Durante años, los creadores de políticas públicas en América Latina y el Caribe han luchado contra el inmenso y crónico problema de la evasión de impuestos con un promedio de cerca del 50% en muchos países, limitando la capacidad de los gobiernos de inversión en escuelas, hospitales y otras necesidades críticas. El problema no sólo se refiere a la dificultad de localizar a los evasores fiscales. Tiene que ver con la dificultad de convencer a los que tienen la obligación moral de pagar sus impuestos de que serán penalizados con eficacia si no lo hacen.
Los expertos han sospechado durante mucho tiempo que el medio de entregar el mensaje a los evasores puede ser tan importante como el propio mensaje. Pero decidirse por un método puede resultar problemático ¿La agencia tributaria debería de enviar una carta o un correo electrónico? ¿Si un inspector de Hacienda hiciera una visita personal a una persona o empresa con una deuda pendiente podría convencerlos de la gravedad de la falta de pago, incluso cuando tal visita pueda resultar más onerosa debido a las horas extra y al transporte para cada mensajero?
Un reciente experimento realizado por Daniel Ortega y Carlos Scartascini, en colaboración con las autoridades tributarias colombianas, trató de averiguarlo. Para hacer el experimento, los investigadores diseñaron un mensaje para los contribuyentes morosos en el que incluyeron la cantidad adeudada, formas de pago, el posible interés y otras sanciones que pudieran ser impuestas. También incluyeron un mensaje sobre las obligaciones morales.
Los resultados fueron decisivos. Entre las personas contactadas por la Agencia Tributaria, la probabilidad de hacer algún pago sobre la deuda pendiente era 8% mayor para los que recibieron una carta solamente; 17% más alto para los que recibieron solamente un correo electrónico y un 88% más alto para aquellos que solamente recibieron una visita personal. Los que recibieron una visita personal eran mucho más propensos a pagar su deuda completa y otros tipos de deudas también.
Los estudios en temas de donaciones electorales y en campañas de “obtención del voto” (get out the vote) muestran que la prospección personal y las visitas de los candidatos logran mejores resultados que los métodos más impersonales. La interacción social directa parece hacer una gran diferencia para estimular a la gente a tomar decisiones y cambiar su comportamiento. Este también parece ser el caso en la recaudación de impuestos.
Esto no quiere decir que las agencias tributarias deben comenzar a organizar visitas personales por cada delincuente fiscal. Las personas que reciben visitas probablemente intuían que debido a que la Agencia Tributaria estaba dispuesta a invertir tiempo y dinero en la búsqueda de personal para hacer la visita, también era más probable que terminaran procesándolos por falta de pago. Este efecto disminuye si las visitas fiscales se hicieran universales, y luego, debido a recursos limitados, los organismos fiscales fueran incapaces de llevar a los evasores fiscales a tribunales.
Pero el uso selectivo de las visitas personales en Colombia y en otros países donde la mano de obra es barata puede ser muy rentable. De hecho, en el experimento, a un costo de sólo $8 dólares por visita, la Agencia Tributaria recaudó más de $ 2.000 dólares. Con una mejor administración tributaria y mejores bases de datos para la localización del padrón de contribuyentes, los ingresos globales subirían también.
Naturalmente, los ingresos fiscales podrían aumentar aún más si la gente tuviera la confianza de que los pagos de sus impuestos, realizados con tanto esfuerzo, se utilizarán para hacer frente a las necesidades urgentes, de manera eficiente y de que no serán malgastados en corrupción.
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