La crisis climática está pasando frente a nuestros ojos. Los efectos comenzaron a materializarse en las últimas décadas y ahora afectan a algunas de las comunidades más vulnerables de América Latina y el Caribe. En 2020, las temperaturas promedias superaron el récord histórico en 4,2 °C en Florianópolis, Brasil; 2,4 °C en Ciudad Juárez, México; o 4,9 °C en Santa Rosa, Ecuador. Durante el mismo año, Brasil, Paraguay y Bolivia enfrentaron la peor sequía en medio siglo y se registraron treinta tormentas tropicales en la cuenca del Atlántico – otro récord histórico. Para 2030, se espera que los impactos socioeconómicos del cambio climático sean iguales o peores que la devastación que causó la Covid-19 en 2020, que provocó un aumento en la pobreza extrema de 5 millones de personas en la región, llevándola a 86 millones.
La buena noticia es que los países de América Latina y el Caribe están actuando. Once países se comprometieron a lograr cero emisiones netas, la mayoría de ellas para mediados de siglo. Muchas están de acuerdo en que la acción climática puede estar en su interés. Si se hace bien, la transición a una economía carbono neutral puede beneficiar a la región con 15 millones de empleos nuevos netos y un 1% de crecimiento adicional del PIB para 2030, incluso después de considerar los costos. Por esas razones la acción climática es uno de los pilares de la Visión 2025, la hoja de ruta del Grupo BID para alcanzar un crecimiento inclusivo y sostenible.
Sin embargo, cumplir con los objetivos del Acuerdo de París es una tarea monumental. Para América Latina y el Caribe, esto supone redirigir entre el 7% y el 19% del PIB –hasta US$1,3 billones– del gasto público y privado al año hacia soluciones climáticas. El financiamiento internacional será fundamental, pero siempre será insuficiente. La transformación de nuestras economías solo es posible si todas las partes interesadas entienden qué necesita cambiar durante la transición a cero emisiones netas, por qué puede ser de su interés y cómo tomar medidas para que suceda.
Para ayudar en este esfuerzo, un nuevo informe del BID publicado hoy aclara lo que significa financiar la transición hacia la carbono-neutralidad. Ofrece una serie de opciones para que los gobiernos consideren e inicien la transición hacia un futuro próspero sin emisiones de carbono. Demuestra cómo 15 transformaciones que se basan en tecnologías existentes pueden ayudar a lograr reducciones significativas de emisiones en la electricidad, el transporte, la agricultura, el uso de la tierra, la construcción, la industria y la gestión de residuos.
El informe presenta evidencia del tipo de beneficios sociales y económicos que los países de la región pueden esperar como resultado de las reformas. Por ejemplo, reducir el uso de combustibles fósiles conlleva a ciudades y comunidades más limpias, lo que beneficia la salud pública. El transporte público puede ahorrar miles de millones de dólares en tiempo que actualmente se pierde por la congestión vial. La energía renovable, que es la forma de electricidad menos costosa del mundo, puede ofrecer precios más bajos y estables para los hogares y las empresas. La conservación de bosques y manglares genera servicios ecosistémicos. Finalmente, la economía circular puede mejorar la competitividad.
Sin embargo, el cambio no se producirá por sí solo. El documento enumera docenas de barreras que impiden que entidades públicas y privadas inviertan en la transición a una economía neutra en carbono. Entre ellas, las regulaciones a menudo favorecen las tecnologías del pasado. Es posible que falte infraestructura esencial. Conseguir el financiamiento es difícil. Actores clave pueden carecer de información o capacidad de acción. En todo cambio habrá ganadores y perdedores. Los gobiernos que quieran facilitar el financiamiento público y privado de la acción climática pueden mapear estas barreras y planear en consecuencia cambios regulatorios, despliegue de infraestructura, reformas fiscales, desarrollo de capacidades, campañas de información y medidas para compensar los impactos distributivos y garantizar una transición justa.
El propósito de esta publicación no es pretender que la descarbonización es fácil, o llamar a que los países implementen de inmediato todas las acciones gubernamentales mencionadas. Por el contrario: un hallazgo importante es que la transición a economías de cero emisiones netas es compleja y difícil, que no puede ser resuelta por un pequeño grupo de agencias gubernamentales o con solo uno o dos instrumentos de política. En vez de eso, requeriría movilizar todo el gobierno, y darle un papel que desempeñar a varios ministerios y todos los niveles del gobierno, incluidos los estados y ciudades.
Los países que quieran descarbonizar deberán hacerlo en sus propios términos, a partir de un diagnóstico de los desafíos que enfrentan, sus prioridades de desarrollo y qué espacio fiscal, capacidad y capital político pueden movilizar para impulsar el cambio. En este sentido, las 15 transformaciones que proponemos en el informe no son más que una lista de opciones que los gobiernos pueden considerar.
No habrá una solución única para todos. El Acuerdo de París, ratificado por todos los miembros del BID, establece la necesidad de fundamentar la acción climática en el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas y capacidades respectivas. Cada país debe desarrollar su propio plan de acción para lograr una transición justa y ordenada hacia una economía descarbonizada que beneficie a sus empresas, hogares y comunidades.
Esperamos que cuenten con el BID como un socio cercano a los países de América Latina y el Caribe que se embarcan en este proceso. Tenemos como objetivo proporcionar 24.000 millones de dólares en financiación climática durante los próximos cuatro años, y en el 2021 aprobamos casi 4.500 millones de dólares para operaciones relacionadas con el clima, la cantidad más alta en nuestra historia. Desde el BID continuaremos invirtiendo, apoyando y poniendo al servicio todo nuestro conocimiento para esta tarea tan vital, como lo hemos hecho anteriormente. Con esta publicación, presentamos otro paso importante para alcanzar este objetivo común.
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