Cuando organizaciones de larga data de repente se dan cuenta que deben ser más dinámicas e innovadoras, a menudo corren el riesgo de enfocarse solamente en la creatividad. Nuevas ideas pueden buscarse por todas partes, gastando mucho tiempo y recursos en tratar de identificar nuevos productos de moda que puedan ser lanzados tan pronto sea posible. La búsqueda de la novedad, la creatividad y el ser “cool” parece ser una salida fácil de un status-quo que luce anticuado y aburrido.
Desafortunadamente la innovación no suele ser ni fácil ni rápida. La innovación no se trata únicamente de ser creativos y tener ideas frescas. Esta visión está bastante lejos de cómo la innovación ocurre en realidad en cualquier sector, incluso en aquellos sectores más intensivos en creatividad. Las nuevas ideas y el talento son sin dudas componentes fundamentales del proceso de innovación, pero no están siquiera cerca de ser una condición suficiente para innovar.
Innovar de manera exitosa requiere tanto de una estrategia clara como de un fuerte compromiso con un proceso en el cual las ideas pasan por diversas etapas de validación. En casi todo contexto, las ideas necesitan convertirse en prototipos, ser constatadas o verificadas con una serie de pruebas cada vez más exigentes involucrando a potenciales clientes, audiencias objetivo y beneficiarios. Y una vez testeadas, tienen que ser llevadas a gran escala mediante planes operativos detallados. Ninguna organización seria se embarcaría en una idea que no haya pasado por lo menos por parte de este proceso o sin tener una propuesta clara de cómo este proceso se llevaría a cabo. La innovación se trata de transformar ideas en algo real, con valor real…y también de gestionar adecuadamente el riesgo de invertir en algo nuevo.
Entonces, ¿cómo pueden ser realmente innovadores los hacedores de política? Sin duda tenemos que buscar ideas nuevas, dentro de nuestras organizaciones, en el sector privado, entre nuestras audiencias y grupos de interés (especialmente nuestros beneficiarios). Pero también debemos establecer una estrategia y definir un proceso para transformar estas ideas en políticas con impacto real.
Como lo describió conciso y claro Jeff Brown (ex CEO interino del Fondo de Innovación Global) en un Seminario realizado en el BID, muchas organizaciones de cooperación y desarrollo están estancadas en un equilibrio en el cual una gran cantidad de ideas nuevas –que raramente pasan de la etapa de prueba de concepto– son ejecutadas a una escala muy reducida y nunca salen de un nivel de prueba de concepto, mientras que operaciones de mayor escala son implementadas como “de costumbre”, y con muy limitadas mediciones de su impacto social.
Lo que claramente está faltando es un nexo entre las ideas innovadoras y las operaciones de mayor escala. Es decir, la parte faltante consiste en realizar testeos rigurosos, a una escala apropiada, del costo-efectividad de las ideas que han pasado la fase de prueba de concepto.
Por ende, si las organizaciones de desarrollo desean ser verdaderamente innovadoras y promover la adopción de nuevas soluciones de política, es necesario que inviertan en la prueba de soluciones escalables y que planifiquen cómo aquellas soluciones efectivas pueden ser implementadas a mayor escala. Para ello, se necesitan una serie de ajustes. Primero, en la fase de prueba de concepto, las organizaciones de desarrollo deben ser más selectivas, de modo que aquellas soluciones con el potencial (ambición) de lograr un gran impacto sean priorizadas. En segundo lugar, las organizaciones de desarrollo necesitan incorporar una verdadera etapa de testeo, lo cual requiere el “coraje” y los procedimientos para descartar aquellas soluciones que no muestren evidencia convincente de su costo-efectividad, aunque para probarlas se hayan destinado considerables recursos.
En este contexto, los bancos multilaterales y otras instituciones de financiamiento del desarrollo pueden, y en mi opinión deben, asumir el liderazgo en la agenda de experimentación de política pública. Ellos tienen dos ventajas comparativas únicas en esta área. En primer lugar, tienen los instrumentos: pequeñas donaciones de cooperación técnica pueden utilizarse para la fase de prueba de concepto; subvenciones más grandes y pequeños préstamos podrían utilizarse para financiar las etapas de testeo; y préstamos más grandes y subvenciones de apoyo operativo se pueden utilizar para apoyar a los países beneficiarios en pos de aumentar la escala de las soluciones más rentables. En segundo lugar, con su presencia global o regional, los bancos multilaterales están en una posición única para promover la coordinación y el intercambio de ideas entre los países, ayudándoles a internalizar plenamente los beneficios de las inversiones en experimentos de política.
Como en cualquier inversión en conocimiento, sin coordinación adecuada, las externalidades positivas (es decir la posibilidad de que un país aprenda de la experiencia de otro) pueden sin duda llevar a los gobiernos a invertir poco en esta área. Tengamos presente entonces, que los bancos multilaterales fueron creados también para resolver estos problemas de coordinación y promover la generación de bienes públicos regionales y globales. El desafío está en nosotros. Nos toca innovar, pero recordemos, no se trata solamente de ideas.
La calidad cuesta menos, a veces creemos que ahorramos dinero desarrollamos productos sin escuchar a nuestra audiencia o publico meta, la audiencia sabe lo que quiere y validar nos hace mas efectivos y eficaces.
Importante seria definir donde esta la raiz, la cuna, ¿Quien hace prospectiva? ……base de toda INNOVACION
Muchas organizaciones desean innovar pero desconocen que para hacerlo es necesario invertir, mediante un plan, en desarrollar una cultura, una organización y una gestión que acompañe e impulse, en forma permanente, el proceso de innovar. Pero más importante que lo anteriormente mencionado es la convicción y compromiso de la alta gerencia en convertir la empresa en una organización innovadora. ¿Es fácil y se hace rápido? No, pero se puede lograr si se planifica y de busca el apoyo correcto.