Muchos de los problemas que han afectado a las familias durante el último año son anteriores a la pandemia y es inevitable que persistan una vez que las tasas de infección disminuyan y sea posible prescindir de las mascarillas. Son cuestiones que desde hace tiempo reclaman una atención adecuada y debemos mantenerlas en la mira durante el periodo de recuperación en todas las regiones. Es por ello que en este posteo en dos partes, repasamos tres hallazgos del primer año de la encuesta RAPID-EC national survey, que incluye la participación de 10.707 familias de los 50 estados de Estados Unidos. Esperamos que estos resultados aporten a futuras conversaciones entre formuladores de políticas, el mundo académico y los socios de América Latina y el Caribe.
La pandemia ha hecho que para muchas familias con niños pequeños sea difícil cubrir las necesidades básicas, lo que ha tenido efectos negativos en el bienestar de los cuidadores y de los niños
En 2020, la encuesta RAPID-EC mostró que la pandemia ha provocado una “reacción en cadena de dificultades” para muchas familias con niños pequeños. Una gran proporción de ellas ha experimentado algún tipo de dificultad material (es decir, dificultad para pagar las necesidades básicas como la comida, la vivienda y los servicios públicos): a lo largo del año, no menos de uno de cada cuatro hogares con niños pequeños y en muchas ocasiones hasta uno de cada tres experimentó sistemáticamente dicha dificultad. Esto afecta al bienestar de las familias.
Medimos el malestar emocional en los adultos como un compuesto de depresión, ansiedad, estrés y soledad (en una escala del 1 al 100); y el malestar emocional en los niños como un compuesto de miedo/ansiedad e irritabilidad/desafío (también en una escala del 1 al 100). A medida que aumentaba la gravedad de las dificultades materiales, también lo hacía el malestar tanto de los padres como de los hijos.

Al observar nuestras encuestas semanales, vimos que la relación entre las dificultades materiales y el malestar emocional se desarrollaba de forma predecible: los reportes de los padres sobre las dificultades materiales en una semana determinada se asociaban con un mayor malestar de los adultos en las semanas siguientes. Hemos descrito este efecto como la “reacción en cadena de las dificultades materiales”.
También descubrimos que el apoyo emocional era un amortiguador poderoso de esta reacción en cadena: los adultos que declararon tener un alto nivel de apoyo emocional mostraron una menor propensión a verse afectados negativamente por las dificultades materiales. Cuando los cuidadores contaban con apoyo emocional, también protegían a sus hijos de los efectos negativos de las dificultades materiales.
En los últimos meses hemos visto otro hallazgo prometedor. Tras haberse puesto a disposición dos pagos de estímulo económico entre febrero y marzo, la proporción de familias que declaran tener dificultades materiales ha vuelto a los niveles observados en los primeros días de la pandemia. Aunque no podemos discernir a partir de nuestros datos si existe una relación causal entre estas tendencias, es promisorio que ambos indicadores se muevan en una dirección positiva. Será importante determinar si estas tendencias recientes continúan, se estabilizan o se revierten a medida que pasa el tiempo.
Es importante señalar que estas tendencias recientes no deberían ocultar el hecho de que actualmente una de cada cuatro familias con niños pequeños —es decir alrededor de 3,6 millones de familias en Estados Unidos— todavía no puede pagar las necesidades básicas y experimenta los desafíos que ello supone para el bienestar de los cuidadores y de los niños.
En general, hemos visto que el aumento de las dificultades materiales repercute negativamente en el bienestar de los cuidadores y de los niños, pero también que esta cascada puede detenerse e invertirse cuando las familias con niños pequeños cuentan con el apoyo que necesitan.
La histórica desigualdad racial que existe entre las familias con niños pequeños ha aumentado en el último año
El segundo hecho que se ha destacado sistemáticamente en los datos de RAPID-EC y en otros, es que las desigualdades estructurales basadas en la raza/etnicidad —que son de larga data y estaban bien documentadas desde mucho antes — han empeorado durante la pandemia. Por ejemplo, a lo largo de todo el primer año de la encuesta, las familias afroamericanas y latinas han experimentado tasas significativamente más altas de dificultades materiales que las familias blancas, y más hogares afroamericanos y latinos que tenían ingresos medios/altos antes de la pandemia, han enfrentado más dificultades que las familias blancas con los mismos niveles de ingresos. De hecho, durante muchas semanas, la proporción de familias afroamericanas y latinas que no podían pagar las necesidades básicas duplicó a la de las familias blancas.

Estas desigualdades también se observaron en nuestros análisis de las respuestas a la pregunta abierta de “¿Cuáles son los mayores retos a los que usted y su familia se enfrentan durante la pandemia?”. El gráfico a continuación muestra la frecuencia relativa con la que aparecen temas específicos en las respuestas ofrecidas por los encuestados afroamericanos en comparación con los blancos, tras controlar los ingresos. Como se puede ver, las familias afroamericanas y blancas han experimentado la pandemia de manera muy diferente. Para las familias blancas, los principales retos han girado en torno a las privaciones sociales, mientras que para las familias afroamericanas han sido satisfacer las necesidades básicas.
La pandemia ha puesto un peso adicional sobre las familias que tienen un niño con discapacidad
Nuestros datos, y otros informes, también han demostrado que las familias con un niño con discapacidad —sobre los cuales se han documentado numerosas disparidades económicas y sociales antes de la pandemia— han experimentado desafíos desproporcionadamente mayores en muchos ámbitos en el transcurso de la pandemia. Estas familias también han tenido menos acceso a apoyo social y emocional que otras familias.
Por ejemplo, los hogares con niños con discapacidad registraron mayores índices de dificultades materiales que otros hogares, quizás en parte debido a los mayores gastos asociados al cuidado de un niño con discapacidad. Además, existen disparidades en la atención sanitaria: el 50% de los niños con discapacidad no acudieron a una visita de control del bebé o del niño, un porcentaje significativamente mayor que el 39% de los demás hogares. Asimismo, uno de cada cuatro niños con discapacidad (significativamente más que otros niños) tampoco recibió las vacunas de rutinas o las visitas preventivas de niño sano.

Además, aunque otras familias hayan podido acceder a los servicios virtuales y beneficiarse de ellos, se ha probado que la prestación de servicios a distancia para niños con discapacidad constituye un reto complejo y no es el método más efectivo.
Desde las dificultades materiales hasta las desigualdades raciales y los niños con discapacidad, nuestros hallazgos muestran claramente cómo ha afectado la pandemia a la mayoría de las familias con niños en Estados Unidos. Ahora que has visto los resultados, nos gustaría compartir algunas ideas sobre cómo avanzar en la segunda parte de nuestro artículo. Mientras la esperas, por favor cuéntanos cómo ha afectado la pandemia a tu hogar o a los hogares de América Latina y el Caribe en la sección de comentarios más abajo.
Artículo originalmente publicado en el sitio web de RAPID-EC. Accede a la versión original aquí.
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