Los mercados financieros globales se encuentran en una encrucijada, sometidos a una mayor incertidumbre a corto plazo y a cambios estructurales que suponen un riesgo para las perspectivas macroeconómicas y de desarrollo de las economías emergentes.
En primer lugar, los bancos centrales en todo el mundo están endureciendo agresivamente la política monetaria para combatir la inflación. Esto tiene repercusiones complejas para los tipos de cambio, el riesgo crediticio (tanto de los gobiernos como de las empresas) y la fijación de precios de activos e instrumentos financieros. Además, puede afectar los requerimientos de capital de las instituciones financieras, el apetito por el riesgo de los inversionistas y otras dimensiones del sistema financiero mundial.
La guerra en Ucrania ha amplificado las tensiones geopolíticas, lo que ha desencadenado el debate sobre numerosos aspectos del sistema financiero internacional. Entre otros temas, se discute el futuro de las monedas de reserva mundiales, la evolución de los sistemas de pago transfronterizos, los acuerdos financieros para sectores estratégicos como el alimentario y el energético, y la reconfiguración de los flujos de capital.
Este nuevo panorama financiero global repercute tanto en el costo como en la disponibilidad de financiamiento para los gobiernos y las empresas. Además, existe una profunda incertidumbre sobre cómo evolucionará este panorama. En este contexto, los gobiernos tendrán que reaccionar y adaptarse y, en el proceso, necesitarán sólidos buffers macroeconómicos para hacer frente a los shocks.
Cuantificando el impacto de shocks financieros globales en los países del Cono Sur
Los shocks financieros en este nuevo panorama pueden tener implicancias inesperadas, multifacéticas y disruptivas para las economías emergentes. En un nuevo estudio del BID para las economías del Cono Sur, cuantificamos el impacto potencial del aumento de la volatilidad financiera mundial sobre los diferenciales soberanos para Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y lo comparamos con otros países.
Utilizando el índice de volatilidad VIX[1] como indicador del estrés financiero mundial, argumentamos que las condiciones macroeconómicas en el Cono Sur pueden experimentar una presión significativa en medio de shocks financieros mundiales adversos. Un shock de “tamaño normal” del VIX (aproximadamente 7 puntos del VIX) aumenta los spreads soberanos de la región entre 30 y 49 puntos básicos en un horizonte de tres meses, como se representa en los círculos de colores del gráfico 1. Estos efectos podrían ser seis veces mayores ante shocks como los ocurridos durante la crisis financiera global de 2008-2009 o al inicio de la pandemia.
Además, shocks financieros de menor envergadura también podrían generar tensiones macroeconómicas significativas en caso de ser exacerbados por otras vulnerabilidades internas. Esas tensiones en la región podrían amplificarse aún más si estos shocks se combinaran con una recesión/desaceleración mundial que afecte negativamente los precios de las materias primas.
En nuestro ejercicio econométrico no se incorporan factores como las respuestas de políticas que podrían tener un papel mitigador durante una crisis. Pero tampoco se incluyen canales de transmisión explícitos responsables de la retroalimentación y de efectos indirectos que podrían ser más preocupantes hoy que en el pasado, y que podrían llevar a una subestimación del impacto total. De hecho, los shocks financieros mundiales podrían interactuar con las vulnerabilidades sociales, políticas y económicas internas que han ido creciendo en la región —y en otras economías emergentes— lo cual amplificaría las consecuencias de la incertidumbre mundial
Además, el aumento de las tasas de interés a nivel mundial actúa como otra fuente de shock financiero, incrementando los costos de financiamiento para las economías emergentes. Y con las fuertes presiones inflacionarias actuales, es más difícil para las autoridades monetarias de la región recurrir, como en el pasado, a una expansión monetaria extraordinaria para estabilizar los vaivenes del mercado financiero. Esto se traduciría en una menor entrada de flujos de capital y en condiciones de financiamiento menos favorables para las economías del Cono Sur.
Por último, el gráfico muestra que los países que tienen un mayor nivel de riesgo de partida (niveles más altos del EMBIG spread como se representa en el eje X del gráfico 1) experimentan un mayor impacto en términos de riesgo-país cuando se ven afectados por un shock financiero global. Esta relación entre sensibilidad y nivel es especialmente relevante para los cuatro países del Cono Sur, ya que todavía están en un rango del EMBIG en el que esta relación no lineal no está surtiendo efecto de manera contundente. Sin embargo, si el Cono Sur se viera afectado por una secuencia de shocks financieros negativos que aumente el nivel base del riesgo país, los diferenciales soberanos podrían deteriorarse cada vez más aumentando el estrés macroeconómico de los países de la región.
La importancia de reconstruir los buffers macroeconómicos
Los países del Cono Sur se beneficiarían al reconstruir sus buffers macroeconómicos para protegerse de los riesgos que presenta el contexto financiero mundial. Alcanzar una mayor resiliencia macroeconómica debe considerarse igual de importante que otras políticas públicas, y debería ser parte del debate.
¿Cuáles son exactamente los buffers macroeconómicos relevantes? En general, para evitar la percepción de riesgo, los países podrían beneficiarse de marcos fiscales más transparentes que garanticen la consolidación fiscal, una gestión activa de la deuda y suficientes buffers de liquidez (donde las reservas y los préstamos contingentes son buenas alternativas). Sin embargo, los planes para reconstruir los buffers macroeconómicos deben adaptarse a cada país y, lo que es más importante, considerarse parte integral de estrategias más amplias para apoyar el crecimiento inclusivo y sostenido a mediano plazo, así como la materialización del potencial productivo de la región en un escenario donde la pobreza, la desigualdad y las tensiones sociales han ido aumentando.
Los organismos internacionales, y en específico los bancos multilaterales de desarrollo, pueden desempeñar un papel crucial ayudando a reconstruir estos buffers macroeconómicos. En particular, pueden contribuir a reforzar las líneas de crédito contingente y, junto con otras instituciones, ayudar a mitigar los riesgos fiscales al fomentar una mayor eficiencia del sector público y la cobertura frente a shocks de precios de las materias primas o climáticos. Además, pueden apoyar una mayor inversión del sector privado e impulsar una mayor cooperación entre los países de la región lo cual también ayudaría a lograr una mayor resiliencia ante shocks financieros.
[1] El índice de volatilidad de Cboe, o VIX, es un índice de mercado que representa las expectativas de volatilidad del mercado para los próximos 30 días. Los inversores utilizan el VIX para medir el nivel de riesgo o tensión en el mercado.
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