Cuando la competencia extranjera afecta a las empresas de un país, los titulares de los medios de comunicación hacen referencia a la quiebra de empresas y a la pérdida de puestos de trabajo. Los shocks pueden provenir de fuentes diversas: reformas comerciales, competencia de una potencia de la industria manufacturera extranjera o la entrada de grandes cadenas minoristas del extranjero. Aunque es probable que el shock comercial traiga aparejados una serie de efectos positivos, como una mayor variedad de bienes y precios más bajos para el consumidor, la atención suele centrarse en los efectos negativos de corto y mediano plazo causados por la liberalización del comercio, especialmente en lo que respecta a la pérdida de puestos de trabajo.
Lo que suele quedar por fuera de la historia son los efectos a largo plazo sobre el mercado laboral a medida que la economía se adapta. Analizamos esta dinámica en México tras un importante shock competitivo generado por la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 y la llegada de productos chinos más baratos para competir con aquellos de las empresas mexicanas tanto en el mercado interno de México como en su mercado de exportación dirigido a Estados Unidos. Examinamos no solo los efectos a corto y mediano plazo, sino también aquellos a largo plazo. Nuestro estudio constató que el empleo y los salarios en la industria manufacturera experimentaron inicialmente una caída significativa, sobre todo en las regiones del norte del país, más expuestas a la competencia de las importaciones. Sin embargo, al cabo de 20 años, estos efectos negativos sobre el empleo total y los salarios desaparecieron, y el sector informal desempeñó un papel importante en la absorción de trabajadores y la amortiguación del shock.
Una mirada más a fondo a los mercados laborales afectados
Para identificar el shock de oferta —el efecto del cambio en la oferta de bienes— en México, nos basamos tanto en la distribución de la actividad económica en el país, previa al shock, como en el cambio en las importaciones por sector. Encontramos que, a corto plazo, una exposición adicional a las importaciones de US$1.000 por trabajador provocaba una reducción del empleo de 1,8 puntos porcentuales en la industria manufacturera por persona en edad de trabajar. Los asalariados, los obreros y los empleados formales fueron los más afectados. Esto se debe a que las empresas medianas y grandes del sector manufacturero, que tienden a ser empresas formales, en respuesta a la mayor competencia redujeron su producción o abandonaron el mercado por completo lo que condujo a una reducción de su fuerza laboral. De hecho, nuestras estimaciones muestran que, de no haberse producido el shock de importaciones, en 2018 habría habido un 7,6% más de empleo en el sector manufacturero del que hubo. Con el tiempo, se produjo un cambio, y el empleo informal, incluido el de los servicios, aumentó de manera significativa para compensar las pérdidas de empleo.
Implicaciones políticas
Nuestras conclusiones tienen implicaciones importantes para la política pública. Durante el periodo de 20 años, las empresas más pequeñas y menos productivas fueron las más propensas a abandonar el mercado. Esto implica la necesidad de crear una mayor flexibilidad en el mercado laboral para que las pequeñas empresas, incluidas las de propiedad familiar, puedan resistir los cambios en los acontecimientos mundiales. Eso podría incluir más capacitación empresarial para que los propietarios de las empresas puedan hacer crecer sus negocios o desarrollar otras variedades de productos para competir, dándoles la resiliencia necesaria para hacer frente a los shocks externos del mercado, incluso en el comercio internacional. También podría incluir mayor reconversión profesional y de competencias para los trabajadores, lo que facilitaría tanto la movilidad laboral como las transiciones laborales a diferentes sectores, ocupaciones (o ambos), aumentando los salarios y los niveles de empleo en el proceso.
Cuando los países se abren al comercio, cabe esperar que sus economías se especialicen más en determinados sectores y menos en otros, en consonancia con los beneficios tradicionales del comercio internacional. Para que eso ocurra, es necesaria una reasignación de recursos, capital y mano de obra. Los shocks de importaciones forman parte de ese proceso y seguirán produciéndose, quizá en mayor medida en un mundo cada vez más globalizado. Es importante que los formuladores de políticas públicas apoyen a las empresas y a los trabajadores para que puedan ir adaptándose gradualmente. Esto puede tomar tiempo. Los gobiernos pueden contribuir a acelerar el proceso eliminando los obstáculos que impiden a los trabajadores adaptar sus cualificaciones a profesiones o sectores potencialmente nuevos o que impiden a las empresas modificar sus procesos de producción para adaptarse a un entorno cambiante.
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