por Harold Alderman.
El desarrollo físico y cognitivo de un niño está altamente influenciado por la calidad del cuidado y la nutrición que recibe. De ahí que sea importante tener en cuenta tanto las necesidades nutricionales de los niños como intensificar su estimulación. Una manera de abordar ambos requerimientos es combinando los servicios en una sola intervención. De esta manera, el objetivo es mantener o incluso aumentar los beneficios de los servicios existentes y sacar provecho del nuevo que se va a suministrar.
Por ejemplo, podría ser viable integrar la estimulación con las visitas de atención primaria al hogar u ofrecer los cuidados durante una visita por enfermedad leve a la clínica. Alguna evidencia sugiere que las intervenciones combinadas tienen beneficios adicionales. De hecho, en la mayoría de casos estudiados, se puede añadir un servicio sin que entrañe un impacto negativo en otro ya existente.
Independientemente de si vincular los servicios nutricionales con las tareas de estimulación del desarrollo cognitivo y socioemocional intensifica los impactos de cada intervención, la combinación de ambos podría generar sinergias si el costo total de entregarlos conjuntamente es menor que cuando se los administra por separado. Además, combinar servicios puede ser una forma de convencer a los personas a cargo del diseño de políticas públicas de la viabilidad de implementar nuevas intervenciones en desarrollo infantil temprano a un costo relativamente bajo.
Entrega a domicilio de servicios combinados de nutrición y estimulación en Jamaica
Un enfoque de servicios combinados se basa en los hallazgos de un estudio longitudinal realizado en Jamaica, según el cual se optó por suministrar a niños desnutridos de 9 a 24 meses de edad un 1 kilogramo de leche semanalmente durante 2 años, o por promover su estimulación mediante visitas al hogar semanales realizadas por trabajadores comunitarios, o ambas cosas.
Mientras que las observaciones iniciales encontraron beneficios adicionales de la estimulación y la suplementación alimentaria en el desarrollo cognitivo, el impacto de esta última ya no era aparente una vez que los niños llegaban a la adolescencia. Veinte años más tarde, los que participaron en el programa mostraron haber tenido un salario un 25% superior, lo que se atribuyó a las intervenciones de estimulación.
La estimulación redujo la brecha de desarrollo cognitivo entre los niños que estaban malnutridos y aquellos que no lo estaban. En contraste, el suplemento nutricional no lo hizo. La intervención fue relativamente costosa, en parte debido a la necesidad de realizar visitas regulares al hogar durante un periodo extenso.
Además, estuvo dirigida a niños que estaban inicialmente malnutridos.
Esa población objetivo puede producir retornos económicos más altos en relación con las intervenciones menos focalizadas. Incluso si los costos por beneficiario se incrementan, queda abierta la pregunta de si los beneficios aumentan tan o más rápidamente. Sin embargo, el costo general no es necesariamente viable para poblaciones en las cuales una gran parte de los niños están raquíticos o cuando un clima de emergencia financiera coloca en riesgo a una parte sustancial de la población.
Los programas que están bien estudiados, tal como el ejemplo de Jamaica, han demostrado mejorías entre los niños que reciben visitas al hogar frecuentemente durante varios meses. Aunque esas intervenciones probablemente rinden atractivas tasas de costo-beneficio, especialmente a largo plazo, este enfoque podría ser más manejable en términos de capacidad cuando el número de los niños en riesgo, y en consecuencia los costos generales del programa, es relativamente pequeño.
Se necesita más evidencia sobre la eficacia de otros modelos de prestación que puedan llegar a un mayor número de niños en riesgo utilizando servicios e infraestructura existentes allá donde sea posible. Recientemente el programa “Lady Health Worker” de Pakistán llevó a cabo un experimento que podría reflejar ese modelo.
Este programa ofreció servicios de nutrición y estimulación mediante visitas al hogar mensuales (en lugar de semanales), complementadas con grupos mensuales. Incluso con una frecuencia menor de estas visitas, los resultados de las investigaciones recientes demuestra que el programa ayudó a prevenir retrasos en el desarrollo cognitivo de los niños. Y si bien ambas intervenciones fueron positivas para el desarrollo de los niños, fueron mayores y más integrales los beneficios de la estimulación. En efecto, los niños que recibieron tanto nutrición como estimulación mediante el programa, tuvieron beneficios algo menores que aquellos que recibieron únicamente el componente de estimulación.
La oferta de servicios combinados en los centros de salud del Caribe
Otra posibilidad implica combinar la crianza con visitas de rutina a los centros de atención primaria de salud. Además, esta intervención no requiere personal clínico adicional ni un aumento del número de visitas por parte de las familias a los centros de salud.
En un programa piloto en tres países caribeños (Jamaica, Antigua y Santa Lucía) se reprodujeron videos en los que se mostraba a madres practicando pautas de crianza y se capacitó a trabajadores de salud para hacer una demostración de actividades y ayudar a las madres en la crianza. También, las enfermeras de los dispensarios distribuían tarjetas con información y materiales de juego.
Añadir esta intervención no tuvo efectos adversos en el estado de la nutrición o la inmunización de los niños. El tamaño del efecto del programa fue comparable al de algunos programas de visitas al hogar, pero menor que el programa jamaicano de visitas semanales. El costo anual por niño como usuario de esta prueba en la que se integraban los servicios fue sustancialmente más bajo que el del programa de visitas al hogar, principalmente al ahorrarse las remuneraciones de los visitadores al hogar.
El impacto que estos videos tuvieron en los padres que ya visitaban los centros de salud demuestra el potencial de la tecnología para brindar información crucial a escala, particularmente dado el gran número de niños que nacerán en los países de bajos y medianos ingresos en los próximos 30 años. Sin embargo, es importante tener presente que no simplemente se mostraron los videos, sino que su reproducción se complementó con capacitación.
Entonces, ¿cuál es el resultado de combinar servicios?
Dado que los diferentes programas tienen diferentes impactos que dependen del cronograma de la intervención y el tipo de entrega, es importante entender el modo en que los programas interactúan a fin de saber si combinar servicios incrementa o reduce costos.
Por ejemplo, implementar intervenciones de desparasitación y nutrición al mismo tiempo no incrementaría los costos laborales generales, haciendo que la combinación parezca eficiente. No obstante, esto es menos probable en el caso de combinar servicios de desarrollo infantil temprano y nutrición ahí donde predominan los costos de personal.
Hay también gastos obvios de coordinación entre los distintos ministerios involucrados en la entrega de estos servicios, que podrían reducir la eficacia. Más aún, si bien combinar los servicios generalmente no crea interferencia entre los diferentes componentes, no siempre es el caso. A veces, suministrar estos servicios conjuntamente pueden dar lugar a resultados negativos debido a un “exceso de información”. Esto se ha observado, por ejemplo, en un ensayo de alimentación sensible a las necesidades de los niños en la India.
Hay algunas consideraciones clave en torno a la combinación de servicios. Es crucial pensar en los que habrá que proveer conjuntamente y quiénes se beneficiaran de ellos para determinar si es más apropiado un enfoque universal para la entrega o uno diseñado para subpoblaciones específicas.
Antes de su combinación, es importante considerar si la infraestructura y los recursos se verán sobrecargados a fin de prevenir un impacto negativo en los servicios existentes. El programa caribeño descrito fue exitoso, en parte porque existe una infraestructura de atención primaria sólida en los países en que se implementó, que quizá puede no existir en otros lugares. Al mismo tiempo, cualquier servicio nuevo debería considerarse como una responsabilidad del que ya existe y no simplemente como uno complementario.
Existen varios enfoques prometedores para promover el crecimiento infantil y un cuidado integral e integrado. Puesto que los programas de desarrollo infantil temprano tienen beneficios a largo plazo, las investigaciones futuras deberían centrarse en entender mejor los costos y los beneficios de los diferentes programas, de modo que los gobiernos tendrían la capacidad de encontrar estrategias que puedan ser aplicadas a escala.
¿Crees que los servicios combinados son una buena vía de reducción de costos? ¿Conoces algún caso en tu país en el que varios servicios de desarrollo infantil o nutrición se suministren de manera conjunta? Cuéntanoslo escribiendo un comentario en nuestro blog o haciéndonos una mención en twitter a @BIDgente.
Este artículo forma parte de una serie sobre costos publicada originalmente en inglés por Brookings. Otros artículos:
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Harold Alderman es Investigador Senior en el Instituto de Investigación Internacional de Políticas Alimentarias, en inglés International Food Policy Research Institute (IFPRI).
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