Durante seis décadas ha habido un flujo continuo de migrantes a las ciudades de América Latina y el Caribe, elevando el porcentaje de la población urbana del 50% al 80%. Este fenómeno ha aportado grandes beneficios a los centros metropolitanos de la región, como una mayor especialización, competencia, innovación y espíritu empresarial.
No obstante, aunque la migración a las ciudades a menudo genera ganancias significativas, no está exenta de desafíos, como el impacto en el precio de la vivienda y en las condiciones habitacionales de los propios migrantes y de los barrios en los que se asientan.
Como lo discutimos en nuestro reciente informe sobre migración urbana, estos desafíos deben abordarse de forma efectiva para aprovechar plenamente los beneficios de la migración urbana.
Menores tasas de propiedad de vivienda
Tener casa propia a menudo ayuda a las familias a generar riqueza y alcanzar la estabilidad financiera, ya que acumulan patrimonio conforme amortizan sus hipotecas, invierten en sus propiedades y fortalecen los lazos sociales dentro de sus comunidades. También se ha relacionado con una mejor salud mental y física. Sin embargo, las tasas de propiedad de vivienda son sustancialmente más bajas entre los migrantes que entre los residentes de largo plazo.
Para mejorar nuestra comprensión de esta brecha en la propiedad de vivienda, examinamos el papel de los factores demográficos en la configuración de esta diferencia. El análisis, representado en el gráfico 1, presenta las brechas de propiedad de vivienda “brutas” y “ajustadas” a lo largo del tiempo. Los datos revelan que los migrantes siguen teniendo muchas menos probabilidades de tener casa propia que los residentes, incluso después de descontar los efectos de los factores demográficos. Por ejemplo, la brecha entre residentes y migrantes en cuanto a la propiedad de vivienda en Ecuador se acercó a 0,45 puntos porcentuales. Aunque los migrantes suelen ser más jóvenes y tener ingresos más bajos que los residentes, encontramos una brecha significativa de 0,32 puntos porcentuales incluso controlando las características demográficas, como los ingresos, la edad y el estado civil.
Gráfico 1 Brecha en la propiedad de vivienda por estatus migratorio
Los migrantes también suelen tener peores condiciones habitacionales que los no migrantes. Suelen residir en espacios más pequeños, con menos habitaciones y dormitorios, mayor hacinamiento y menos acceso a zonas exclusivas para cocinar. También, como lo ilustra el gráfico 2, en algunos países tienen menos acceso al agua potable y a sistemas de tratamiento de aguas residuales de buena calidad. Estos déficits tienen una gran repercusión: son un lastre para la salud pública, la sostenibilidad medioambiental y el desarrollo económico.
Gráfico 2 Acceso público al agua y al alcantarillado en ciudades de América Latina y el Caribe por estatus migratorio
Mejores mercados de alquiler para una mejor vivienda
Estos resultados, por un lado, ponen de relieve el papel clave que desempeña el mercado local de alquileres en ayudar a las ciudades a acomodar los flujos migratorios al tiempo que señalan posibles ámbitos de reforma.
Se requieren esfuerzos adicionales para aprovechar el stock de viviendas disponible y promover el desarrollo de los mercados de alquiler. Las viviendas de alquiler suelen estar mejor situadas y ser de mejor calidad que la vivienda promedio en venta. Reduciendo los trámites y procedimientos para convertir las viviendas en espacios de alquiler, sin sacrificar las normas medioambientales y de seguridad, los formuladores de políticas públicas podrían mejorar la accesibilidad al empleo y la integración de los migrantes al mercado laboral.
En los últimos años, los servicios “basados en plataformas” ofrecidos por empresas como Airbnb, Vrbo y CouchSurfing han ganado popularidad por su capacidad para poner en contacto a viajeros con anfitriones que ofrecen estancias breves en casas particulares. Podrían utilizarse métodos similares para ayudar a los migrantes a encontrar vivienda. Esto sería muy beneficioso para todos los migrantes, pero especialmente para los internacionales, que a menudo carecen de los garantes requeridos para los contratos de alquiler. Las zonas turísticas o de negocios pueden no ser ideales para este tipo de iniciativas. Los servicios de alquiler basados en plataformas compiten con los hoteles y otros servicios de hostelería tradicionales en esos lugares y hacen que los alquileres sean menos asequibles. Pero en otras zonas, menos atractivas para los turistas pero cercanas a centros educativos, transporte público y otros servicios para residentes, estos esfuerzos podrían aliviar las restricciones de vivienda para la migración urbana y ofrecer ingresos a aquellos propietarios que conviertan sus casas en unidades de alquiler a corto plazo.
A largo plazo, las ciudades que son destinos regulares de migración también necesitan aumentar la reserva de viviendas asequibles, especialmente en las zonas cercanas a los centros urbanos, donde los migrantes pueden acceder a los mejores empleos y evitar los asentamientos informales alejados de los centros de actividad empresarial.
Ayudando a los migrantes a contribuir activamente a las economías urbanas
Estas iniciativas no sólo ayudarían a los migrantes, sino a las economías urbanas en su conjunto. Los migrantes contribuyen al mejor desarrollo de las ciudades cuando viven cerca de las áreas donde se necesita su talento y cuando se sienten seguros y en control de su entorno de vida. Convertirse en propietario de una vivienda es un paso importante en esa dirección, que fomenta los lazos sociales y la participación en la comunidad, incluido el voto y el trabajo voluntario. Pero adquirir una vivienda no sucede de la noche a la mañana. Hasta que logren la estabilidad laboral y los ahorros necesarios para adquirir una vivienda, los migrantes podrán beneficiarse de la eliminación de las trabas burocráticas y del desarrollo de los mercados de alquiler. En la medida en que los formuladores de políticas públicas actúen teniendo en cuenta esta realidad, los migrantes no sólo podrán ser más productivos, sino también más capaces de contribuir al aumento de la productividad agregada y la prosperidad de las ciudades en las que viven.
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