La Amazonía, la selva tropical más grande del planeta está amenazada por el avance de la frontera geográfica de la economía. Esta amenaza no implica únicamente una continua desaparición de su mega biodiversidad, sino también un impacto negativo a más de sus 50 millones de habitantes de nueve países —y que incluye a más de 511 pueblos indígenas— que dependen de los recursos naturales para su subsistencia y bienestar.
La importancia de la Amazonía es de escala global, dada su influencia en la regulación climática del planeta, ciclo del agua y almacenamiento de carbono. Asimismo, los servicios ecosistémicos provistos por la Amazonía son vitales para el desarrollo económico de los países amazónicos, incluyendo aspectos que van más allá de únicamente la dimensión monetaria.
En este escenario, la bioeconomía se presenta como la alternativa al modelo económico vigente en la Amazonía, dado su potencial para reducir la deforestación y otros impactos negativos sobre los ecosistemas y las personas. Por ejemplo, un estudio de WRI estima que, para el 2050, el PIB en la Amazonía Legal de Brasil, con el modelo económico actual, podría llegar a US$ 250,6 mil millones, mientras que con un modelo que controle totalmente las emisiones y la deforestación podría alcanzar los US$258,1 mil millones (valores de 2020), una diferencia positiva de US$7,5 mil millones. Esto, sin contar con los beneficios de la reducción de hasta el 92% de las emisiones netas de carbono y la creación de 340 mil nuevos empleos verdes e inclusivos, un escenario factible aplicando los principios de la bioeconomía.
¿Qué es la bioeconomía?
De acuerdo con la OCDE, “la bioeconomía es un sistema económico que se basa en el uso sostenible de los recursos biológicos, así como en los avances tecnológicos que permiten una mayor eficiencia y rentabilidad, al tiempo que garantiza la protección y preservación de los ecosistemas naturales”. Aunque este concepto, relativamente reciente, enfatiza la sostenibilidad ambiental, aún puede incorporar con mayor fuerza la dimensión social, para una visión integral, adoptando los conceptos y principios de las economías indígenas que se han adaptado a la realidad de la Amazonía. En efecto, la ocupación milenaria de la Amazonía por los pueblos indígenas (alrededor de 12.000 años) ha permitido a estos pueblos generar un conocimiento único sobre la gestión sostenible de los recursos biológicos, así como un vínculo espiritual inextricable con sus territorios. La Amazonía misma es el producto de una continua interacción humana con la biodiversidad y los ecosistemas. La evidencia de esta relación se refleja en el hecho de que las tierras y territorios de los pueblos indígenas —que representan el 28% de la Amazonía— aún conservan los últimos reductos de bosques con altos niveles de integralidad y calidad ecosistémica, incluso mayores que las áreas protegidas.
¿Qué es la bioeconomía indígena?
Foto: Omar Arregui
Los pueblos indígenas prefieren hablar de economía indígena en vez de bioeconomía. La economía indígena de los pueblos indígenas de la Amazonía depende, en gran medida, de los medios de vida propios como la tierra, bosques, biodiversidad y otros recursos naturales, así como de su capital humano (sus sistemas de conocimientos tradicionales, habilidades —caza, pesca, recolección, agricultura, artesanía—, su organización comunitaria, su capacidad asociativa y sus redes logísticas y de comercio, la mayoría de escala local). La mayoría de los pueblos indígenas, comunidades tradicionales y quilombolas de la Amazonía son productores de alimentos, materias primas —fibras, aceites, productos forestales no maderables— o bio-productos de importancia para la industria alimentaria, farmacéutica, energética, cosmética, creativa, turística, de la construcción, entre otras, y sus territorios proveen varios servicios ecosistémicos de importancia local y global (captura de carbono, agua, protección de la biodiversidad, belleza escénica, entre otros).
Es decir, mucho antes de la conceptualización de la bioeconomía, los pueblos indígenas han desarrollado sistemas económicos propios, sostenibles, resilientes, y bajos en emisiones de carbono, que constituyen en la actualidad una referencia de aprendizaje y conocimiento para garantizar la protección de la Amazonía.
Por lo tanto, la economía indígena puede ser definida como un sistema económico que se basa en los conocimientos, prácticas, valores y principios tradicionales de las comunidades indígenas en su relación con los ecosistemas y en el aprovechamiento de los recursos biológicos. Parte esencial de este sistema, es la búsqueda del bienestar colectivo-comunitario, en contraste con el beneficio individual únicamente.
Principios de la bioeconomía indígena
Foto: COICA
En junio de 2023, la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) —organización que representa a 511 pueblos indígenas de ocho países amazónicos— lideró el Primer Foro internacional de Bioeconomía y Pueblos Amazónicos, en Belém, Brasil, con apoyo del recientemente lanzado Programa Regional Amazonía Siempre. El foro contó con la participación de líderes y lideresas indígenas, organizaciones internacionales de conservación y desarrollo y autoridades del sector público, para analizar los principios que rigen las economías indígenas y las opciones para transversalizar sus resultados en la discusión sobre política pública en la región amazónica. El conocimiento indígena ancestral y las prácticas tradicionales pueden servir de inspiración para una economía global más sostenible y equitativa.
Los pueblos indígenas destacaron los siguientes principios como base de sus economías tradicionales:
- Autosuficiencia (principio de no acumulación)
- Solidaridad
- Reciprocidad
- Colectividad
- Asociatividad
- Distribución equitativa de beneficios
- Protección de la biodiversidad
- Protección del conocimiento tradicional
- Comercio justo
- Equidad de género
Los líderes y lideresas indígenas también identificaron una lista de exclusión, para evitar las inversiones o financiamiento de proyectos que puedan generar impactos negativos significativos en el ambiente o en la vida de las comunidades indígenas:
Lista de exclusión
- Actividades que generan deforestación, la pérdida de la biodiversidad o afectan negativamente los modos de vida de los pueblos indígenas (ej. monocultivos.)
- Desarrollo de productos y su comercialización sin la distribución justa y equitativa de sus beneficios para las comunidades
- Aprovechamiento comercial de la identidad y conocimientos indígenas sin el reconocimiento de la propiedad intelectual colectiva
- Actividades que generan contaminación del agua, suelo y aire
- Actividades que debilitan la gobernanza indígena y la integralidad del territorio
- Actividades que promueven la explotación laboral
- Actividades que acentúan la desigualdad económica y las brechas de género
- Actividades que no cuentan con procesos de consulta y la plena participación de los pueblos indígenas
Los participantes resaltaron la urgente necesidad de realizar cambios profundos en las políticas públicas y la cooperación internacional para el desarrollo sostenible de la Amazonía. En particular, enfatizaron la importancia de promover el trabajo con los pueblos indígenas como socios clave para potenciar el impacto positivo de las iniciativas relacionadas con la bioeconomía.
Camino a la 4ta. Cumbre Amazónica
Foto: COICA
Los pueblos indígenas participarán en la Cumbre Amazónica – IV Reunión de Jefes de Estado de los países miembros del Tratado de Cooperación Amazónica, que se llevará a cabo en agosto de 2023. En esta Cumbre, expondrán alternativas y propuestas para abordar la crisis ambiental y social en la Amazonía. Se espera que las siguientes propuestas clave sean analizadas e incluidas en los compromisos de los Estados para proteger este valioso bioma:
- Participación plena y efectiva de los pueblos indígenas en todos los espacios de decisión antes y durante la Cumbre.
- Participación plena y efectiva, con voz y voto de la COICA, en la OTCA.
- Garantía de la seguridad jurídica de los territorios indígenas.
- Efectiva protección del 80% de la Amazonía hacia 2025, garantizando la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas, respetando su derecho a la consulta y al consentimiento previo libre e informado.
- Garantía de la integridad física y salud de los pueblos indígenas —en especial de los niños, niñas y mujeres— de la Amazonía, así como de la seguridad y el resguardo de sus territorios.
- Implementación de medidas de protección y seguridad efectiva frente al aumento de la violencia y el impacto del crimen organizado.
- Protección de los defensores y defensoras ambientales.
- Protección de los sistemas de conocimiento tradicional indígena.
- Apoyo y protección a la economía indígena de la Amazonía
- Operativización del financiamiento directo para los pueblos indígenas proveniente de todas las fuentes.
Como reflexión final, los principios milenarios de la economía indígena en la Amazonía representan una poderosa fuente de conocimiento para guiar la transición hacia modelos económicos más sostenibles, resilientes y descarbonizados. A su vez, los mercados actuales brindan una oportunidad única para que los habitantes de la región, incluidos los pueblos indígenas, mejoren su economía y bienestar sin comprometer la invaluable mega diversidad y los servicios ecosistémicos que ofrece este bioma de importancia global.
Para alcanzar un consenso y una complementariedad entre ambas visiones económicas, es crucial mantener un diálogo continuo y fomentar la plena participación de todos los actores involucrados. La protección de la Amazonía es una meta de interés global, para garantizar la supervivencia de todos sus habitantes.
Déjanos saber tu opinión sobre los principios de la economía indígena y sobre otras potenciales alternativas para detener la deforestación en la Amazonía y proteger sus especies y comunidades.
Javier Gavilanez dice
Valiosa información y mensaje sobre el conocimiento ancestral indígena como herramienta para intervenciones sostenibles. Felicidades!