Por Elisabet Arribas-Ibar
La mayoría de los padres o cuidadores se vuelcan al cuidado de sus hijos, acudiendo a las visitas pediátricas rudimentarias y ocupándose de su cuidado diario, pero a menudo descuidan de su propia salud mental. Hablar de salud mental es difícil, pues continúa siendo un tema tabú, todavía más cuando lo abordamos en el contexto de la crianza. La realidad es que millones de niños, niñas y adolescentes viven con padres con problemas mentales y abuso de sustancias, que no son diagnosticados o tratados adecuadamente. De hecho, el 68% de las mujeres y el 57% de los hombres con enfermedades mentales y abuso de sustancias son padres.
Es preocupante que en América Latina y el Caribe se evidencian profundas brechas en la prevención y el acceso a tratamientos de trastornos mentales y abuso de sustancias. El 73,5% de los adultos con trastornos moderados o graves y el 82,2% de los niños y adolescentes enfrentan estas brechas. La pregunta es, ¿cómo influye la salud mental de los padres sobre el desarrollo de sus hijos?
Problemas mentales hereditarios
Numerosas investigaciones han demostrado que el estado de salud de los padres es un factor determinante en el desarrollo y la salud de sus hijos. Los hijos de padres con enfermedades mentales y con abuso de sustancias tienen mayor riesgo de padecer estas enfermedades a lo largo de sus vidas. Por medio de la transmisión neuro-biológica, cognitiva y de habilidades socioemocionales de generación en generación, los problemas mentales y las conductas de abuso de sustancias pueden replicarse en lo que se conoce como Salud Mental Transgeneracional (SMT). La manifestación de trastornos mentales a través de las generaciones se debe a la predisposición genética, a las características propias del individuo y a la relación que establece con su entorno.
La SMT ayuda a explicar cómo los problemas mentales, el abuso de sustancias y las experiencias traumáticas han afectado en las formas en que los miembros de la familia comprenden y expresan las emociones, establecen relaciones interpersonales, educan y trasmiten habilidades y conductas. Estos comportamientos y actitudes disfuncionales continúan por generaciones, convirtiéndose en una forma “normal” de criar y cuidar a los hijos.
Impacto sobre la crianza y las interacciones padre-hijo
Cuando los padres sufren trastornos mentales, el resultado puede ser un débil vínculo afectivo entre los padres y sus hijos y un entorno inestable y poco estimulante, que impacta fuertemente a la maduración cerebral y al desarrollo de la personalidad de los pequeños. Esto se debe a que padecer un trastorno mental reduce la empatía, la sensibilidad emocional y la capacidad para percibir señales del niño, interpretarlas correctamente y responder con prontitud y de manera apropiada. Por otro lado, el contacto visual, el lenguaje verbal, las expresiones amorosas como caricias y sonrisas, y los juegos interactivos que estimulan y refuerzan la interacción también se ven reducidos. Estas carencias y la percepción de un entorno inseguro exponen al pequeño al desarrollo de problemas conductuales, emocionales y sociales a corto y a largo plazo.
En consecuencia, la probabilidad de que un hijo desarrolle una enfermedad mental y/o abuse de sustancias a lo largo de su vida, teniendo padres con alguna afectación mental, es más de cuatro veces superior a la de los niños con padres sin problemas mentales. Estudios han revelado que alrededor del 61% de los hijos de padres con depresión mayor desarrollan una enfermedad mental a lo largo de su infancia y adolescencia. Además, investigaciones demuestran que la mayoría de los trastornos mentales en la edad adulta se manifiestan en la infancia o en la adolescencia, antes de los 14 años. Esto resalta la importancia de comprender la magnitud, los factores de riesgo y la progresión de los trastornos mentales a edad temprana.
“Cuidarnos para cuidarlos mejor”
Las enfermedades mentales de los padres representan un claro riesgo para los niños y niñas. Los padres deben reconocer la importancia de su bienestar mental. La crianza va más allá de los requisitos para satisfacer las necesidades básicas de los niños. Los padres tienen una influencia significativa en el desarrollo de su personalidad, sensibilidad emocional y en la adquisición de hábitos y comportamientos saludables.
La aceptación de que uno puede enfermarse durante la crianza es muy importante. Solicitar ayuda es indispensable, pero en muchas ocasiones no se procede por miedo a la hospitalización, por estigma o por el riesgo de perder la custodia. El autocuidado de los padres debe ser el primer requisito para la crianza y para el cuidado a los demás. Además, demostrando el autocuidado se enseña a los hijos la importancia de preocuparse por el bienestar propio y el de los demás.
Desde las instituciones sanitarias y educativas hay que promover el autocuidado y la prevención de enfermedad y conductas de riesgo, así como el desarrollo de programas de tratamiento que se ajusten a la crianza de los niños. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), se necesita de una fuerte inversión en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe para fortalecer la red de servicios de salud mental y ampliar su cobertura, así como para fortalecer las competencias de los profesionales mediante capacitación especializada. Conviene en este caso pensar en el viejo dicho de que para lograr cambios positivos “hay que empezar en casa”.
Comparte tus experiencias con la salud mental y la crianza en los comentarios o menciona a @BIDgente en Twitter.
Elisabet Arribas-Ibar es Doctora en salud pública y salud mental y consultora para la Organización Mundial de la Salud, Programa COPOLAD y el Banco Interamericano de Desarrollo.
judith panameño dice
Gracias, por tan buenos articulos.
Ana Lucia Montero dice
Gracias por compartir esta informacion tan necesaria hoy día, que la salud mental tiene mayores riesgos.
Julieta dice
Extraordinario artículo, gracias por poner en la mesa de discusión la importancia Tan preponderante que tiene la Salud Mental para todos los miembros de una familia!!! MSc. Julieta Rodriguez, Enfermera de Salud Mental.
Heriberto Rodríguez Solares dice
Muchas veces sino es que siempre, como padres pensamos más en la salud de nuestros hijos y nosotros lo dejamos en segunda instancia, sin saber la importancia que eso conlleva, pues en cierta manera si nosotros estamos bien, tanto fisica como emocional y mentalmente eso impactará en nuestros hijos y ellos tendrán un desarrollo y un crecimiento optimo.
Porhua dice
La salud siempre estará en función directa de la forma de vida que lleva la familia en el hogar, sobre todo y lo más importante la alimentación. Ahora, una inadecuada alimentación y el uso abusivo o indiscriminado de substancias obviamente que salud mental podemos esperar. Desde el punto de vista científico y espiritual ninguna enfermedad es y no puede ser hereditario, eso cabe solamente en el mente y mentalmente atrae y retiene, es decir, ningún mal puede enquistar en el cuerpo.Todo los males de la sociedad es el resultado de la educación, el resto es complementario, sin importnacia.
Maria Elena Flores dice
Un tema importante para reflexionar, lamentablemente en mi país no se promueve eficazmente la salud mental en las familias, es una temática que no se toma en cuenta dentro las políticas sociales y de salud en algunos países, en estos últimos meses madres de familia han cometido infanticidio con sus hijos y se han suicidado, el sustrato afectivo ha fallado en estas madres quienes al ser de comunidades rurales posiblemente no hayan recibido el afecto necesario de sus padres para contar con una base emocional mas estable.
Isabel Revollo Soria dice
Pero que se puede esperar si hoy en día en un gran, gran % hay adolescentes que no han terminado de crecer física y psicológicamente y ya traen hijos e hijas a este mundo, son niños creando niños. Y, peor si a su lado hay adultos que por algún motivo no les dan el soporte necesario, claro que puede haber una mala o no adecuada alimentación, un débil vinculo afectivo y por ende el entorno familiar, comunitario no protector ni estimulante para un niño o niña en desarrollo, El crecer en estas condiciones también hace que no haya una salud mental adecuada y muchas veces ni siquiera hay conciencia de la existencia e importancia en la vida de un niño, niña y asi, muchas veces el ciclo continua. Y hay que tomar conciencia de esto.
Elisabet Arribas-Ibar dice
Muchas gracias Isabela por su escrito. En base a él, quisiera volver a resaltar el concepto de “la salud mental transgeneracional”. Si, generación tras generación se mantiene la falta de transmisión de habilidades socioemocionales y de estimulación cognitiva, hay el grave problema de “normalizar” ciertas conductas y un entorno familiar que no sería el adecuado para la crianza, y que más bien, podría tener repercusiones negativas para el niño/a y para la dinámica familiar. Mantener esto en el tiempo, sin inserir en una educación y un bienestar familiar, sería cada vez más difícil su corrección porque iría formando parte de la cultura familiar. La salud mental va más allá del bienestar mental, también es determinante de conductas y comportamientos que tienen su impacto en las dinámicas interpersonales y sociales.
Manuel Beza dice
Más que el abuso de sustancias que es de altas dimensiones en países de altos ingresos, en nuestro caso las demandas de la población salvadoreña en materia de salud mental no sólo es psicológico sino, médico y económico, por lo que las personas van a gozar de buena salud mental siempre que estén alcanzando sus metas, en la dimensión social y económica que al no alcanzarla están afectando la salud mental de la población.
La salud mental tiene que ver con el desarrollo de la sociedad y El Salvador ha tenido problemas de violencia e inseguridad en los últimos años, esos problemas no son sólo de índole psicológico sino que hay una base económica y de un desequilibrio de las diferentes capas que constituyen la sociedad, a partir de esto el término salud mental es muy amplio y se refiere a esa estabilidad emocional, psíquica y salud física que pueden tener las personas y ese equilibrio económico y social que le debe brindar la sociedad en que se desenvuelve.
También, altos niveles de violencia social, intrafamiliar, abuso sexual en niñas y niños, uso inadecuado de las drogas, jóvenes con altos niveles de ansiedad, depresión, jóvenes con diabetes tipo 2, híper tensión a causa del estrés, todo esto se debe a una salud mental deteriorada en la sociedad salvadoreña, que si no se mejoran se van a traducir en serios problemas de psicopatologías, personas antisociales, como los delincuentes, pandilleros cometiendo delitos graves como homicidios.
La crianza en estos contextos es sumamente compleja y multifactorial y los efectos carenciales en la distribución y la iniquidad en la familia afecta con mayor impacto en la niñez.
María Virginia dice
Definitivamente esos son los apéndices del desarrollo de las naciones… No podemos pensar solo en generar políticas económicas para tratar de garantizar un estado de bienestar, necesitamos hacer lo politico de una política social más humana y real a las necesidades de la generalidad de la población de cada país, sólo así generamos y educamos a los ciudadanos para hacerlos más responsables del desarrollo de sus hijos y de la Nación.
Necesitamos países con ciudadanos más conscientes de sus propias debilidades mentales (particularmente este fenómeno se dá con mucha frecuencia en países como mi Venezuela). Gracias por compartir este artículo. Excelente!!!
Elisabet Arribas Ibar dice
Muchas gracias María Virginia por su escrito. Comparto totalmente con usted en que no solo se debe trabajar en generar políticas económicas. Sin duda las políticas económicas son un pilar fundamental para el desarrollo, pero no es el único. Las políticas sociales y sanitarias también son necesarias porque ellas guían y trazan las acciones que se debe realizar para garantizar los abordajes adecuados y la calidad de ellos. Muchas veces el impulso de políticas sociales y sanitarias promueve la inversión y al desarrollo de políticas económicas. Por lo tanto, no se ha de perder la perspectiva del desarrollo, diversas políticas contribuyen en él.
Elisabet Arribas Ibar dice
Maria Elena, muchas gracias por su comentario, sin duda muy preocupante lo que comenta. Los comportamientos y los actos suicidadas son la máxima expresión de sufrimiento de las personas. Alrededor de 65.000 personas mueren por suicidio cada año en la región, y se calculan que hay muchos subregistros. Es un grave problema de salud pública a nivel regional y global, pero afortunadamente el suicidio es prevenible mediante la implementación de estrategias e intervenciones específicas. Algunos países de la región ya disponen de planes nacionales de prevención del suicidio, pero aun así disponen de escasos recursos financieros y humanos.
En general, el alcance de los servicios de salud continúa siendo un reto para las zonas rurales. Recomiendo esta herramienta dirigida para las comunidades con el fin de prevenir el suicidio (OMS, 2018): “Preventing suicide: community engagement toolkit” http://apps.who.int/iris/handle/10665/272860. Dicha herramienta describe los pasos para que una comunidad pueda tomar conciencia sobre el problema, evalué la situación de los miembros de la comunidad afectados y planee acciones con los recursos existentes en la comunidad.
Mary dice
gracias por el articulo me ayudo mucho a entender mejor mi entorno familiar y el porque de muchas cosas.