El número de infectados con el nuevo coronavirus ha sobrepasado los cinco millones de personas en el mundo. Sin embargo, un número importante de países está entrando en una nueva etapa en la lucha contra el SARS-COV-2, como se conoce al virus que causa la COVID-19.
Como muestran estos mapas realizados con datos de la Universidad de Oxford, las restricciones a la circulación están disminuyendo. El fútbol ha vuelto en Alemania, el béisbol a Corea del Sur, y las carreras de autos (NASCAR) en los Estados Unidos. Estos son sólo algunos ejemplos de una mayor apertura que están siguiendo los países.
El levantamiento progresivo de las medidas de confinamiento está ocurriendo en un contexto que no es ideal para prevenir futuros contagios: los testeos son todavía escasos, la infraestructura del sector de salud es inadecuada, las condiciones económicas de los países y de los individuos son complejas, y muchos muestran cansancio por estar encerrados (en muchos casos en condiciones de hacinamiento) y sin capacidad de generar ingresos. Mientras se desarrollan vacunas y tratamientos efectivos contra el virus, el éxito de esta etapa requerirá que se mantenga la adherencia a las recomendaciones de higiene personal y distancia física que ya se vienen poniendo en práctica.
La comunicación y la participación de la comunidad son esenciales para reducir la transmisión de la infección y facilitar las medidas sanitarias que previenen el contagio. Los mensajes claros y coherentes de las autoridades infunden confianza, generan solidaridad y movilizan a los individuos y a las comunidades para adherirse a las medidas requeridas para desacelerar la propagación de la COVID-19.
La sociedad ha tenido un período de práctica para convertir estas recomendaciones en hábitos y algunos de ellos serán nuevos modelos mentales que se transferirán a la nueva normalidad. Los gobiernos pueden hacer uso de esta guía práctica para consolidar estas conductas utilizando las herramientas de la economía del comportamiento, de manera que no se abandonen a medida que las personas vuelvan a sus trabajos y los estudiantes, a sus lugares de estudio. Sin embargo, con la reapertura de las economías, deberán comunicarse nuevos lineamientos a fin de detener el contagio. Entre ellos:
- usar más intensivamente implementos de limpieza en lugares comunes/públicos;
- cumplir los límites de capacidad en fábricas, estadios, restaurantes, transporte público, etcétera;
- trabajar remotamente, por turnos o con horarios desfasados;
- adoptar nuevas tecnologías para facilitar la identificación de casos de COVID-19;
- compartir información privada (síntomas, contactos) relevante para que las autoridades puedan informar sus decisiones de política.
Para cumplir con estas y otras recomendaciones, los ciudadanos tendrán la difícil tarea de superar profundos sesgos de comportamiento y barreras que guían sus decisiones, las cuales, lamentablemente, se acentúan en condiciones de estrés, cansancio e incertidumbre. A continuación, se presentan ejemplos de comunicaciones informadas por las ciencias del comportamiento para promover estos lineamientos.
Nuevos lineamientos posconfinamiento | Diseño conductual |
Usar implementos de limpieza en lugares comunes/públicos |
Colocar gel desinfectante en puertas de transporte público y agregar un mensaje prominente para mantener la acción en mente: “Desinfectar antes de entrar #NoOlvidesALaCOVID19”
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Cumplir los límites de capacidad en fábricas, estadios, restaurantes, transporte público, etc.
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Campañas de mensajes de texto o llamadas telefónicas destinadas a empresarios que utilicen el principio de confianza para recordar las consecuencias y el lineamiento:
“[Nombre], no te arriesgues a perder tu negocio. Asegúrate de que tus clientes se mantengan a dos metros de distancia”.
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Trabajar remotamente de ser posible
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Las empresas pueden ofrecer microincentivos para alentar a los trabajadores a que trabajen de casa. Por ejemplo, un concurso en donde el premio sea un vale para Netflix o para una librería online, o una donación a la caridad preferida del trabajador.
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Adoptar nuevas tecnologías o la comunicación para facilitar la identificación de casos COVID-19
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Campañas de comunicación masivas en donde el gobierno y las empresas se comprometen claramente a usar la información -por ejemplo, sobre síntomas- para objetivos de salud pública, contrarrestando la idea de que la información puede ser usada en contra del individuo.
Buenas prácticas de economía del comportamiento sugieren la conveniencia de no mencionar la posibilidad de un mal uso de los datos en estos mensajes, ni siquiera para contradecirla. Su sola mención puede reforzar la creencia de su veracidad, a pesar de que el objetivo sea el opuesto.
– Se puede hacer un comercial con celebridades usando estas tecnologías para transmitir el mensaje que ese es un comportamiento social deseado y aceptado. – Se pueden viralizar mensajes como los siguientes “#MisDatosSalvanVidas”, “#MisDatosContraLaCOVID” – Mensajes personalizados por WhatsApp pueden incrementar la percepción de confianza al aumentar la cercanía entre el emisor y el receptor del mensaje:
“Hola [Nombre del receptor], te llama [nombre del emisor], voluntario de [organización]. ¿Sabías que la tecnología salva vidas? Para poder salir de esta crisis, necesitamos tu participación”. |
Por supuesto, los mensajes y los diseños conductuales solo pueden ser útiles en el contexto adecuado. Para reducir el contagio, es necesario que se acompañen con inversiones (por ejemplo, un aumento en la disponibilidad de transporte público o de elementos de limpieza), con regulaciones (días y horarios diferenciados de atención) y con la variación de precios y tarifas de acuerdo con diversos factores (importes que cambian en función de la carga de transporte o salarios más altos para aquellos dispuestos a trabajar a deshoras a fin de alinear los comportamientos con las necesidades de la lucha contra la pandemia).
Asimismo, las tecnologías (por ejemplo, las aplicaciones que utilizan inteligencia artificial para determinar la existencia del virus a partir de los síntomas o las que utilizan bluetooth para rastrear contactos) tienen que brindar información precisa para generar hábitos. Las tasas altas de falsos positivos (que indican una alta probabilidad de infección donde no la hay o contactos con infectados que no han existido) erosionan la confianza en estas aplicaciones y, por lo tanto, su utilización.
La comunicación durante la salida del aislamiento es compleja. Los mensajes irán cambiando en el tiempo, algunos quedarán obsoletos y será importante evitar anclar a la sociedad en información desactualizada, incompleta o falsa. Se debe comunicar de manera clara no solo lo que se sabe del tema, sino también aquello sobre lo que hay incertidumbre, como el tiempo que tomará el desarrollo de una vacuna o el impacto del clima sobre el contagio. Hacerlo permite rectificar la información a medida que se aprende, sin perder la confianza del público. La clave es que las campañas se mantengan, pero se vayan adaptando a las circunstancias cambiantes, a medida que se filtran las buenas y las malas noticias sobre la enfermedad, y cambian las percepciones de riesgo de las personas. De la misma manera que las empresas adaptan sus anuncios a las nuevas tendencias de moda y los políticos reforman sus anuncios para adaptarlos a la opinión pública, en la lucha contra la pandemia, las autoridades deben estar atentas a las creencias y percepciones, y modificar, en consecuencia, la información, el mensaje y la forma de comunicación.
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