Por fin ha llegado el momento de planificar tus tan deseadas vacaciones. ¿Por dónde empiezas? ¿Leyendo tu blog de viajes favorito y sus recomendaciones? ¿Investigando sobre el destino de aquellas maravillosas fotos colgadas por tus amigos en Instagram? ¿O buscando las mejores ofertas en billetes aéreos en línea? Sea como sea, en algún momento de este proceso de planificación seguro vas a utilizar una tecnología para apoyarte. ¿Has pensado en cómo la tecnología cambió la forma como organizamos y disfrutamos de nuestros viajes? Y ¿Has notado cómo los destinos turísticos y demás lugares que deseamos visitar se adaptaron a esta (no tan nueva) realidad?
La popularización de internet cambió completamente la forma como viajamos. Si antes el primer paso al decidir un viaje era buscar un agente de viajes o comprar una guía de viajes impresa, desde hace un poco más de 10 años todo este proceso puede resumirse a algunos pocos click en la pantalla de tu smartphone. Los viajeros son cada vez más independientes para buscar información en fuentes variadas (y cada vez más numerosas) que les ayuden a planificar su viaje, a disfrutar mientras viajan y a compartir su experiencia después e inspirar otros viajeros (positiva o negativamente). Las aplicaciones y plataformas desarrolladas pensando en el sector de viajes y turismo son variadas y están entre las más populares del mundo actualmente. Además, los viajes por turismo también son cada vez más populares: cada año más gente viaja y más gente aspira viajar y conocer nuevos destinos.
Todo ello supone un cambio de paradigmas en lo que se refiere a la planificación y gestión de destinos turísticos. Si antes dos destinos apostaban por posicionarse en los mercados a través de los agentes de viajes, hoy necesitan llegar directamente al consumidor final – o sea, el turista – para alcanzar el éxito. Si antes una mala experiencia en un hotel o en un museo era compartida sólo con algunos amigos cercanos, hoy esta misma experiencia puede alcanzar a millones de usuarios a través de las redes sociales.
A la misma vez que la evolución tecnológica crea desafíos, también abre oportunidades para los destinos turísticos, que pueden generar y ofrecer nuevos productos y servicios cada vez más segmentados, adecuados a los deseos y necesidades de sus visitantes y también de las comunidades locales.
En este escenario disruptivo y cada vez más complejo surge el concepto de las ‘smart destinations’ o destinos turísticos inteligentes, esta es una nueva mirada hacia la gestión turística y el papel de las instituciones locales en la actividad. Ser un destino inteligente no es tratar de utilizar los soportes tecnológicos para continuar “haciendo lo de siempre”, esto implica cambiar la forma de pensar la gestión turística a partir de las posibilidades facilitadas por las nuevas tecnologías, adaptadas a las realidades locales. Un destino inteligente es un espacio (que puede ser desde un barrio hasta una red de ciudades) en el que el desarrollo del territorio es planificado y ejecutado a partir de la infraestructura tecnológica, permitiendo tanto su desarrollo sostenible, como la generación de experiencias de calidad para los visitantes y una mejor calidad de vida para los residentes.
¿Pero cómo ponerlo en práctica? Transformarse en un destino inteligente es un proceso, un camino a seguir. Para ello, el sector público, privado y la sociedad civil deben estar involucrados, en modelos de gobernanza compartida efectivos. Muchos destinos ya están trabajando temas relacionados a los ejes fundamentales de las smart destinations, como el uso de big data para aumentar el conocimiento de la demanda turística y ofertar sugerencias de visitas a atractivos turísticos, la oferta de productos turísticos, experiencias personalizadas, y el desarrollo de aplicaciones en base a datos abiertos para mejorar la atención al visitante, entre muchos otros ejemplos.
En su próximo viaje, le invitamos a reflexionar: ¿el destino que está visitando es un destino inteligente? ¡Sus observaciones pueden ser sorprendentes!
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