¿Te has preguntado alguna vez qué papel juegan las políticas públicas en el sector creativo? Las políticas de fomento a las industrias culturales y creativas (ICC) tienen una relación natural con las políticas de carácter social, cuando el objetivo es promover la inclusión social, la promoción de la diversidad cultural y el desarrollo humano. A su vez, las iniciativas destinadas a fomentar las industrias creativas tienen una estrecha relación con el impacto económico, cuando se refieren a la creación de empleo y a la generación de ganancias fruto de la comercialización y exportación de sus productos y servicios.
Por ejemplo, el impacto en el Producto Interno Bruto (PIB) de los sectores creativos en América Latina y el Caribe representa en promedio el 2,2%, y ha generado en el 2019 más de 1,9 millones de puestos de trabajo.
La pandemia de la COVID-19 golpeó al sector a partir del 2020. Las ventas de las empresas de las ICC decayeron en un 80%, y los más afectados fueron los trabajadores autónomos o freelancers que se desempeñan en el sector informal con escasa protección social y económica.
Cuatro casos que fomentan las industrias creativas
Las políticas de fomento a la economía creativa se caracterizan por tener como población objetivo a artistas, productores, gestores y todo tipo de trabajadores del sector. Contemplan, además, entre sus diversos enfoques la formación de capital humano y la asistencia técnica.
Entre esta clase de iniciativas, se destacan los fondos concursables, que por ejemplo incluyen el otorgamiento de becas, residencias o incentivos similares. Tal es el caso de las Becas Chile Crea, enfocadas en financiar cursos, diplomaturas o posgrados orientados a artistas de distintos sectores creativos, y a la generación de conocimiento académico en el área.
En contraste, la Ley de Economía Naranja de Colombia incluye la formación del talento dentro de sus pilares, a través de dos vías: mediante la profesionalización de los servicios de los sectores creativos en su eje centrado en industrias y en el fomento de la recolección de información y datos que permitan caracterizar a la economía creativa. De esto se deduce —aunque no explícitamente— una intención en el largo plazo de que dichas iniciativas puedan ser comprobables y medibles en su impacto.
Algo similar sucede con Trinidad y Tobago y su Artist Portfolio Development Programme, que busca sobre todo refinar el portafolio de artistas de la música para mejorar las posibilidades de internacionalizar sus carreras.
En el caso argentino de la Formación en Gestión Cultural Pública, se capacita en la relación con el aparato público federal, además de otorgar herramientas de gestión y de contenidos. A pesar de los esfuerzos por favorecer la protección y la formación de capital humano en los sectores creativos, esta sigue siendo una tarea pendiente para cuya aceleración serán necesarias iniciativas público-privada para fortalecer, capacitar y emplear a los innumerables creativos que hoy en día no tienen las oportunidades y las condiciones para vivir de sus oficios.
¿Qué aporte tienen los Ministerios de Educación en los presupuestos de cultura?
Para comprender en profundidad los desafíos de los ministerios de Educación y Cultura, desde el Banco Interamericano de Desarrollo lanzamos la publicación “Financiamiento Público a la Cultura y la Creatividad en América Latina y El Caribe: Presupuestos, Instrumentos y Perspectivas” con el objetivo de visualizar los recursos con que cuentan los ministerios de Cultura.
Tras analizar 14 países de la región, el informe concluye que los presupuestos de la institucionalidad cultural (Ministerios, Secretarías o Direcciones nacionales) representan en promedio un 0.34% del total del presupuesto nacional.
Este porcentaje parece pequeño, si se considera que estas direcciones tienen la responsabilidad de gestionar toda la cadena de valor de los productos o servicios de las industrias culturales, lo que abarca desde el fomento de la política de creación, de acceso y de internacionalización, hasta el apoyo a la administración y regulaciones, capacitación a los creativos y emprendedores y educación por mencionar algunas.
Otro importante hallazgo fue que el aporte indirecto a los ministerios de Cultura, es decir aquel que viene de otros ministerios, sería más grande que el que se destina a la institucionalidad cultural en algunos países.
De los países analizados, solo cuatro (Argentina, Chile, Colombia y México) cuentan con información asociada a los recursos destinados desde otras instituciones públicas a programas de cultura, y de estos solo Argentina y Chile los publica de forma periódica.
Los recursos, en ambos países, exceden con creces los aportes en cultura: alcanzan 0,52% y 0,42% del total del presupuesto público respectivamente. En el caso de México y Colombia la proporción es un tercio inferior.
Resulta revelador que para Argentina, Chile y México la contribución del Ministerio de Educación a cultura es significativa. En el caso de Argentina, corresponde a 0,10%, mientras que en México se considera el 0,08% de la Secretaría de Educación Pública (SEP). En Chile representa la participación más significativa del total de instituciones analizadas, con un 0,17%.
Este dato es clave para repensar la forma en que pensamos y coordinamos las iniciativas desde lo público para potenciar el sector cultural.
La importancia de desarrollar el capital humano para las industrias culturales
Las instituciones culturales tienen múltiples necesidades y escaso presupuesto. Esto refuerza la necesidad de identificar los distintos tipos de beneficiarios a lo largo de la cadena de valor y trabajar en fortalecer la coordinación con otros ministerios, como el caso de los ministerios de Educación.
En el desarrollo de capital humano para el sector es importante considerar a las poblaciones rurales, pues la cultura se ha expresado históricamente a través de sus territorios. Las estrategias para canalizar esos talentos natos, que en muchos casos pertenecen a la informalidad, necesitan enfocarse en nuevas oportunidades educativas, pero también en crear oportunidades para que estos jóvenes y no tan jóvenes puedan encontrar empleos a través de su pasión.
Es por ello por lo que en el 2022 lanzamos el proyecto Sandbox Audiovisual que impulsa oportunidades de crecimiento para jóvenes en poblaciones vulnerables de Colombia. Es una nueva apuesta para el fortalecimiento del desarrollo de habilidades, especialmente de aquellas que aumentan las oportunidades laborales y de participación económica de todas las personas.
La región tiene la urgencia de diversificar sus industrias y se necesitan cambios radicales que ayuden a trabajar más en colaboración de una manera intersectorial con los diversos actores que apuntan al desarrollo de capital de las futuras generaciones para aprovechar la riqueza de la diversidad cultural.
Conoce más sobre el Financiamiento público a la cultura y la creatividad en América Latina y el Caribe: presupuestos, instrumentos y perspectivas y el trabajo del BID en la promoción del desarrollo de habilidades del siglo XXI.
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