Desde Nueva York y Washington hasta Londres y Santiago, el metro y otros sistemas de transporte masivo son vulnerables a las personas que se saltan los torniquetes, evaden los inspectores del pago y utilizan otros métodos para evitar el pago de los pasajes, lo que anualmente provoca cientos de millones de dólares en pérdidas de ingresos e incluso muertes accidentales. TransMilenio, el sistema de buses de tránsito rápido (BTR) más grande del mundo y un contribuyente importante para la productividad de Bogotá, no es la excepción. En 2019, la evasión del pago de pasajes en TransMilenio se estimó en un 15% o cerca de 222.000 millones de pesos colombianos (unos US$65 millones). En 2018, doce personas perdieron la vida tratando de colarse en los buses de Transmilenio.
El desafío para los formuladores de políticas públicas no solo consiste en mejorar el empleo de los métodos tradicionales de control, incluyendo barreras físicas, cámaras y otros tipos de vigilancia para reducir la evasión, sino también en emplear las ciencias del comportamiento para cambiar la forma en que los usuarios del sistema toman decisiones. Es mediante el uso de soluciones e ideas innovadoras que se logra incidir positivamente en el comportamiento de los ciudadanos.
Una iniciativa de ciencias del comportamiento en Bogotá
Eso es lo que MoviLab Bogotá, el laboratorio de innovación para la movilidad de Bogotá, buscó alcanzar en noviembre de 2020 cuando lanzó el Mobility Challenge convocando a equipos de investigación de universidades colombianas a ayudar a frenar la evasión del pago de pasajes. La iniciativa encabezada por la Alcaldía de Bogotá y apoyada por TransMilenio, seleccionó cinco equipos de investigación de las universidades de los Andes, ICESI, el Rosario y La Sabana. Dichos equipos diseñaron pilotos con el apoyo y la orientación metodológica del Grupo de Economía del Comportamiento del BID, La Dirección de Cultura Ciudadana, TransMilenio y la Secretaría Distrital de Movilidad. Basadas en las ciencias del comportamiento y en cultura ciudadana, las propuestas fueron presentadas ante un panel conformado por TransMilenio, la Alcaldía Mayor y expertos regionales en transporte como NUMO y Despacio, cuya labor fue seleccionar las propuestas ganadoras para entrar a la segunda fase de pilotaje.
El desafío era enorme. Como bien sabemos, la racionalidad es limitada. Las decisiones que tomamos a diario se rigen por cientos de sesgos de comportamiento. Apagamos nuestro despertador varias veces a pesar de saber que tenemos que levantarnos y seguimos comiendo a pesar de estar llenos. De hecho, los sesgos de comportamiento suelen llevarnos a tomar decisiones que perjudican no solo nuestro bienestar sino el de toda la sociedad, incluyendo el financiamiento de los sistemas de transporte público tan cruciales para nuestra vida y la de nuestros conciudadanos.
Es claro que las personas evaden el pago de pasajes por diversas razones, entre ellas la percepción de que su precio es demasiado alto; la irritación ante los problemas de funcionamiento del sistema; la falta de un sentimiento de identificación con el sistema; convicciones erróneas sobre su propiedad y financiamiento; y, a menudo, la pobreza. Incluso pueden asociar el metro o sistema de BTR, como TransMilenio, con una administración gubernamental o con un político en particular, y evadir la tarifa en señal de protesta.
El papel de los sesgos de comportamiento en la evasión del pago de pasajes
Los sesgos de comportamiento juegan un papel importante. En un fenómeno conocido como sesgo de optimismo, que implica subestimar la probabilidad de un mal resultado y sobreestimar la probabilidad de uno bueno, las personas minimizan la probabilidad de ser atrapadas por la policía y castigadas. También es posible que no conozcan ningún caso de personas que hayan sido capturadas y que, por esa razón, crean que el castigo es poco probable. Esto se conoce como la heurística de disponibilidad, en la que las personas estiman la probabilidad de un evento futuro basándose en casos representativos que les vienen a la mente. Por último, pueden experimentar una forma de gratificación instantánea, en la que dan prioridad a los ahorros a corto plazo que obtienen de no pagar un pasaje, frente a los beneficios a largo plazo, por ejemplo, en calidad de vida, que obtendrían de mejorar la calidad de los sistemas. Esto se conoce como sesgo de presente: la elección de una ganancia a corto plazo sobre una más grande en el futuro.
Independientemente de cuál sea el caso, resulta clave integrar la comprensión de estos y otros sesgos de comportamiento en el diseño de las políticas públicas. Estos sesgos son sistemáticos, y podemos corregirlos con simples intervenciones que redireccionen la toma de decisiones en una dirección más positiva.
Probando Intervenciones
Las tres propuestas priorizadas están ahora mismo siendo refinadas con el apoyo del Grupo de Economía del Comportamiento del BID, la Dirección de Cultura Ciudadana y TransMilenio S.A, bajo la coordinación de MoviLab Bogotá, serán puestas a prueba sobre el campo para evaluar su efectividad. Se espera que conduzcan a intervenciones a gran escala, incluyendo estrategias de comunicación de gran repercusión, que cambien el comportamiento.
La evasión del pago de pasajes es una amenaza para el financiamiento de TransMilenio y de otros sistemas vitales de transporte masivo, y representa un riesgo de lesiones e incluso de muerte para las personas que la ponen en práctica. Las ciencias del comportamiento nos ofrecen posibles soluciones, y debemos aprovecharlas para minimizar el problema.
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