La decisión de Amazon este mes de gastar USD 13.400 millones en la compra de la cadena de supermercados Whole Foods en Estados Unidos puede haber sido el tipo de movimiento audaz y de alto riesgo que ha contribuido a catapultar a la antigua tienda de libros a precios de descuento a las filas de las cinco primeras empresas con cotización en bolsa más grandes del mundo. Sin embargo, para los trabajadores—y para los economistas— marca un hito en el nuevo mundo laboral mucho mayor que el propio gigante de Internet.
Amazon opera en un almacén en Seattle, Amazon Go, donde los robots y las máquinas llenan las estanterías y sirven de cajeros. Una flota de drones podría próximamente servir para enviar sus productos hasta las puertas de los consumidores. Aunque la compañía diga que no despedirá a nadie en Whole Foods, parece sólo una cuestión de tiempo antes de que los ordenadores y los robots desplacen de la fuerza laboral a los empleados de los almacenes, los cajeros, el personal de transporte e incluso a los contadores, o los obliguen a adquirir una nueva formación para empleos más productivos.
Se está produciendo un cambio tectónico. En las fábricas y en las minas, en los yacimientos de petróleo y en las explotaciones agrícolas, en las oficinas y tiendas, las máquinas en el mundo desarrollado desempeñan cada vez más las funciones que antes proporcionaban un buen ingreso a millones de personas de la clase media o de la clase trabajadora. Esto hace que las economías sean más productivas. Pero también está poniendo en peligro a numerosas ocupaciones tradicionales. En medio de la distribución de las habilidades—en los ámbitos del metal y la maquinaria, en la construcción, la artesanía y las imprentas—se está produciendo una hemorragia de puestos de trabajo. Los expertos creen que otras carreras, como la venta minorista, el telemarketing y la contabilidad, se encontrarán muy pronto en la misma situación.
Simultáneamente, se están creando oportunidades. Está aumentando la demanda de trabajadores altamente remunerados que utilizan el razonamiento abstracto, sobre todo en las ciencias y las matemáticas. También está aumentando la necesidad de empleos no rutinarios de menor nivel que no se pueden codificar, como el cuidado de las personas mayores y los servicios de protección.
Por ahora, América Latina y el Caribe ha conseguido en gran medida escapar a estas transformaciones, aunque al precio de no volverse más productiva y próspera. Sin embargo, esas transformaciones se producirán. Revolucionarán inevitablemente el empleo en nuestra región y, como señalamos en nuestra próxima publicación insignia, Aprender mejor: Políticas públicas para el desarrollo de habilidades, se requerirán sistemas de formación que puedan ayudar a los trabajadores a reinventarse permanentemente. Los trabajadores del siglo XXI no tendrán un único trabajo. Puede que tengan cinco empleos diferentes a lo largo de sus carreras a medida que evolucionan las tecnologías. Eso significa que las empresas y los gobiernos tendrán que ayudarlos a reciclarse una y otra vez entre el trabajo y la escuela de modo que puedan seguir adquiriendo nuevas habilidades y enfrentándose a nuevas tareas.
Nadie sabe cuánto tardará esa modernización. La región ha sido lenta para adoptar nuevas tecnologías, más lenta que el este de Asia y más o menos a la par con África Subsahariana, y se encuentra muy rezagada en relación con el mundo desarrollado, incluso en la implementación de las tecnologías que posee. Las grandes empresas en América Latina, por ejemplo, incorporan los ordenadores casi tan rápidamente como sus contrapartes de los países desarrollados. Pero en Bolivia, para citar un caso, el 35% de la fuerza laboral en las pequeñas y medianas empresas utiliza un ordenador, en comparación con el 65% de empresas del mismo tamaño en las economías avanzadas.
Parte de este retraso está relacionado con la abundancia de la mano de obra barata. Con costos tan bajos para contratar a los trabajadores, no hay demasiada urgencia para introducir máquinas que pueden recortar los costos. A esto hay que añadir el nivel de habilidades relativamente bajo de numerosos empresarios y administradores, lo que les impide identificar y asimilar nuevas tecnologías, y el bajo nivel de habilidades de los trabajadores, lo que dificulta la implementación de avances tecnológicos.
Los sistemas tributarios y regulatorios en América Latina y el Caribe también juegan un rol. Éstos tienden a favorecer a las empresas pequeñas y medianas más que a las grandes, aunque las empresas grandes son más productivas y tienen más probabilidades de innovar, tecnológicamente y en otros sentidos. Entretanto, la protección de los trabajadores pone trabas al despido. Dificulta el reemplazo de los empleados con nuevas contrataciones de personas que saben mejor cómo trabajar con máquinas de tecnología punta.
Es necesario superar estas barreras si la región quiere desplazarse del estatus de ingreso medio al de ingreso alto. Esto traerá consigo reformas laborales, incluyendo sistemas de seguro de empleo que protejan a los trabajadores en periodos de desempleo y faciliten el contrato y el despido en las empresas. También implicará reformas fiscales y macroeconómicas. Y requerirá una educación de mucho mejor nivel de los trabajadores, desde la temprana infancia hasta la edad adulta y a lo largo de sus vidas laborales, de modo que posean las habilidades para medirse con las grandes innovaciones tecnológicas. Nuestro estudio, de próxima publicación, proporciona una orientación detallada sobre cómo se puede conseguir esto utilizando la evidencia científica disponible.
Los grandes cambios tecnológicos se producirán de una u otra manera. La inevitable caída de los precios de la maquinaria de alta tecnología por sí sola los hacen imparables. Son razones de sobra para que la región se convierta en un participante activo en esa transformación, de modo que se pueda crear un círculo virtuoso mediante el cual las habilidades aumentan, se adoptan las mejores tecnologías, los salarios suben y las economías crecen.
Digital Store dice
muy útil para este mundo globalizado. Gracias por compartirlo