En el barrio ocurren la mayoría de las interacciones sociales de las personas. Es en ese territorio en el que las niñas, niños y jóvenes forman sus preferencias y opiniones sobre los demás. Además, es allí donde se regulan las normas sociales y de convivencia. Por lo tanto, la valoración que los individuos hacen de la educación y los beneficios que esperan de ella son influenciados por los valores y las normas del barrio en el que residen. ¿Hasta qué punto llega esa influencia?
Un nuevo estudio del BID para la ciudad de Montevideo, en Uruguay, cuantifica el impacto del barrio sobre la cantidad de años de educación (para jóvenes entre 15-24 años), sobre la decisión de estar matriculado en la escuela secundaria (para adolescentes entre 15-18), sobre la probabilidad de haber completado la educación secundaria (para jóvenes entre 19-24) y sobre la decisión de estar matriculado en estudios universitarios (para jóvenes entre 19-24).
¿Qué es el “efecto educativo del barrio”?
El efecto educativo del barrio es el impacto que el lugar de residencia tiene sobre las decisiones y resultados educativos de las personas. Supongamos que tomamos una muestra de individuos similares y los asignamos al azar a residir en distintos barrios. ¿Tomarán las mismas decisiones? ¿Alcanzarán los mismos niveles educativos? El efecto del barrio es ese diferencial en la educación, positivo o negativo, que genera la zona de residencia.
Entender el impacto del barrio es relevante en las ciudades de América Latina caracterizadas por una segregación residencial significativa. Barrios altamente educados y ricos se encuentran a corta distancia de barrios empobrecidos y violentos. Los diferenciales educativos y el impacto que el lugar de residencia tenga pueden provocar círculos viciosos en esta dinámica de segregación.
Barrios y educación en Uruguay: elevada desigualdad y poca convergencia
Utilizando Encuestas Continuas de Hogares de Uruguay entre 1992 y 2019, el estudio muestra que en Montevideo existe una elevada desigualdad de resultados educativos entre barrios según el nivel de ingreso. Los barrios de ingresos altos tienen tasas de egreso de la escuela secundaria que pueden llegar al 90% y tasas de matriculación universitaria de más de 70%. En barrios de ingresos medios dichos valores pueden caer a menos de 70% y 50%, respectivamente, mientras que son aún menores en barrios de ingresos bajos donde la tasa de egreso de la secundaria puede llegar a niveles de solo 20% y la matriculación universitaria no llegar al 10%.
Una pregunta importante para entender la evolución de esta desigualdad geográfica es si los barrios con peores indicadores iniciales logran eventualmente mejorar y converger a los indicadores educativos de los barrios más educados.
El estudio compara los indicadores para las décadas de 1990 y de 2010 y clasifica a los barrios en tres grupos: grupo 1 con efectos negativos (tercio inferior), grupo 2 con efectos medios (entre percentiles 34 y 66) y grupo 3 con efectos positivos (tercio superior).
Para visualizar los resultados se construyó un mapa-semáforo. El rojo simboliza los barrios que presentaban situaciones más negativas en los 90s y se mantienen así. En verde los barrios que presentaron resultados más positivos y continuaron de esta manera.
La figura 1 muestra los resultados en los años de educación formal luego de controlar por las características demográficas de los jóvenes y sus familias. Barrios asociados a peores resultados educativos en los 90s tienden a mantenerse asociados a peores resultados en los 2010s. Lo contrario ocurre con los barrios con mejores resultados. Esto es evidencia de una alta dependencia geográfica y temporal, es decir, la convergencia de la que se habló al principio del párrafo ocurre en muy pocos barrios.
Figura 1. Matriz de Transición condicionales (1990s-2010s)
Años de Educación (15-24)
Fuente: Acerenza, Gandelman y Misail (2023).
Barrios más educados, mejores resultados para los jóvenes
Si bien es informativo, el análisis anterior no es causal. Las familias no son asignadas al azar a los barrios en los que viven. Por el contrario, tienden a elegir vivir en zonas donde haya personas con intereses, valores o condiciones similares a las suyas, aun cuando en esta decisión pesen también otros factores como la disponibilidad de medios de transporte o el costo de la vivienda. Dado que el costo de la vivienda no debería impactar de manera directa en los resultados educativos, es posible utilizar el precio de los alquileres como una variable instrumental, y así medir el efecto causal del barrio de residencia en la educación.
Utilizando el nivel educativo promedio de los adultos residentes en el barrio como variable que mide el efecto del barrio, el estudio encuentra que el barrio es un canal relevante para explicar los resultados educativos de jóvenes y adolescentes.
Diversos estudios encuentran que tener un padre o madre más educado mejora los resultados de los hijos. En este estudio se encuentra que un año extra de educación del jefe del hogar se asocia a un aumento de 10% en los años de educación del adolescente e implica un aumento de 2,7, 3,3 y 3,0 puntos porcentuales en la probabilidad de inscribirse en la secundaria, completar la secundaria y matricularse en la universidad respectivamente. El efecto del barrio que se encuentra en este estudio es aproximadamente del mismo tamaño que el efecto de la educación del padre o madre (jefe del hogar) con quien los jóvenes viven.
¿Quiénes se ven más impactados? El estudio encuentra que los resultados educativos de los varones son más sensibles al barrio y que el ingreso del hogar, además del efecto directo en los resultados educativos, tiene un efecto indirecto como amortiguador del efecto barrio. En las zonas de menores ingresos, los hogares en situación relativamente mejor logran suavizar el efecto negativo del barrio.
Cuatro propuestas de política pública para mitigar el impacto del barrio en los resultados educativos
1. Políticas públicas enfocadas en la especificidad geográfica
En primer lugar, la desigualdad de resultados educativos en los distintos barrios, así como la limitada convergencia (es decir, la baja probabilidad de que un barrio mejore sus resultados educativos a lo largo del tiempo) sugieren que políticas que hagan foco en la especificidad geográfica podrían ser más efectivas que políticas uniformes y centralizadas.
Por ejemplo, un programa del BID de mejoramiento de barrios en Uruguay incrementó 30% la asistencia de los niños a la escuela primaria. Este incremento, si bien parece estar relacionado con mejoras en infraestructura, también estaría relacionado con mejoras de las expectativas de las familias sobre su futuro y el de sus hijos.
2. Políticas educativas activas
En segundo lugar, la persistencia a lo largo del tiempo de esta desigualdad sugiere que se requiere que las políticas educativas regionales tengan un fuerte componente activo. En este sentido, la extensión de la jornada escolar podría ser una opción para considerar. La evidencia empírica encuentra que alargar la jornada escolar incide de forma positiva en los resultados académicos, especialmente para los estudiantes de bajo ingreso, en las escuelas más pobres y en zonas rurales. Uruguay ha implementado programas de escuelas de contexto crítico, que reciben recursos docentes adicionales y tienden a ser de jornada escolar completa. Este esfuerzo que ya existía en educación primaria está siendo expandido a la educación secundaria, con los centros María Espínola, con apoyo del BID.
3. Sistemas de alerta temprana y protección de trayectorias
Otra opción es la implementación de herramientas que permitan monitorear el atraso escolar y la repetición y alertar sobre el riesgo de desvinculación. Uruguay ha sido pionero, también con apoyo del BID, en el diseño e implementación de un Sistema de Protección de Trayectorias con alerta temprana y acompañamiento a estudiantes.
4. Comunicar historias de éxito que se transformen en modelos a seguir
Finalmente, el impacto que tiene el nivel educativo promedio del barrio en los resultados educativos de los adolescentes y jóvenes refuerza la conveniencia de comunicar y diseminar localmente historias de éxito que puedan ser tomadas como modelos a seguir en compensación de carencias objetivas en el ambiente barrial. Por ejemplo, la evaluación de un programa de inclusión educativa en la educación media superior de Uruguay que incluía tutorías entre estudiantes referentes del nivel terciario y estudiantes del nivel medio, muestra una reducción en el abandono escolar.
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