalmente dedicaría en brindar a cada paciente el tratamiento en persona. De este modo, el personal de salud puede atender a otros pacientes. Un análisis de un programa hipotético en Perú estimó que 70 psicólogos podrían proporcionar un tratamiento completo de CBT durante un año a 13.300 pacientes en persona o por teléfono, pero con la modalidad de ICBT podrían atender a 30.600 pacientes. El ahorro de costos sería considerable. Por cada dólar estadounidense invertido, la sociedad recibiría US$5 de beneficios por el tratamiento en persona, US$7 por la opción telefónica y US$15 por la ICBT, incluido el ahorro en honorarios de terapeutas y en costos de tiempo y transporte de los pacientes.
Una dosis de prevención
La educación, los recordatorios y las notificaciones a través de sitios web, aplicaciones y servicios de mensajes cortos (SMS) pueden contribuir en promover la prevención de enfermedades. Pueden ayudar a las personas a adoptar estilos de vida más saludables incluyendo una mejor alimentación, más ejercicio físico y reducir el consumo de productos poco saludables, como el tabaco. Asimismo, dispositivos de seguimiento, incluidas las aplicaciones y los dispositivos portátiles, pueden ayudar a las personas a monitorear indicadores relevantes de salud. Todo ello es fundamental para combatir el desarrollo de problemas de salud graves, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, así como otras dolencias no transmisibles. Por ejemplo, experimentos con SMS para fomentar una alimentación sana y la actividad física en pacientes prediabéticos en China, India y Reino Unido mostraron una reducción de entre el 5% y el 30% en la aparición de diabetes al cabo de dos años.
La clave está en garantizar, por un lado, que esos beneficios lleguen a la mayor parte de la población y, por otro lado, que se tengan en cuenta cuestiones de equidad. Los tipos de atención médica a distancia, como la telemedicina, la teleterapia y la ICBT, pueden aumentar el acceso a los servicios de salud de las personas que viven en zonas que no cuentan con especialistas, que tienen movilidad limitada o donde el estigma puede dificultar el acceso a la atención. Y como un uso más amplio de las herramientas digitales libera personal de salud y presupuesto público, también hace posible que se atiendan a más pacientes en zonas remotas donde los servicios digitales no están disponibles o donde otros factores dificultan el uso de soluciones tecnológicas.
La importancia de las estrategias y la infraestructura digital
Está claro que la transformación hacia un sistema de salud más digital no será una labor fácil. Los gobiernos tendrán que hacer inversiones productivas en infraestructuras y estrategias digitales. Por ejemplo, solo la mitad de los 26 países miembros del BID cuentan actualmente con normas nacionales que autorizan la telemedicina. Los gobiernos tienen que revisar la terapéutica digital y el software de soluciones de salud para garantizar tanto la eficacia como la seguridad de los pacientes. Y deben encontrar la manera de garantizar la ciberseguridad, la privacidad y la conectividad generalizada. Dado que la mayoría de los datos sobre la eficacia de las intervenciones digitales proceden de países de altos ingresos, también resulta fundamental diseñar, adaptar, probar y poner en práctica aplicaciones digitales adaptadas al contexto de América Latina y el Caribe.
La prevención y el tratamiento de enfermedades en una región de inmensa diversidad socioeconómica, educativa y geográfica son intrínsecamente complejos y requieren una atención polifacética e integrada. No existen las curas milagrosas. Pero dado su bajo costo, su alta escalabilidad y su impresionante eficacia en muchos frentes, los enfoques digitales en materia de salud ofrecen grandes promesas y deberían convertirse en componentes clave de los sistemas de salud de toda la región.
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