Mientras todavía el foco en muchos países de Latinoamérica y el Caribe es contener los casos de Covid-19, algunos destinos turísticos del mundo empiezan a preparase para el momento de la reapertura. Los turistas también ya piensan en sus próximas vacaciones: ¿el viaje será seguro? ¿El vuelo estará lleno? ¿Y cómo será el check-in en el hotel? ¿La limpieza de la habitación es confiable? ¿El museo estará abarrotado? Mientras esas y otras dudas están presentes en la mente de los viajeros y de aquellos que trabajan para recibirlos, medidas para aumentar la bioseguridad son esenciales en el sector turismo.
Las medidas de distanciamiento social y el cierre o restricción de acceso a fronteras prácticamente han paralizado al sector: en mayo de 2020, 100% de los destinos mundiales tenían vigente alguna restricción a los viajes, y estimaciones de la Organización Mundial del Turismo señalaban caídas de hasta un 78% en las llegadas de turistas internacionales en 2020, en comparación con 2019. La pandemia generó el mayor shock de demanda jamás visto en la historia del turismo mundial.
A partir del “aplanamiento” de las curvas de contagio en algunas regiones, la vuelta a una nueva normalidad entró en discusión. Y aunque algunos de los países de la región tienen una legislación sanitaria avanzada, la pandemia requiere reglamentar acciones específicas de bioseguridad y seguridad sanitaria, a fin de orientar a los profesionales y servicios de sanidad en el momento de retomar su plena actividad.
Los protocolos de bioseguridad surgen como una herramienta relevante, puesto que permiten el establecimiento de procedimientos estandarizados mínimos para que emprendimientos turísticos, medios de transporte, atracciones y los más variados servicios asociados al sector retomen sus actividades y minimicen los riesgos de nuevos brotes.
La normativa internacional e implicaciones a nivel local
Protocolos de bioseguridad ya son ampliamente utilizados en otros sectores, pero todavía no se aplican de manera consistente en el turismo. La Organización Mundial de la Salud, a través del Reglamento Sanitario Internacional, presenta las directrices de seguridad mundial en salud y recomienda acciones de parte de las autoridades encargadas de la sanidad pública en relación con la alerta y respuesta a epidemias y otros eventos de impacto en la salud a nivel global. Esas deben ser las bases generales para la elaboración de protocolos locales dirigidos a la seguridad sanitaria de las personas.
En el turismo se están emprendiendo esfuerzos a nivel mundial, muchas veces concertados entre el sector público y el privado, para establecer protocolos que sean adecuados no sólo a las necesidades sanitarias, sino también a la realidad operativa y local de los negocios. Pero aún hay incertidumbres respeto a cómo actuar para garantizar que los protocolos sean instrumentos efectivos en la nueva realidad y permitan una reapertura segura.
La observación sobre el uso de los protocolos en distintos lugares del mundo, aunque de manera inicial, nos permite plantear algunas consideraciones:
- La integración y coordinación con las autoridades de sanidad es esencial. La elaboración e implementación de los protocolos debe regirse por las recomendaciones de los órganos locales e internacionales de sanidad y las autoridades sanitarias gubernamentales. Contar con recomendaciones técnicas de profesionales del área de salud es una buena práctica que puede favorecer el éxito en la implementación de las medidas de control de la diseminación de la pandemia y minimización de riesgos. La integración con el área de salud, en especial con organismos de vigilancia, es muy importante para que haya capacidad de fiscalización y seguimiento de la implementación de los protocolos.
- Los protocolos deben ser adecuados a la realidad de los destinos y de los negocios. No todos los protocolos se aplican a todas las realidades. La dinámica de operación de un gran hotel de negocios en una metrópolis es muy diferente de la dinámica de un pequeño hostal en un destino de montaña. Para ampliar su efectividad, los protocolos deben considerar un análisis del escenario y adecuarse a sus especificidades, partiendo de una base común que esté validada por instituciones del área de la sanidad.
- Los riesgos deben ser mapeados antes del diseño de los protocolos. Mapear los riesgos existentes en la operación de un determinado tipo de emprendimiento o en la dinámica de desplazamiento de turistas es el punto de partida ideal para el desarrollo de protocolos. A partir de ese mapeo es posible delimitar protocolos para minimizar la exposición a riesgos específicos. Ese proceso también facilita el monitoreo de la implementación de los protocolos y su adecuación a la evolución de los riesgos relacionados a la pandemia.
- La comunicación es elemento crítico e incluye al turista, la población local y a todos los agentes que actúan en el sector. Los turistas deben ser comunicados de forma adecuada sobre las medidas implementadas en cada destino o negocio para aumentar la seguridad sanitaria, aumentar su confianza de viajar y formar parte integral de la cadena de cuidados necesarios para controlar la pandemia. A su vez, los colaboradores de emprendimientos turísticos deben estar comunicados y capacitados para garantizar la aplicación de los protocolos, a fin de minimizar riesgos a los turistas y a sí mismos. Finalmente, es importante que la población de los destinos sea consciente de los cuidados implementados para que apoyen su aplicación y monitoreo.
- Los protocolos, tal cual la evolución de la pandemia, son dinámicos. La evolución de la pandemia no es uniforme en todos los lugares. La adecuación a una nueva rutina de funcionamiento del sector también cambia de acuerdo con el lugar, y esa será una realidad extremadamente dinámica. En este sentido, los protocolos deben ser reactivos a los cambios, tener un alto grado de flexibilidad y adecuarse a momentos de disminución de casos y a nuevos brotes.
- La implementación efectiva de los protocolos es un desafío. Los protocolos de bioseguridad todavía no se contemplan en el día a día de destinos y negocios turísticos. En un sector en que la capacidad de coordinación entre actores es fundamental para proporcionar al turista una buena experiencia. Es importante considerar ese desafío y actuar para hacer posible una gobernanza efectiva, evitando la creación de protocolos que se tornen inactivos, que sean demasiado extensivos, o que generen experiencias negativas para los turistas.
La pandemia está afectando el comportamiento de los viajeros, y tanto los destinos como los negocios turísticos tendrán que adaptarse a una nueva realidad. El dialogo intersectorial y el respaldo técnico son aspectos clave para el éxito de la reapertura del sector, junto con la regulación, la gobernanza en sanidad pública y la protección de la población. En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo está en un dialogo activo con los países de América Latina y el Caribe para identificar los desafíos para el diseño e implementación de protocolos de bioseguridad en turismo y evaluar las estrategias más efectivas para apoyar la reapertura segura del sector.
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