La salud mental de las personas cuidadoras de adultos mayores en América Latina y el Caribe parece estar en jaque. Una encuesta reciente del BID, respondida por más de 27 mil cuidadoras de toda la región, encontró una situación preocupante: más del 30% de las cuidadoras no remuneradas y el 19% de las cuidadoras remuneradas reportaron experimentar síntomas de depresión.
En esta nota exploraremos algunos de los efectos que los cuidados tienen en el bienestar de las personas cuidadoras de la región y algunas oportunidades para cuidar de quienes cuidan.
El cuidado a largo plazo y su impacto en la salud mental
Las circunstancias en las que las personas viven y trabajan –como los ingresos, el empleo, la educación, la desigualdad, el género y la etnicidad, entre otras– son factores que afectan la salud mental. Estos se llaman determinantes sociales de la salud mental.
En el caso del cuidado de las personas mayores, esta es una labor demandante física y emocionalmente, que nos enfrenta con la vulnerabilidad de personas que necesitan apoyo para hacer actividades de la vida diaria, como comer, bañarse o hacer las compras. Es una tarea generalmente invisibilizada y con escasa valoración social, a pesar de su inmensa contribución para la organización de las sociedades.
En nuestra región, las circunstancias en las que se provee este cuidado distan de ser ideales. El cuidado remunerado es aún un sector incipiente, informal, caracterizado por salarios bajos y limitado acceso a beneficios de protección social. La cobertura de estos servicios es aún insuficiente, y la mayor parte de la carga de cuidados es asumida por personas cuidadoras no remuneradas, recayendo principalmente sobre mujeres de la familia, quienes asumen esta labor a un gran costo personal.
En los últimos años, el envejecimiento de la población ha empujado la agenda de los cuidados a largo plazo, que ha cobrado relevancia en nuestra región. Muchos países están desarrollando políticas para poder dar respuesta a la creciente demanda de cuidados. Sin embargo, aún no hay estrategias claras sobre cómo abordar el cuidado de la salud mental de las cuidadoras.
La sobrecarga de las cuidadoras no remuneradas
Aunque cuidar de un ser querido puede ser una tarea gratificante, esta suele ir en detrimento del bienestar mental de las personas cuidadoras. Las grandes exigencias físicas, emocionales y el tiempo que lleva cuidar a una persona mayor con dependencia pueden generar una sobrecarga, experimentada como un estrés intenso. Estas consecuencias son más pronunciadas en las mujeres.
Es habitual leer que el autocuidado es fundamental para quienes cuidan, pero lo que se observa con mayor frecuencia es que las cuidadoras posponen sus proyectos y necesidades para asumir este rol. En la reciente encuesta del BID, casi la mitad de las cuidadoras reportó haber necesitado atención médica en el último año, pero no haber podido obtenerla debido a sus tareas de cuidado. La carga del cuidado impacta negativamente múltiples aspectos de la vida de las cuidadoras, como la probabilidad de participar en el mercado laboral y su bienestar financiero, aumenta la prevalencia de síntomas de depresión, y también afecta las relaciones familiares, de pareja o amistades. El malestar psicológico parece ser mayor cuanto mayor es la dependencia de cuidados, como en el caso de las personas con demencia.
Cuidadoras remuneradas: un sector precarizado
Las condiciones laborales están asociadas a la salud mental, y el sector remunerado de los cuidados de largo plazo se caracteriza por la informalidad, la falta de protección social, los bajos salarios y los bajos niveles de formación.
La Organización Mundial de la Salud señala algunos riesgos para la salud mental en el trabajo, y uno de ellos es la insuficiencia de capacidades para desempeñarse en las tareas diarias. En este sentido, una de cada cuatro cuidadoras remuneradas tiene algún tipo de formación, y tan solo tres de cada diez han completado un curso extenso.
Otro de los riesgos destacados por la OMS es experimentar situaciones de violencia, acoso u hostigamiento, y el estudio del BID encontró una situación alarmante: el 39% de los cuidadores remunerados que respondieron la encuesta informaron haber experimentado abuso verbal, mientras que el 15% reconoció haber sufrido abuso físico.
Además, debe destacarse que las personas cuyo trabajo involucra tener relaciones interpersonales emotivamente intensas de manera frecuente tienen más probabilidades de sufrir estrés laboral crónico o burnout por el desgaste mental y psicológico.
Oportunidades para cuidar la salud mental de las personas cuidadoras
Exploremos algunas de las políticas que tienen el potencial de mejorar significativamente el bienestar de las personas cuidadoras.
- Los servicios de respiro, como los centros de día, ofrecen atención a las necesidades de personas mayores con distintos grados de dependencia. Los centros de día procuran mejorar la calidad de vida y el bienestar de la persona mayor y de su familia. Además de tener el potencial de disminuir o rehabilitar las capacidades funcionales, cognitivas y sociales de los usuarios, y por ende de reducir la carga del cuidado, permiten a las personas cuidadoras tomarse una pausa y descansar. El tiempo personal es un recurso invaluable para quienes cuidan de un ser querido. un recurso invaluable para quienes cuidan de un ser querido.
- Formación: mejores herramientas para cuidar. La formación es fundamental para que las personas se sientan más seguras y se desempeñen mejor en las actividades de cuidado, lo que también tiene efectos positivos en la calidad del cuidado que se brinda. Contar con las herramientas y habilidades necesarias para cuidar es crucial para poder manejar adecuadamente el estrés, sobre todo en un trabajo tan exigente física y emocionalmente. La formación tiene múltiples ventajas: está asociada a una mayor satisfacción laboral, una reducción de la angustia, el estrés, y a una menor rotación laboral. Asimismo, se asocia con mayores ingresos y menores niveles de estrés y síntomas de depresión.
- Políticas laborales que permitan compatibilizar el trabajo con los cuidados, como licencias por cuidado o flexibilidad en el esquema de trabajo. Esto podría ayudar a que menos cuidadoras abandonen sus trabajos.
En una región que envejece a gran velocidad, cuidar la salud mental de quienes se dedican a cuidar a las personas mayores es fundamental. ¿Tienes alguna experiencia que quisieras compartir? ¡Cuéntanos en comentarios! O, si te dedicas al cuidado de personas mayores, comparte tu experiencia en nuestra encuesta.
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