Desde hace mucho tiempo la educación es considerada un baluarte en los momentos de adversidad. Ahora nuevas investigaciones revelan que cursar años adicionales de educación puede ayudar a impedir que las personas pierdan su trabajo durante las recesiones o crisis económicas.
Pero ¿qué hace que adquirir mayor educación brinde esta protección? ¿Aumenta la productividad? ¿Permite a los trabajadores trabajar en sectores a prueba de recesiones? ¿O acaso los antecedentes financieros de las personas que influyen en la naturaleza de su educación contribuyen a aumentar la seguridad laboral durante las crisis?
Decidimos analizar los efectos de protección de la educación en medio de la pandemia de la COVID-19, una tragedia que causó un desempleo a gran escala, dejando sin trabajo a decenas de millones de personas en América Latina y el Caribe durante el 2020.
Nos concentramos particularmente en Barbados, utilizando datos administrativos y encuestas de hogares para examinar la relación entre la educación y el empleo durante la pandemia. Examinamos una muestra de personas que tenían más o menos las mismas habilidades cuando solicitaron ingresar a la escuela secundaria y que, o bien acabaron siendo admitidas o rechazadas por un estrecho margen sobre la base de un examen nacional en escuelas secundarias selectivas. Ahora, estas personas tenían 29 años o más, estaban activas en el mercado laboral y se enfrentaban a una grave crisis económica.
El impacto de las escuelas selectivas en la educación y en la pérdida de empleo
Las mujeres que obtuvieron una puntuación justo por encima del umbral de admisión a las escuelas más selectivas alcanzaron una media de casi tres años de educación adicional y tuvieron 25 puntos porcentuales más probabilidades de obtener un título universitario. Este capital humano adicional sirvió de protección en el mercado laboral: las mujeres tuvieron unos 36 puntos porcentuales menos de probabilidades de perder su empleo durante el inicio de la pandemia. Esto representa una gran ventaja, ya que supone un riesgo 12% más bajo por cada año de escolarización adicional.
Por el contrario, los hombres que asistieron a una escuela más selectiva no cursaron años adicionales de educación. Nuestra investigación no logró encontrar ningún efecto de protección para ellos en el mercado laboral.
Mejora de las competencias de los trabajadores a través de la educación
Pero ¿por qué las mujeres más educadas pudieron conservar más sus puestos de trabajo? Un mayor número de años de formación podría sugerir a un posible empleador que el candidato a un puesto de trabajo es competente. O la educación puede en la práctica hacer que los trabajadores sean más productivos, cualificados y valiosos para las empresas.
Dos características de nuestro estudio nos permiten abordar esta interrogante. En primer lugar, estudiamos la pérdida de puestos de trabajo en vez de las decisiones de contratación o el empleo en general. A diferencia de las decisiones de contratación, los empleadores pueden observar las capacidades, competencias y productividad de sus trabajadores a la hora de tomar decisiones sobre los despidos. La literatura en materia de empleo coincide en que, después de tres a seis años en un puesto de trabajo, los empleados ya han revelado sus capacidades. Los empleadores están familiarizados con las competencias de un trabajador, y la educación solo importa en la medida en que las haya mejorado. Con una media de nueve años de experiencia laboral en sus empresas, las personas de nuestra muestra superaban ampliamente dicho umbral.
En segundo lugar, nuestra muestra incluye a individuos con prácticamente las mismas capacidades y antecedentes financieros antes de la escuela secundaria selectiva. Esto implica que las diferencias de productividad o competencias entre quienes obtuvieron una puntuación superior e inferior al umbral de admisión se debieron probablemente a diferencias en el capital humano, es decir, al impacto de la educación. Las mujeres más educadas tienen una ventaja significativa a la hora de evitar perder sus empleos, no debido a la señalización o a las suposiciones sobre sus capacidades basadas en la escuela a la que asistieron, sino debido a los verdaderos logros en competencias adquiridas por medio de la educación.
Aunque las dificultades que conlleva compaginar el cuidado de los hijos con las responsabilidades laborales fueron bien documentadas durante la pandemia, la fertilidad y el cuidado de los hijos no tuvieron efecto alguno en la probabilidad de perder el empleo: las mujeres de nuestra muestra tenían las mismas probabilidades de tener hijos y acceso a guarderías, independientemente de su nivel educativo. Además, las mujeres admitidas en escuelas selectivas no habían aceptado trabajos en sectores menos vulnerables durante la pandemia. Nuestros resultados son robustos: las mujeres más educadas pudieron conservar sus puestos de trabajo porque demostraron ser mejores trabajadoras y más productivas gracias a sus años adicionales de educación.
La importancia de la educación
Nuestra investigación contribuye a una mejor comprensión de la importancia de la educación para potenciar las competencias de los trabajadores. Mucho se ha escrito tanto en el BID como en otras instituciones sobre la importancia de una mayor inversión en educación y mejores estrategias educativas para lograr que el aprendizaje en América Latina y el Caribe alcance el nivel de los países de la OCDE. Estos esfuerzos son considerados esenciales para aumentar el crecimiento y la productividad nacionales, así como para elevar el nivel de vida de las personas de la región. Nuestra investigación demuestra el rol causal que puede desempeñar la educación en el mercado laboral. Los empleadores conservan a sus empleados más educados durante las crisis y recesiones económicas graves, no por supuestos, sino porque los trabajadores más educados tienen mayores competencias, realizan un trabajo más productivo y son más valiosos para sus empresas.
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