¿Te has preguntado alguna vez cómo se supervisan los proyectos financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) conforme a nuestras políticas y lineamientos socioambientales? O incluso, ¿para qué sirve hacer esas supervisiones?
El monitoreo y la supervisión socioambiental es un proceso apasionante: implica seguir de cerca, revisar e informar de manera periódica sobre la gestión de los riesgos e impactos socioambientales asociados a un proyecto. En lugar de ser un trámite aislado, la supervisión socioambiental se integra de manera inteligente en el esquema de gobernanza de la supervisión del proyecto.
Dicho de forma sencilla, este proceso permite que todos los involucrados en el proyecto estén al tanto de la situación actual de los riesgos e impactos socioambientales. Además, brinda una base sólida para tomar decisiones oportunas y fundamentadas, siempre con un objetivo en mente: el éxito del proyecto.
Un asunto complejo
Para asegurarnos de supervisar los aspectos socioambientales de una obra de la mejor manera posible, debemos comenzar analizando la complejidad del proyecto en términos ambientales y sociales, lo cual no siempre se correlaciona con la complejidad técnica o financiera. Existen varios factores que contribuyen a la complejidad ambiental, social y de salud y seguridad ocupacional de un proyecto, más allá de la magnitud técnica y dimensiones de la obra. Algunos de estos factores son:
- Intervenciones en áreas de hábitat natural o en sus cercanías.
- Intervenciones en zonas de patrimonio cultural.
- Intervenciones que tienen repercusiones sobre comunidades indígenas.
- Intervenciones en terrenos previamente ocupados, lo cual requiere reasentamiento involuntario.
Teniendo en cuenta estos factores, y de acuerdo al Marco de Política Ambiental y Social (MPAS) del BID, durante la etapa de preparación de un proyecto financiado por el Banco se realiza una evaluación inicial en la que se le asigna una categoría de impacto socioambiental: A, B o C.
Las operaciones de categoría A son aquellas que tienen el potencial de causar impactos ambientales y sociales negativos significativos. Un ejemplo sería un proyecto de alto riesgo que requiere el reasentamiento de un número significativo de familias. Debido a su potencial impacto, las operaciones de categoría A están sujetas a requisitos exhaustivos, por lo cual se debe realizar una Evaluación de Impacto Ambiental y Social (EIAS) y un Plan de Gestión Ambiental y Social (PGAS).
Las operaciones de categoría B son aquellas que pueden generar impactos ambientales y sociales negativos moderados, pero localizados y de corto plazo, y para los cuales existen medidas de mitigación efectivas. Por ejemplo, la construcción de un hospital que requiere la adquisición limitada de terrenos y ocasiona el bloqueo temporal del acceso a los negocios locales durante la construcción. Las operaciones de categoría B requieren un análisis socioambiental menos complejo.
Por último, las operaciones de categoría C son aquellas que generan impactos ambientales y sociales mínimos o nulos. Por ejemplo, la adecuación y adquisición de mobiliario para nuevos centros educativos. Estas operaciones generalmente no requieren un análisis socioambiental más allá de la evaluación inicial. Sin embargo, es necesario contar con planes básicos de gestión ambiental y social para abordar los mínimos impactos ambientales y sociales que puedan surgir.
Al considerar estos aspectos y clasificar adecuadamente las operaciones, podemos adoptar enfoques específicos de supervisión socioambiental que se ajusten a la complejidad única de cada proyecto. Esto nos permitirá garantizar una gestión efectiva de los riesgos e impactos socioambientales, fomentando así el desarrollo sostenible en todas nuestras actividades.
Plan de Gestión Ambiental y Social: guiar la sostenibilidad en la construcción
El PGAS es el documento clave que guía la gestión socioambiental de un proyecto durante su fase de ejecución. Los lineamientos del PGAS se elaboran durante el proceso de evaluación ambiental y social del proyecto y se incluyen en los documentos de licitación tanto para la construcción como para la supervisión de las obras.
Basándose en estos lineamientos, el contratista debe desarrollar un PGAS específico a nivel constructivo, que incluya las medidas y controles de gestión socioambiental que se implementarán durante la obra, junto con una clara definición de las responsabilidades y los recursos necesarios asignados para tal fin. El equipo de supervisión, de manera independiente, se encargará de garantizar que estas responsabilidades y recursos se concreten durante la obra.
La estructura y el contenido del PGAS varían de un proyecto a otro, dependiendo de su complejidad y de los requisitos socioambientales específicos que lo acompañan. Por ejemplo, algunos proyectos pueden requerir planes especializados, como planes de gestión del patrimonio cultural, planes de reasentamiento o planes dirigidos a comunidades indígenas. La implementación de estos planes a menudo demanda la participación de técnicos especializados más allá de los requeridos habitualmente en una obra.
El PGAS debe incluir, como mínimo, los siguientes aspectos:
- Marco legal, procedimientos y estándares aplicables a nivel nacional, internacional y de las instituciones financieras.
- Estructura organizativa y organigrama para gestionar los aspectos ambientales y sociales del proyecto.
- Tipos de medidas de gestión y mitigación que se implementarán durante la obra.
- Asignación de recursos humanos y financieros para la gestión socioambiental del proyecto.
- Disposiciones para el cumplimiento, monitoreo y reporte de los resultados de la gestión socioambiental, como los resultados de inspecciones en campo, auditorías, monitoreo rutinario y visitas de supervisión.
- Planificación de respuesta a emergencias, incluyendo informes de incidentes y accidentes.
Supervisión, monitoreo y reporte: asegurar el cumplimiento socioambiental
El objetivo de la supervisión es verificar la implementación oportuna y efectiva del PGAS y de cualquier otro instrumento de salvaguardias acordado para el proyecto. Además, debe identificar cambios en las medidas de gestión socioambiental y, de ser necesario, exigir al contratista complementar o mejorar la eficacia de las medidas acordadas. Por último, la supervisión brindará orientación técnica para resolver problemas relacionados con el cumplimiento o el desempeño socioambiental.
Para llevar un control adecuado de la gestión socioambiental y de la seguridad y salud laboral de los trabajos de construcción, la supervisión asume diversas responsabilidades, que incluyen, entre otras:
- Verificar el cumplimiento de los PGAS dentro de los plazos acordados.
- Asegurarse de que todo el personal del contratista, incluyendo los subcontratistas y los especialistas socioambientales, conozca sus roles y responsabilidades, y mantenga una interacción periódica para garantizar que las responsabilidades se lleven a cabo de manera adecuada.
- Llevar a cabo un monitoreo socioambiental periódico y preparar los informes según lo acordado.
- Realizar visitas de supervisión de campo sobre asuntos ambientales y sociales.
- Realizar evaluaciones y auditorías sobre seguridad y salud laboral, incluidos informes de accidentes e incidentes.
- Notificar a la agencia ejecutora sobre cualquier incumplimiento significativo de los requisitos socioambientales.
- Verificar que el contratista cuente con un mecanismo de quejas y reclamos operativo e informar sobre las quejas e inquietudes de las partes interesadas.
- Verificar que el contratista adopte una política sobre seguridad y salud laboral e implemente las disposiciones para la seguridad de los trabajadores en todos los contratos de trabajo.
A su vez, el contratista elaborará un informe mensual escrito para presentar a la supervisión, que describa el estado de todas las acciones ambientales y sociales del proyecto. Este informe incluye, entre otros, información sobre el avance de la ejecución de la obra y el cumplimiento del PGAS; principales hallazgos y obstáculos en temas socioambientales y de seguridad para el periodo; resumen de accidentes ocurridos y quejas y reclamos recibidos; y un plan de acción correctivo, según corresponda.
La agencia ejecutora, por su parte, debe presentar al BID informes semestrales de seguimiento que contemplen los aspectos ambientales y sociales.
Un efecto positivo en la sostenibilidad de nuestras operaciones
El proceso de monitoreo, revisión e informe sobre la gestión de los riesgos e impactos socioambientales desempeña un papel fundamental en la prevención de eventos inesperados. En términos generales, este proceso no solo brinda a todos los involucrados un panorama claro del estado de los riesgos e impactos, sino que también facilita la toma de decisiones oportunas para alcanzar los objetivos de la operación.
Una supervisión continua y rigurosa nos permite:
- Implementar de manera efectiva los PGAS para lograr un impacto positivo en el entorno.
- Identificar cambios en las medidas de gestión socioambiental, lo que nos ayuda a adaptarnos de manera proactiva a circunstancias imprevistas.
- Ofrecer orientación técnica precisa para abordar cualquier desafío relacionado con el cumplimiento o el desempeño socioambiental.
- Atender de manera oportuna las preocupaciones y sugerencias de las partes interesadas, fortaleciendo así su confianza y compromiso.
En resumen, la supervisión y monitoreo socioambiental no sólo son fundamentales para gestionar los riesgos e impactos, sino que también nos brindan la capacidad de adaptarnos, de orientar y de atender a las partes interesadas de manera efectiva. Al hacerlo, estaremos construyendo una base sólida para el éxito de nuestras operaciones, permitiendo que la sostenibilidad y la responsabilidad sean los pilares que impulsen nuestro progreso.
Fernando Fresno dice
Interesantísimo
Maria dice
Me gustaria tener bibliografias o documentos de investigación relacionado a gestión social en obras.