Los robos a bancos que asolan a las pequeñas ciudades brasileñas son repentinos y destructivos. Sofisticadas bandas de delincuentes, conformadas por diez o más personas, asaltan un banco en plena noche, abren sus cajas fuertes, se apoderan de su efectivo y destruyen el resto de su infraestructura física con explosivos. Para el momento en que los habitantes locales se han levantado, los asaltadores ya se han marchado con su botín. El banco, en algunos casos el único del municipio, ha quedado reducido a escombros y los clientes en busca de efectivo deben desplazarse más lejos, a otra sucursal, o adoptar una solución de banca digital que les permita realizar transacciones sin efectivo.
En un estudio que realizamos en más de la mitad de los estados de Brasil, descubrimos que, entre 2018 y 2021 fueron asaltadas 1.396 sucursales bancarias. Aunque esos robos resultaron sumamente perjudiciales tanto para los bancos como para sus clientes, también ofrecieron un resquicio de esperanza: el permitirnos examinar el efecto de las sucursales bancarias físicas en la adopción de las tecnologías digitales.
Una preferencia tradicional por el efectivo
Las personas que tienen fácil acceso al dinero en efectivo de cajeros automáticos suelen utilizarlo porque viven en entornos en los que las tiendas y demás negocios también lo prefieren. O también es posible que sean reacias a adoptar soluciones de banca digital debido a sesgos de comportamiento, falta de información y desconfianza. Sin embargo, todo esto puede cambiar cuando un acontecimiento como un asalto a un banco aumenta los costos de usar efectivo. De repente, los clientes de la banca tradicional podrían empezar a utilizar la banca digital en lugar de asumir el costo de desplazarse a sucursales físicas lejanas que no han sido afectadas. Y según lo que los economistas denominan complementariedades en la adopción de tecnologías, la preferencia de la economía local por el efectivo puede empezar a disminuir, creando nuevas oportunidades para las soluciones digitales y la banca digital.
La industria financiera en Brasil está altamente concentrada: los cinco principales bancos comerciales registraron más del 68% de los activos y más del 63% de los créditos en 2021. Esta falta de competencia contribuye a mantener las tarifas altas. En noviembre de 2020, el Banco Central de Brasil puso en marcha un nuevo sistema de pago instantáneo llamado Pix, que permite realizar pagos desde todo tipo de cuenta utilizando una simple clave (correo electrónico, número de documento de identidad o de teléfono). Pix es una solución fácil de usar, gratuita para los particulares y rápida, y ha sido un factor importante en la mayor digitalización del sector bancario en Brasil. No obstante, el 40% de la población adulta del país, sigue sin utilizar ninguna solución digital para realizar sus transferencias financieras.
El impacto de los asaltos bancarios
Queríamos ver cómo la supresión de las sucursales bancarias físicas podría cambiar esa situación y abrir paso a un sector financiero más digitalizado. Aprovechando el hecho de que los asaltos bancarios suelen hacer que no haya efectivo disponible en una sucursal bancaria durante un par de meses, estudiamos el efecto sobre el uso de Pix en municipios afectados por los asaltos (nuestro grupo de tratamiento) y municipios similares no afectados (nuestro grupo de control). Encontramos que, tras un robo en un municipio, se produce un aumento en el uso de soluciones digitales, con un incremento cercano al 9% en el número de usuarios de Pix y de las transacciones a través de Pix. Además, observamos que esos efectos persistieron mucho después de que se produjeran los asaltos, lo que indica un cambio duradero en el comportamiento de los consumidores. También se evidencia un aumento en las transferencias digitales a larga distancia (intermunicipales) y, en los municipios afectados, un incremento sustancial en el uso de entidades de pago digital y de la banca digital (13,8% y 18,6%, respectivamente). La dependencia local en las sucursales bancarias físicas y en el efectivo, al parecer, reduce la competitividad de las entidades financieras digitales, mientras que la supresión del efectivo la aumenta.
Los beneficios de la digitalización y una mayor competencia
La creciente competencia tiende a ser una fuerza positiva. Una mayor competencia entre los servicios de pago puede dar lugar a una mayor competencia entre otros servicios bancarios (crédito, inversión, servicios de gestión, captación de depósitos). A medida que más personas utilicen Pix en todo el sistema bancario, por ejemplo, los bancos podrán utilizar los datos de pago para ofrecer servicios de crédito mejor adaptados. De hecho, nuestro estudio muestra que el número de personas con préstamos de entidades digitales aumentó tras los asaltos. El avance hacia una mayor digitalización financiera es un proceso complejo, obstaculizado por numerosos factores, entre ellos los hábitos de los consumidores y la desconfianza. Pero cuando una economía local se acostumbra a los servicios digitales —como tras un asalto a un banco u otro shock—, los cambios de comportamiento pueden acumularse y dar lugar a más y mejores opciones tanto para los consumidores como para las empresas.
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