“Somos una generación de mujeres jóvenes a las que se les dijo: ‘Puedes hacer cualquier cosa’, pero en los hechos lo que nos mostraba era: ‘Tienes que hacer todo”
― Courtney E. Martin, escritora y activista estadounidense
Laura tiene 17 años, vive en Puebla, México, y está por terminar la escuela. Los últimos dos años, su rutina cambió radicalmente por culpa de la pandemia. Laura pasó de ser una estudiante sobresaliente a tener que ayudar más en casa en las labores domésticas. Estudiar en casa sin libros a su disposición, con mala conexión a internet y más actividades extra hizo que su promedio escolar bajara, pero aun así logró completar la preparatoria.
Las estudiantes dedican más tiempo a actividades del hogar
Laura vive con sus padres y sus dos hermanos varones, pero la carga de actividades en el hogar no se reparte de manera uniforme. Ambos padres trabajan todo el día fuera de casa. Su hermano mayor toma clases en línea de la licenciatura y le queda poco tiempo para otros deberes. Su hermano menor usualmente necesita ayuda con sus tareas. Laura se dedica a todo. Mientras una de sus docentes desde Ciudad de México destaca la historia de esfuerzo y tenacidad de Laura en pandemia, ella piensa que su experiencia no refleja nada extraordinario. Para ella, su rol era ”lo natural”: la combinación de trabajo en el hogar y las demandas externas es lo que siempre ha visto reflejado en las mujeres de su entorno familiar y comunidad.
Como Laura, muchas estudiantes deben ajustar sus actividades escolares con las tareas de trabajo doméstico y de cuidado del hogar. Incluso antes de la pandemia el tiempo dedicado a tareas del hogar por parte de las mujeres se duplica de los 14 a los 18 años. Con las cuarentenas del 2020, esto aumentó aún más. El número de horas dedicadas a tareas del hogar aumentó en 18% en el caso de las mujeres y únicamente 2% en el caso de los hombres. Esta inequidad tiene repercusiones sobre el tiempo que pueden al estudio, mermando significativamente sus resultados escolares.
Cambio porcentual en el número de horas dedicadas a actividades del hogar por alumnos de 15-17 años. México, variación promedio 2015-2019 y 2020
Las jóvenes presentan mayor riesgo de exclusión del sistema educativo y el mercado de trabajo
La pandemia intensificó brechas de género ya presentes en la educación y salida al mercado laboral. La crisis económica resultó en aumentos importantes en el riesgo de abandono y un aumento significativo en la proporción de jóvenes excluidos del sistema educativo y el mercado de trabajo, particularmente para las mujeres y los sectores más vulnerables (pobres y jóvenes residentes en zonas rurales). Como se evidencia en la siguiente gráfica, en los mercados laborales se observa un impacto inicial parecido entre ambos géneros, la recuperación es mucho más rápida en el caso de los hombres. De hecho, el porcentaje de mujeres que no estudian ni trabajan remuneradamente sigue siendo entre 9 p.p. y 23 p.p. mayor que el de los hombres en el mismo grupo de edad de 20-24 años. En los mercados laborales se observa un impacto inicial parecido entre ambos géneros, pero la recuperación es mucho más rápida en el caso de los hombres.
Porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan remuneradamente en América Latina entre 2019-2020, desagregación por sexo
Como lo muestra el caso de Laura y lo demuestran los datos en América Latina, los efectos de la pandemia sobre la educación y trabajo han sido claramente desiguales para los hombres y las mujeres. Un estudio reciente de la División de Educación del BID ha identificado esta situación como “la trampa de género de la pandemia”.
¿Cómo escapar de la trampa de género en educación?
Bajo este panorama, es fundamental desarrollar intervenciones y políticas con enfoque de género para evitar que esta trampa se traduzca en una desigualdad permanente. Acciones que actualmente desarrollamos bajo el impulso a modalidades flexibles y programas de tutorías y mentorías focalizados para adolescentes en riesgo de deserción.
¿Qué pueden hacer los sistemas educativos de ALC para apoyar a las estudiantes que viven esta doble responsabilidad? ¿Qué posibilidades imaginas en tu escuela o sistema educativo? Cuéntanos tus experiencias o comparte tus comentarios al blog.
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