Cuando el gran tenista Andre Agassi se desplomó a los 26 años, descendiendo desde el número 1 del mundo hasta un humillante puesto 141 dos años más tarde, los comentaristas atacaron su vanidad, su inestabilidad emocional y su comportamiento errático. Agassi había triunfado en tres de los cuatro grandes torneos del tenis. ¿Cómo podía estar descendiendo tanto, perdiendo un partido importante intencionalmente, insultando a otros jugadores y consumiendo metanfetaminas de forma ilícita, como él mismo admitiría posteriormente?
Para los psicólogos y educadores, la respuesta parece evidente: pese a sus brillantes habilidades deportivas, Agassi carecía de habilidades socioemocionales, esa importante combinación de autocontrol, conciencia social y capacidad de toma de decisiones.
Las habilidades socioemocionales, distintas al razonamiento abstracto y a otras habilidades cognitivas, son esenciales para prosperar en casi todos los ámbitos de la vida. Y es esa importancia lo que nos impulsa, desde el Departamento de Investigación del BID, a hacer énfasis en programas de formación parental que buscan ayudar a padres de familia a inculcar en sus hijos desde muy temprana edad la importancia del autocontrol y el respeto por los demás. Por ello fomentamos programas juveniles de aprendizaje y capacitación, como aquellos que se realizan en Europa, que no solo enseñan habilidades tecnológicas y relacionadas con oficios, sino también de liderazgo y capacidad para trabajar en equipo.
Las habilidades socioemocionales comienzan a desarrollarse temprano
Estas habilidades comienzan a desarrollarse a temprana edad. Un estudio reciente examina las habilidades socioemocionales en preescolares, incluidas sus capacidades para completar tareas, afrontar responsabilidades y procesar experiencias sociales y emocionales. Por un lado, el estudio muestra que existe una estrecha correlación entre esas capacidades y el éxito futuro de los niños como adultos jóvenes en ámbitos como educación y empleo. Por otro lado, muestra una correlación entre las escasas capacidades sociales en la educación preescolar y los futuros problemas de salud mental, drogadicción y el sistema de justicia penal.
La formación socioemocional puede marcar una diferencia importante en estas y otras áreas. Según reveló un meta-análisis de programas escolares de capacitación social y emocional dirigidos a estudiantes desde el jardín infantil hasta la escuela secundaria en Estados Unidos, ayudar a los alumnos a desarrollar mayores competencias emocionales y de relaciones está asociado con importantes mejoras en el rendimiento académico. Los estudiantes que participaron en los programas también mostraron actitudes más positivas no solo hacia sí mismos sino hacia los demás, con menos problemas de comportamiento.
Mayor éxito con entrenamiento
En Chicago en 2001, una ONG llamada Youth Guidance financió un programa denominado Becoming a Man(Convirtiéndose en hombre) que ayuda a adolescentes de familias de bajos ingresos en Chicago a manejar el estrés y controlar mejor sus emociones a través de juegos de rol, técnicas de relajación y discusión de problemas. A raíz de las sesiones semanales de una hora con un asesor capacitado de dicha iniciativa, las detenciones violentas entre los participantes se redujeron a la mitad. Las tasas de graduación de la escuela secundaria se incrementaron en cerca de un 15%. Además, existe una iniciativa del Banco Mundial en México que utiliza los principios de dicho programa en adolescentes y, de igual forma, busca reducir comportamientos delictivos.
Entretanto, varios países de América Latina y el Caribe han venido ofreciendo programas para jóvenes con una duración de tres a seis meses, los cuales normalmente incluyen capacitación en habilidades técnicas y socioemocionales con una pasantía de corta duración. Dichos programas son apoyados por el gobierno a través de subsidios de salarios y estipendios diarios.
El modelo de referencia de dichas iniciativas son aquellas ofrecidas en los países europeos, como Alemania, Austria y Suiza, que incluyen programas de aprendizaje completo de uno a tres años para jóvenes de 15 y 16 años. Estos programas, cofinanciados por el gobierno y el sector privado, combinan la capacitación laboral técnica con oportunidades para aprender habilidades socioemocionales fundamentales, como liderazgo, resolución de problemas y trabajo en equipo.
Evidentemente, la capacitación socioemocional no es la única vía para desarrollar estas habilidades. Las personas pueden mejorar sus habilidades socioemocionales por pura fuerza de voluntad. Por ejemplo, tras varios años de exhibir un comportamiento engreído e indisciplinado, Agassi dio un giro a su vida, y logró recuperar su lugar como número uno del mundo a los 29 años. Y, tras su retiro, ayudó a recaudar varios millones de dólares para financiar la educación de niños de escasos recursos, no solo en su propia escuela Andre Agassi College Preparatory Academy sino en muchas otras escuelas.
Cómo repercute la madurez en las habilidades socioemocionales
Está claro que la madurez también influye bastante. Un amplio estudio reveló que los rasgos esenciales de la amabilidad, la diligencia y la estabilidad emocional mejoran continuamente durante la adolescencia, la edad adulta y los primeros años de la tercera edad. Estos contundentes efectos positivos de la madurez podrían ser el factor explicativo de la redención de Steve Jobs. Ese hombre rebelde e indeciso de temperamento irascible que fue despedido de Apple a la edad de 30 años y que regresó 10 años después con mayor paciencia, autocontrol y habilidades sociales que le permitieron estimular el talento de los empleados y el liderazgo de la compañía a un nivel sin precedentes.
Pero esperar a alcanzar la tercera edad o incluso a cumplir más de veinte años para desarrollar habilidades socioemocionales suele ser ya demasiado tarde. Si no tenemos esas habilidades, necesitamos aprenderlas cuanto antes. Como se revela en la publicación insignia del BID 2017 Desarrollo en las Américas, existen varios programas que han logrado ayudar a las personas en ese sentido. Es fundamental ampliar y profundizar dichos programas en América Latina y el Caribe. Debido a que tienen la capacidad de empoderar a las personas para que alcancen su máximo potencial. Incluso es posible que ayuden a promover la paz y la productividad en nuestra región.
Laura Valverde dice
Trabajo para una ONG que desarrolla programas de prevención de consumo de alcohol en personas menores de edad. Nuestro enfoque va más allá del trabajo con la población entaria de los 10 a 17 años, sino que también desarrollamos actividades con los padres, madres, responsables y encargados de los adolescentes. Es una tarea retadora ya que a diferencia de los jóvenes que participan de las actividades socio-educativas en las escuelas y colegios, los padres, madres, responsables y encargados, algunos de ellos son difíciles de motivar a tomar un rol activo en la crianza de sus hijos. Éste artículo menciona algunas buenas prácticas y lecciones aprendidas de otros programas que podrían ser transferidas y adaptadas a la región LAC. Muchas gracias por compartir.