Un tema recurrente en las conversaciones sobre educación es que los milenials están demandando más tecnología dentro del aula, y los maestros se resisten a las innovaciones educativas. Me atrevo a no estar de acuerdo.
En los seis años que llevamos dirigiendo Geekie -una empresa que reúne tecnología de vanguardia con metodologías pedagógicas innovadoras para impulsar el aprendizaje- hemos visto en más de 10 millones de estudiantes y 5.000 escuelas un entusiasmo por la tecnología que es compartido por estudiantes y profesores por igual.
Entonces, ¿cómo impacta la tecnología en la vida de los maestros?
En una sociedad con múltiples demandas simultáneas, caracterizada por el desarrollo tecnológico y el amplio acceso a la información, los docentes se enfrentan a nuevos retos para satisfacer las demandas de los alumnos y de los padres. Uno de los desafíos más comunes es la gestión del tiempo. Por ejemplo, en Brasil, los docentes dedican el 12% de su tiempo a la gestión de tareas, el 20% a mantener el orden en clase y el 67% se dedica al proceso de enseñanza y aprendizaje (OCDE).
Cuando miramos más de cerca estos datos, vemos que una parte significativa de su tiempo se dedica a tareas operativas, tales como corregir ejercicios y pruebas, llenar listas y tablas, desarrollar y revisar planes, y calcular calificaciones -una larga lista de tareas que, aunque importantes, podrían ser reimaginadas con el apoyo de la tecnología.
Geekie One es un ejemplo de una tecnología que, cuando se combina con la intención pedagógica correcta, permite a los profesores más tiempo para interactuar personalmente con los estudiantes, lo que conduce a una experiencia de aprendizaje más significativa. El aspecto individualizado que ofrece la tecnología es un gran activo para profesores y estudiantes, ya que ambos reciben retroalimentación constante a través de plataformas tecnológicas. Los estudiantes tienen, individualmente, más tiempo con sus maestros, lo que resulta en más empoderamiento, entusiasmo y orgullo en sus propios resultados.
Los maestros, a su vez, ven la retroalimentación sobre su trabajo como algo muy productivo. Cuando observamos el desafío del compromiso y la motivación de los estudiantes, la tecnología también es un aliado. Según la Fundación Getulio Vargas, el 40% de los jóvenes que han abandonado la escuela en Brasil dicen que la falta de interés es su principal motivación, no la necesidad de trabajar.
Al enfrentar el desafío de reducir la deserción escolar (según la PNAD, el 50% de los jóvenes brasileños no terminan el bachillerato al llegar a los 19 años), nos damos cuenta de que el papel de la tecnología en la educación no se limita a hacer más atractivos los contenidos, sino que la tecnología permite a los profesores entender las necesidades de cada estudiante en tiempo real, de manera personalizada, y así ayudar a los estudiantes antes de sentirse bloqueados o desmotivados y luego se den por vencidos porque no están aprendiendo.
Los avances tecnológicos son exponenciales también para los profesores. Las tecnologías digitales aportan aún más beneficios cuando se centran en los educadores. Proporcionarles una computadora portátil ayudó a aumentar las calificaciones de PISA en 2,7 puntos en Brasil.
Esto es posible porque no estamos hablando de automatización, sino de la posibilidad innovadora de personalizar y canalizar el tiempo de los profesores y directivos hacia el aprendizaje real, utilizando recursos y metodologías capaces de apoyar una educación centrada en las necesidades de los alumnos y el desarrollo de habilidades digitales.
El uso de las tecnologías en el aula va más allá de la formación de los profesores sobre cómo utilizar una herramienta. Hemos demostrado que los recursos tecnológicos pueden hacer de la lección una experiencia más dinámica y completa. Algo mucho más divertido y acogedor para estudiantes, profesores, padres y toda la comunidad educativa.
Entrada por Claudio Sassaki tiene una maestría en educación de la Universidad de Stanford y es cofundador de Geekie, una empresa líder en educación innovadora en Brasil y el mundo.
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