América Latina y el Caribe ha hecho frente a varias crisis consecutivas, desde la pandemia de la COVID-19 hasta la invasión rusa a Ucrania, dichas crisis han debilitado la capacidad de los países para proporcionar a sus ciudadanos bienes y servicios y han puesto de manifiesto la necesidad de aumentar las tasas de recaudación de impuestos. Con presupuestos limitados y un gasto de capital escaso, la región no puede tolerar tasas de evasión fiscal de los ingresos personales y empresariales, que en muchos países ascienden al 50%. Además, en una región ya de por sí tan desigual, la evasión fiscal tiende a aumentar la desigualdad.
Sin embargo, los desafíos para mejorar la recaudación de impuestos son enormes. La informalidad laboral es muy elevada, por lo que muchas personas no están registradas ante las autoridades fiscales. Las agencias de impuestos carecen de recursos para realizar bien su trabajo, sobre todo a nivel subnacional, y los códigos y formularios tributarios pueden resultar confusos y complejos, lo que reduce la capacidad de pago de los ciudadanos.
Con pequeños empujones es posible simplificar el cumplimiento fiscal
En medio de estos desafíos, la recaudación de impuestos puede mejorar significativamente si se simplifica el cumplimiento fiscal y se reducen los costos cognitivos asociados. Como sabemos por la economía del comportamiento, la gente tiene una capacidad de atención limitada, e incluso las personas bien intencionadas pueden acabar no pagando si el proceso estresa demasiado su capacidad de concentración y comprensión.
Por ejemplo, cuando se les pregunta a las personas los motivos por los que no pagan, suelen decir que “no pasa nada si no se paga”, que ya “nadie más paga” y que “el gobierno malversa el dinero público”. A veces estas convicciones son acertadas, pero también es frecuente que la gente crea que algunos comportamientos son más o menos comunes de lo que realmente son. Es posible que hayan oído que alguien no pagó sus impuestos, y supongan que nadie los paga. Es posible que hayan leído sobre un político corrupto, y supongan que todos los políticos son corruptos. En estas situaciones, hay formas de proporcionar información y diseñar intervenciones basadas en la economía del comportamiento para corregir las suposiciones erróneas. Lograr cambiar dichas convicciones constituye un reto, pero no insuperable.
Un nuevo informe del BID sobre las ciencias del comportamiento
Aquí en el BID, hemos adquirido un amplio conocimiento sobre el cumplimiento de las obligaciones fiscales, que resumimos en nuestra última publicación la cual presenta las lecciones aprendidas a lo largo de 10 años de estar aplicando las ciencias del comportamiento en América Latina y el Caribe.
Una de esas lecciones tiene que ver con el registro tributario. Para recaudar impuestos, los gobiernos necesitan tener un registro actualizado de contribuyentes. Las plataformas de inscripción y servicios en línea pueden facilitar la inscripción, pero muy pocos contribuyentes las utilizan. Ese fue el caso en Fortaleza, Brasil. Por ello, la administración de impuestos de Fortaleza, en colaboración con el BID, dirigió un proyecto de bajo costo, centrado en estrategias inspiradas en el comportamiento, que buscaba actualizar la información del registro a través de la plataforma en línea. Los funcionarios en Fortaleza diseñaron dos comunicaciones diferentes por correo electrónico, en ambas se establecía un plazo claro y se incluía un mensaje moralmente persuasivo y, en uno de los casos, se incluía la participación en un sorteo para los contribuyentes que se inscribieran. Estos mensajes aumentaron las inscripciones entre dos veces y media y tres veces y media en comparación con un grupo de control que no recibió ningún mensaje de correo electrónico. Basándose en los resultados del estudio, a fin de aumentar la inscripción, las administraciones de impuestos harían bien en utilizar un enfoque estratificado (que tenga en cuenta las convicciones y diferencias entre los contribuyentes). Promover la inscripción voluntaria a través de mensajes de correo electrónico puede ser un paso intermedio costo-efectivo. Podría complementarse con una mezcla de métodos de comunicación y focalización hacia diferentes tipos de contribuyentes, teniendo en cuenta los efectos heterogéneos según la edad, el género, el estado de cumplimiento y el valor de la propiedad.
En un estudio realizado en Argentina, incluimos mensajes de información sobre el comportamiento directamente en las facturas de impuestos en lugar de enviar cartas por separado. Se les dio un pequeño empujón a los contribuyentes con uno de tres mensajes diferentes: el primero, sobre las sanciones asociadas al no pago de impuestos; el segundo, sobre las obras públicas que son posibles gracias a los impuestos; y el tercero, sobre la obligación moral de pagarlos. El mensaje más eficaz fue el primero, que tenía que ver con las sanciones: Logró un aumento del 9% en el cumplimiento.
También puede resultar útil cambiar los métodos de comunicación. Los contribuyentes pueden no reaccionar de igual forma ante una carta (el método de comunicación más tradicional utilizado por las administraciones de impuestos), un mensaje de correo electrónico, una llamada telefónica o un simple llamado a la puerta para recordarles que deben pagar sus impuestos. En un par de proyectos que llevamos a cabo en Colombia con la autoridad nacional de impuestos, mantuvimos los mensajes constantes mientras variábamos los canales de comunicación. La autoridad nacional de impuestos envió mensajes con el mismo contenido a través de cartas, correo electrónico, llamadas telefónicas y visitas personales. Los métodos personales (visitas y una llamada telefónica) resultaron más eficaces que los impersonales, y entre los más impersonales, el mensaje de correo electrónico resultó más eficaz que la carta.
Recompensas para los ciudadanos por pagar sus impuestos
Otro estudio, exploró un enfoque diferente: entregó recompensas reales a los ciudadanos por pagar sus impuestos. Ofrecer recompensas puede ser una herramienta importante. Puede cambiar las percepciones y las convicciones y, en consecuencia, el comportamiento. Naturalmente, el diseño particular de los programas de recompensas es clave para su eficacia (muchos de ellos no funcionan). En una municipalidad en Argentina, el gobierno eligió al azar a algunos ciudadanos de entre los más de 72.000 que estaban al día con el pago de sus impuestos para que recibieran un premio en forma de una acera construida frente a sus casas. Una vez construidas las aceras y cuando los ciudadanos pudieron comprobar el uso eficaz del dinero público por parte del gobierno, la recaudación de impuestos mejoró: Aquellos que recibieron las aceras tenían 7 puntos porcentuales más probabilidades de pagar sus impuestos a tiempo durante los siguientes tres años. El cambio de comportamiento entre los vecinos de los ganadores fue aún más impresionante: hubo un efecto de “contagio” duradero de quienes pagaron sus impuestos. Esto se debe a que los contribuyentes morosos cambiaron sus convicciones, tanto respecto al cumplimiento de sus vecinos como al uso del dinero público por parte del gobierno. Las zonas en las que se había producido un deficiente suministro de servicios públicos —destacando, en contraste, las nuevas aceras— mostraron aumentos de pago especialmente significativos. Los contribuyentes morosos, que eran vecinos de los ganadores de las aceras, tenían 7,5 puntos porcentuales más probabilidades de pagar puntualmente; 10 puntos porcentuales más probabilidades de pagar con tres meses de retraso; y 15 puntos porcentuales más probabilidades de pagar en algún momento, y estos resultados se mantuvieron a largo plazo. De hecho, recompensar a los contribuyentes por su buen comportamiento con un bien público duradero y visible tiene efectos positivos.
La recaudación de impuestos es una de las funciones más importantes y difíciles de los gobiernos, es fundamental para mantener el suministro de bienes y servicios esenciales para los ciudadanos. Además, constituye una esfera en la que América Latina y el Caribe ha tenido dificultades. Las intervenciones de la economía del comportamiento pueden facilitar a los gobiernos —y al igual que muchas de las intervenciones descritas en nuestra nueva publicación en ámbitos que van desde la educación y el género hasta la salud y las pensiones— la tarea de ayudar a mejorar la vida de los habitantes de la región.
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