Si el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD por sus siglas en inglés) ha estimado que se necesitan de 150 a 440 billones de dólares anuales para implementar el Plan Estratégico de Biodiversidad (2011-2020), y otros autores sugieren que a nivel global se destina de 23 a 52 billones de dólares al año. Si, además, la OECD sugiere que hay una caída global en la financiación para la biodiversidad, y sin embargo en temas como cambio climático se incrementa la disponibilidad de recursos en unos 30 billones de dólares entre 2010 y 2012, y se proyecta contar con 100 billones de dólares para el año 2020, al igual que ocurre con otros sectores en auge. ¿Qué importancia le estamos dando a la biodiversidad?
Un somero análisis podría inferir que la conservación de la biodiversidad es un tema que no está presente en las prioridades actuales y futuras. Sin embargo, no creo que sea el caso. Simplemente es un reflejo de las tendencias de financiación que están influenciadas por la opinión pública y los movimientos políticos con mayor presencia en los medios. Puede ser que con el transcurso de los años estas tendencias permanezcan, muten o se conviertan solamente en recuerdos. Con esto no deseo desacreditar estos nuevos enfoques pero sí me cuestiono firmemente: ¿debemos seguir ciegamente las tendencias o más bien integrar otras dimensiones a los esquemas de desarrollo sostenible en proceso de consolidación en el territorio?
En los últimos años hemos oído hablar mucho del cambio climático, este ocupa una fuerte presencia mediática y atención social, lo que ha derivado en el incremento exponencial de fondos para atender los temas de mitigación y adaptación, principalmente en temas de infraestructura y crecimiento verde. Sin embargo, en la COP de Lima 2014 un grupo de científicos y formuladores de políticas hicieron un llamado de atención, entre varios temas, a realizar un mayor reconocimiento a los aspectos claves de la biodiversidad en el contexto de cambio climático.
A pesar de que la evidencia empírica que soporta la vinculación entre estos temas es escasa y está en desarrollo, y que existen voces contrarias a este vínculo, hay estudios que sugieren que la diversidad biológica puede apoyar los esfuerzos para reducir los efectos negativos del cambio climático. Los hábitats conservados o restaurados contribuyen a la extracción de dióxido de carbono de la atmósfera ayudando así a hacer frente al cambio climático almacenando carbono. Es más, conservar ecosistemas intactos, como por ejemplo los manglares, puede ayudar a reducir los impactos del cambio climático que causan desastres como las inundaciones y las mareas de tempestad.
Una de las herramientas financieras del cambio climático que involucra al sector privado es el mercado de carbono, que a pesar de que su principal crítica es la falta de reconocimiento de otros servicios ecosistémicos, ya hay iniciativas como el GoldStandar que reconoce los co-beneficios de biodiversidad y de apoyo a comunidades indígenas. Aunque estos mercados han tenido un camino tortuoso y todavía están en proceso de consolidación, especialmente el mercado voluntario, presentan una oportunidad de financiación a la conservación de la biodiversidad por parte del sector privado. Por ejemplo, Disney invirtió 7 millones de dólares en la protección de los bosques peruanos.
Es cierto que con los ingresos generados por los mercados de carbono no se pueden atender todas las necesidades financieras para el manejo de las áreas naturales y tampoco podemos esperar que reconozcan todo lo que nosotros consideramos importante pero esto representa un apoyo real y efectivo, considerando la falta de financiación por parte del sector público.
Mecanismo de Mitigación Voluntaria de GEI” MVC Colombia: Una iniciativa de Fundación Natura
En Colombia, se está desarrollando una sinergia entre las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático y la conservación de la biodiversidad por medio de la creación del mercado voluntario de carbono. La principal apuesta de esta iniciativa piloto es unir, principalmente en el ámbito nacional, la demanda con la oferta de créditos de carbono. La oferta de los créditos de carbono (VERs) se desarrolla a través de proyectos que establecen: (i) estrategias complementarias de conservación que fortalecen la gestión de la biodiversidad, a través del establecimiento de corredores biológicos, mosaicos, reservas privadas, etc., que soportan la conectividad con las áreas protegidas de carácter regional y nacional; y (ii) tecnologías mejoradas que apoyan la disminución de la presión de deforestación sobre el bosque.
Por el lado de la demanda, ésta se fortalece a través del trabajo con la industria de Bogotá, aunque en el futuro se espera cubrir todo el país, para fortalecer los procesos de medición de la huella de carbono. Las empresas invierten en “carbono” para compensar su huella y los recursos son invertidos para conservar áreas naturales y toda la biodiversidad contenida en estas, una situación que constituye una ganancia mutua.
Esta iniciativa representa un ejemplo práctico de cómo aprovechar las tendencias actuales de financiación, a través de enfoques integradores, para continuar contribuyendo a los temas claves de conservación. Considero que la discusión acerca de la congruencia de las prioridades de financiación de los donantes internacionales es improductiva; al contrario, lo importante es cómo planteamos una estrategia desde nuestro espacio de trabajo para evitar caer en modas temporales y continuar fortaleciendo los esfuerzos para la conservación de la biodiversidad y propiciar el desarrollo sostenible.
Esto no debe ser entendido como resistencia al cambio, es más bien un llamado a buscar enfoques integradores que nos permitan ampliar la visión e incorporar nuevas dimensiones a nuestro trabajo que hemos construido después de muchos aciertos y desaciertos en los últimos años. Puede que los temas de género, juventud, desarrollo sostenible y conservación de la biodiversidad ya no sean #tendencia, sin embargo ¡siguen siendo temas de vital importancia!
Si te interesa el capital natural y la biodiversidad, siguenos en Twitter @BIDecosistemas.
Fotos:
Titulo: Money tree, de ©Fer Gregory, Shutterstock
Josué Ávila es un especialista ambiental con 10 años de experiencia en el diseño y gestión de proyectos de conservación en América Latina y los Estados Unidos. Actualmente trabaja para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) prestando apoyo técnico para las carteras del FMAM en Colombia y Perú. El Sr. Ávila posee una maestría en Desarrollo Internacional y Medio Ambiente de la Universidad Carlos Tercero de Madrid, España. Es originario de Tegucigalpa, Honduras y disfruta haciendo crossfit, le gusta cocinar, el senderismo, la fotografía y los viajes.
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