A medida que América Latina y el Caribe se enfrenta a una de las crisis económicas más graves de su historia, los formuladores de políticas se están planteando qué deben hacer en materia de políticas fiscales y monetarias para reactivar el crecimiento económico, una vez que pase la crisis derivada de la pandemia de Covid-19. Un elemento que necesita urgentemente más atención es la enorme y crónica falta de confianza que existe en la región, no solo entre los ciudadanos y las instituciones gubernamentales, sino entre los ciudadanos entre sí.
La confianza es el eje de cualquier sistema económico eficiente. Facilita las transacciones entre individuos, empresas y gobiernos; impulsa la inversión y la innovación; permite la formulación de políticas eficaces; y genera un mayor crecimiento. Pero, lamentablemente, se ha visto una disminución de la confianza en la región. Lograr encontrar formas de restaurarla, que pueden ir desde mejorar la transparencia empresarial y gubernamental hasta crear oportunidades de interacción ciudadana, podría marcar una enorme diferencia para ayudar a la región a salir de su actual estancamiento y embarcarse en un largo período de crecimiento sostenido.
América Latina y el Caribe (ALC) sigue siendo una de las regiones de más lento crecimiento en el mundo. Entre 1960 y 2017, el crecimiento promedio per cápita de la región en términos del PIB real fue muy inferior al promedio mundial. Por ejemplo, la típica nación asiática emergente pasó de un ingreso per cápita del 11% del de Estados Unidos en 1960 al 58% en 2017. Mientras que los países de América Latina y el Caribe, en promedio, aumentaron solo un 4% del ingreso per cápita de Estados Unidos durante ese mismo tiempo.
La falta de confianza representa una importante contribución a este vacilante progreso. Para que las economías crezcan, deben impulsar la acumulación de factores de producción (capital y trabajo) y utilizar esos insumos de manera más eficiente a fin de aumentar la productividad total de los factores. Históricamente, la región ha sufrido de una baja acumulación de insumos y de una baja productividad. La falta de confianza, según lo analizamos en un reciente estudio, es un factor crítico. Los individuos y las empresas solo asumirán riesgos y aumentarán su actividad económica si creen que hacerlo les resultará rentable, y si no temen a la expropiación, ya sea de sus inversiones o de sus beneficios. Además, para dar este paso necesitan tener acceso a los mercados financieros, y el crédito solo puede crecer cuando los bancos pueden recuperar sus préstamos y las personas tienen libre acceso a sus ahorros. Los incrementos laborales, que elevan la capacidad productiva de la economía, funcionan de la misma manera que las ampliaciones de capital. Estas solo pueden ocurrir si los inversores y las empresas tienen la seguridad de que los empleados no se aprovecharán de ellos, por ejemplo, eludiendo sus obligaciones o robando.
Gráfico 1. Confianza y PIB per cápita
En resumen, la falta de confianza es un problema crónico que ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos, generando alzas en los costos de las transacciones, impidiendo que los recursos fluyan a lugares de uso más eficientes, y reduciendo la actividad económica. Esto ha sucedido en todo el mundo: la confianza interpersonal (o la confianza entre los ciudadanos) cayó a nivel mundial del 39% entre 1981-1985 al 23% entre 2010-2014. Pero ese declive ha sido especialmente doloroso para la región de América Latina y el Caribe. En comparación con los países de la OCDE, donde la confianza interpersonal cayó de un 50% a un 35% durante el mismo período, en América Latina y el Caribe esta bajó en promedio del 22% al 10%.
La falta de confianza en las instituciones públicas y privadas también es enorme. Según el Latinobarómetro, una respetada encuesta de opinión, entre 1996 y 2018 menos de 4 de cada 10 ciudadanos latinoamericanos mostraron confianza en sus gobiernos. La confianza en las instituciones privadas, como los bancos y las empresas, también fue igualmente baja.
Gráfico 2. La confianza ha estado cayendo constantemente en todo el mundo y en ALC
¿Qué se puede hacer para revertir esa tendencia? ¿Cómo puede crecer la confianza de manera que estimule las economías de la región? Proporcionar mejor información sobre objetivos y resultados, y lo que es más importante, cumplir las promesas, son formas obvias para que los gobiernos aumenten la transparencia y, por ende, la confianza en sus operaciones. Los programas deportivos y otras actividades colectivas pueden fomentar una mayor interacción entre las personas de diferentes orígenes y crear confianza interpersonal. Por otro lado, los sistemas legales más eficientes e imparciales pueden contribuir a la causa, dando a la gente la sensación de que, debido a que el comportamiento impropio se sanciona, sus conciudadanos son más propensos a comportarse de manera confiable.
La confianza, por supuesto, es primordial en estos tiempos difíciles en los que la economía, la salud y la vida de las personas están en juego debido a la Covid-19. La transparencia de los gobiernos y la eficacia de sus medidas para controlar la pandemia están siendo puestas a prueba. Como también lo está la voluntad de la gente de respetar los confinamientos y otras medidas de seguridad que buscan proteger a sus conciudadanos. Las empresas serán juzgadas, en parte, por la forma como traten a sus empleados. En otras palabras, este podría ser un momento decisivo para América Latina y el Caribe. Si se logra que de esta crisis surja una mayor confianza, eso podría marcar una enorme diferencia para la formulación de políticas, la cohesión social y las perspectivas económicas de la región.
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