Docentes preparados, escuelas competentes. La formación docente es clave para la mejora de la calidad de la educación en América Latina y el Caribe. Mejorar la educación en la región es más importante que nunca, por la enorme de crisis de aprendizajes en que se encuentra y la profundización de los problemas educativos estructurales a causa de la pandemia de la Covid-19. Pero ¿cómo mejorar? Y ¿qué papel pueden jugar programas de tutorías remotas? Algunos estudios dicen que la formación docente actual no es suficiente, y algunas iniciativas recientes muestran que existen alternativas interesantes.
¿Qué pasaría si a un futuro docente le proponemos enseñar matemáticas por teléfono? Probablemente, su primera reacción sería de incredulidad, porque no lo ha hecho nunca o porque la propuesta no le sonaría a nada parecido a lo que ha venido aprendiendo. Sin embargo, esto es precisamente lo que viene haciendo el BID en varios países de la región a través del proyecto “Tutorías remotas para acelerar aprendizajes”. Se trata de una iniciativa de tutorías de matemáticas que construye sobre prometedoras experiencias en otras regiones del mundo.
Tutorías remotas para acelerar aprendizajes: ¿Cómo funcionan?
En 2022, El Salvador, Guatemala, Tabasco y Guanajuato (en México) implementaron diferentes experiencias de tutorías telefónicas personalizadas para estudiantes de entre 9 y 14 años, de 8 sesiones de duración cada una y de 20 minutos. En ellas se trabajó sobre cinco diferentes niveles del área de matemáticas: valor posicional, suma, resta, multiplicación y división.
Cada estudiante partía desde el nivel donde se encontraba en cada momento y construía sobre su propio aprendizaje de una sesión a otra.
Los tutores como un factor clave para lograr resultados
Los resultados positivos del programa respecto del aprendizaje de los estudiantes tienen mucho que ver con un actor fundamental en el proceso: los tutores. En todos los casos, los tutores fueron mayoritariamente docentes activos y en formación. De su experiencia podemos extraer al menos tres razones por las que ser tutor puede fortalecer la formación docente y mejorar la educación.
1. Una relación tutora positiva
Gabriel Cámara define la relación tutora como “el encuentro de quien desea aprender una competencia concreta con quien posee esa competencia y pone lo necesario para que el otro lo asimile”. Es decir, la relación tutora se centra en generar resultados observables. Tres factores son claves para lograr este objetivo: 1) Las emociones y las relaciones afectivas, 2) la personalización y adaptación la enseñanza a las necesidades específicas de cada estudiante, y 3) la retroalimentación continua entre tutor y tutorado.
La relación tutora se construye desde la confianza y el respeto mutuo, no en base a premios o recompensas. El apoyo uno a uno permite comprender al otro más allá de sus necesidades académicas en sus desafíos y contextos particulares. Esta relación de cuidado, cariño, e interés mutuo, resulta fundamental para lograr aprendizajes significativos.
Más allá de los beneficios para el estudiante, al tutor le permite conectar sus propias capacidades con su vocación profesional. Es una oportunidad no solo para probar a enseñar, sino también para motivarse, para trabajar con estudiantes muy diferentes o simplemente de una manera distinta, más cercana.
Las tutorías telefónicas en América Latina han resultado en experiencias inspiradoras. Por ejemplo, la estudiante de docencia que tenía la oportunidad de enseñar por primera vez, o el docente de educación secundaria que trabajaba con estudiantes de primaria después de muchos años, o la maestra jubilada que pone toda su experiencia al servicio de la educación de su país.
2. Una sensación gratificante
Nada es más satisfactorio para un docente, y en realidad para todo profesional, que sentir que su trabajo tiene sentido y aporta una experiencia positiva para otra persona. Los tutores que participaron en los programas remotos señalan la importancia que tuvo para ellos el hecho de que el proyecto canalizó sus esfuerzos para ayudar a los más necesitados, y contribuir a favorecer la equidad de la educación. También sintieron que fueron un aporte para las niñas y niños después de la pandemia y para su país.
Por otro lado, el proyecto vincula de manera cercana a madres y padres de familia al hacerlos partícipes del proceso. Las llamadas se recibían en los teléfonos de los cuidadores y se les solicitaba que utilizasen el altavoz. Muchos de ellos descubrieron que con el apoyo adecuado sus hijos pueden aprender rápidamente. Este éxito construye sobre sí mismo, porque motiva a los estudiantes, les muestra el interés de sus padres en su éxito, y permite a los padres aprender a mejorar su apoyo escolar. En El Salvador, por ejemplo, una madre se sorprendió al notar que su hija no sabía restar a los 14 años, y pudo hacerlo tras 20 minutos de llamada telefónica.
Por último, el tutor aprende no solamente a establecer una relación positiva con el estudiante, sino con toda su familia. Desarrolla capacidades para involucrar a las familias en el objetivo de lograr resultados tanto desde el punto de vista académico como afectivo.
3. Formación, experiencia, y creatividad acompañados de resultados observables
Una metodología para un proceso remoto desarrollado por teléfono puede dejar enormes aprendizajes para un educador. Un tutor experto es un aprendiz con experiencia, que puede modelar sus propias estrategias de aprendizaje formulando preguntas sobre estrategias de aprendizaje y que se centra tanto en el proceso como en los resultados.
Para construir aprendizajes es necesario primero sentirse capaz de enseñar y luego contar con todas las herramientas para hacerlo. El trabajo de tutorías aporta a fomentar la dedicación, compasión, paciencia y confianza de los tutores en ellos mismos.
Además, el trabajo como tutor mejora las capacidades pedagógicas y metodológicas a través de una formación inicial, un acompañamiento continuo por mentores o coordinadores de tutores, y la experiencia de enseñar de una manera novedosa, utilizando una tecnología conocida pero no anteriormente empleada con este fin. La creatividad pedagógica se convierte, en este caso, en un reto que fortalece y garantiza nuevas capacidades.
“Me gustó cómo los niños se motivaban en aprender cada día más, porque ayudo a los niños y de paso voy aprendiendo a desenvolverme en las explicaciones” indica, por ejemplo, una tutora de Tabasco. Ello da cuenta del mutuo aprendizaje y del impacto de las tutorías en línea en la autoconfianza y otras habilidades socioemocionales.
¿Te animas a ser tutor?
Quienes han colaborado como tutores en los procesos llevados en América Latina, tienen algo claro: las tutorías dan resultado, no solo para los propios estudiantes. Gracias a este proyecto gran cantidad de docentes en formación han logrado fortalecer sus propias capacidades para enseñar, al tiempo que han descubierto un nuevo mundo pedagógico, ¿te animas?.
Sonia Rodríguez Díaz dice
Excelente!!