Rosa, una mujer de 44 años que vive en Bogotá, tiene problemas para vacunar a Alicia[1], su hija de 9 años, con la muy eficaz vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). Ha oído hablar de la vacuna, pero no se la ha puesto a Alicia porque su pediatra aún no la ha mencionado en ninguno de los controles médicos de la niña, y ella no está segura sobre cuál es la postura del gobierno al respecto.
Esto supone un riesgo para Alicia. El VPH es una de las infecciones más comunes del aparato reproductor y puede provocar diversos tipos de cáncer, en particular cáncer de cuello uterino, una importante causa de mortalidad entre las mujeres en América Latina, donde la prevalencia del VPH es la segunda más alta después del África Subsahariana. La Organización Mundial de la Salud calcula que el 16,1% de las mujeres en América Latina sufren de VPH, frente a un promedio mundial del 11,7%.
Los expertos coinciden en que la mejor manera de prevenir el VPH y el cáncer de cuello uterino es vacunando a las personas jóvenes antes de que inicien su vida sexual. Sin embargo, la cobertura de la vacuna contra el VPH en la región sigue estando muy por debajo de los niveles observados en América del Norte. Lamentablemente para Alicia y otras niñas como ella, la desinformación desempeña un papel clave.
Vacunación contra el VPH en Colombia
La situación en Colombia, donde el gobierno hizo una excelente labor al ofrecer la vacuna, sirve como ilustración de este dilema. Colombia fue uno de los primeros países de América del Sur en aplicar la vacuna contra el VPH y tuvo una de las tasas de cobertura más altas en América Latina. Sin embargo, las tasas de vacunación se desplomaron tras un incidente ocurrido en 2014, que recibió amplia cobertura en los medios de comunicación y las redes sociales, en el que luego de ser vacunadas varias mujeres jóvenes de un municipio costero sufrieron numerosos efectos secundarios, incluidos desmayos, taquicardias y dolor en el torax. Un riguroso estudio del Instituto Nacional de Salud en Colombia descubrió que el brote de efectos secundarios era de origen psicológico y no físico. Pero el daño ya estaba hecho. Las tasas de vacunación para la primera dosis del régimen cayeron de más del 97% en 2012 al 14% en 2016 y, tras un resurgimiento, volvieron a subir a cerca del 39% en 2021, lo que hizo que el país solo tuviera un rendimiento promedio en la región.
El Ministerio de Salud de Colombia apoya la vacuna contra el VPH y la administra gratuitamente a las niñas de entre 9 y 17 años. Sin embargo, en varias entrevistas realizadas durante 2021, descubrimos que otros padres en Bogotá aún compartían la incertidumbre de Rosa con respecto a la opinión de los médicos y del gobierno en ese sentido.
Una guía de la economía del comportamiento para mejorar la vacunación
Aquí es donde entra en juego la economía el comportamiento. Utilizando los principios de la economía del comportamiento, hemos diseñado en el BID una guía para los funcionarios del gobierno que enfrentan desafíos similares a los de Colombia, buscando mejorar los esfuerzos de los gobiernos en la promoción de la medida preventiva. La guía, que está lista para ser descargada, orienta a profesionales y formuladores de políticas públicas a través de una intervención realizada en Bogotá para aumentar la vacunación contra el VPH mediante mensajes de texto SMS.
Algunos de los mensajes que tuvieron éxito se diseñaron pensando en padres como Rosa: mensajes que indicaban el apoyo a la vacuna por parte del gobierno y los médicos. Por ejemplo, el grupo de madres que recibió un mensaje indicando la aprobación de los médicos, registró un aumento del 35% en comparación con un grupo de control que no recibió ningún mensaje (ver el gráfico). Los resultados de este y otros mensajes probados en la intervención pueden consultarse en el sitio web del Grupo de Economía del Comportamiento del BID. La guía explica la metodología aplicada, los resultados y los contenidos que resultaron más útiles. Y lo que es más importante, es una guía para los formuladores de políticas públicas que les ayudará a pensar en formas de aumentar la vacunación contra el VPH en su zona geográfica.
La importancia de las nuevas tecnologías
El trabajo también señala, entre otras cosas, cómo la creciente disponibilidad de teléfonos móviles e internet permite a los investigadores llegar a la gente de forma directa y a bajo precio. Los mensajes de texto SMS, en particular, se utilizan cada vez más para aumentar las tasas de vacunación. Por ejemplo, un experimento en Guatemala demostró que los recordatorios por SMS a los padres sobre la próxima fecha de vacunación de sus hijos lograron aumentar las tasas de vacunación en 4,9 puntos porcentuales. Este y otros ejemplos del uso de la economía del comportamiento para mejorar los resultados de salud pueden encontrarse en una publicación reciente del Grupo de Economía del Comportamiento del BID: Pequeños empujones para América Latina y el Caribe: una década de mejorar la política pública con la economía del comportamiento.
Tanto el estudio sobre la vacunación contra el VPH como la guía fueron un proyecto conjunto con la American Cancer Society, el Behavioral Government Lab de la Universidad del Rosario, la Secretaría de Salud de Bogotá y el Ministerio de Salud de Colombia. Implicar a las partes interesadas garantiza un mejor diagnóstico, una implementación con menos contratiempos y aumenta lo que los funcionarios públicos pueden aprender y asimilar. Fortalecer la capacidad de los formuladores de políticas públicas para implementar sus propias intervenciones también forma parte de nuestro trabajo. Los avances recientes han permitido a los investigadores aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar las tasas de vacunación en América Latina. Esta es una gran noticia tanto para Rosa como para millones de otros padres que, gracias a dichos avances, podrían ver mejorar significativamente la salud de sus hijos en las próximas décadas. Los formuladores de políticas públicas deberían tomar nota y promover estas nuevas herramientas, ya que son costo-efectivas y pueden llegar a gran parte de la población con resultados significativos.
[1] Estos nombres fueron cambiados para preservar la confidencialidad.
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