Resultados iniciales de un programa parental innovador en Jamaica mostraron beneficios sobre el desarrollo cognitivo de los niños y sobre las actitudes de los padres con respecto al cuidado infantil. Sin embargo, evaluaciones en años posteriores, demostraron que los efectos habían desaparecido. En el Día Mundial de la Salud presentamos una intervención de desarrollo infantil incorporado al sector de la salud y sus resultados de corto y mediano plazo, y las lecciones y preguntas que nos deja sobre los programas de este tipo.
La expectativa se notaba en los rostros de Abisai y Jameca. Hace 3 meses se han convertido en padres de Jena, una risueña niña jamaiquina. Antes de cada visita al médico, los flamantes padres piensan preguntas y dudas para compartir con la enfermera o la pediatra. Ambos, como todos los padres, quieren lo mejor para su pequeña niña.
Esta consulta es diferente porque en la sala de espera, Abisai y Jameca han conocido a Victoria, una agente comunitaria del sistema de salud de Jamaica. Mientras esperan ser atendidos para el chequeo rutinario de Jena, Victoria les ha mostrado un video de padres realizando actividades con sus hijos que estimulan su desarrollo y ha conversado con ellos sobre lo visto y practicado en el video. Hasta los 18 meses de Jena, tendrán en total 5 encuentros de este tipo.
Abisai y Jameca fueron parte de un programa innovador en el Caribe, que buscó beneficiar a los niños y sus padres aprovechando el tiempo que pasan en los centros de salud esperando ser atendidos. En este proyecto, los agentes comunitarios de salud les enseñan prácticas de crianza deseables, como conversar con los niños, usar la hora del baño para aprender o leer un libro. La intervención incluyó la reproducción de videos cortos y la demostración de actividades en los mismos centros médicos. También se entregó a las familias materiales para llevar a la casa (cartas con mensajes sencillos e imágenes reforzando los temas tratados, un libro de imágenes, y rompecabezas).
Una intervención de este tipo, integrada al sector de la salud, puede facilitar su escalabilidad frente a otro tipo de programas parentales como aquellos basados en las visitas domiciliarias o en centros comunitarios.
¿Cuáles fueron los resultados?
La evaluación de corto plazo (cuando los niños tenían 18 meses) encontró efectos positivos sobre el desarrollo cognitivo del niño y el conocimiento y actitudes de los padres sobre el cuidado y la crianza. Sin embargo, no se encontró ningún efecto sobre la calidad del ambiente en el hogar. En la evaluación de mediano plazo, cuando los niños tenían 6 años, estos efectos desaparecieron.
Hasta donde sabemos, esta es la primera evaluación de mediano plazo de un programa en países de ingresos bajos y medios de desarrollo infantil integrado al sistema de salud entregado durante las visitas al centro de salud.
Una posible explicación para este resultado es el hecho de que en las sesiones participaban todos los padres que estuvieran en la sala de espera (independientemente de si estaban en el programa o no) lo que resultó en grandes grupos de 37 personas en promedio, y pudo haber afectado negativamente la participación individual. Otra variable que consideramos fue la edad en la que terminó la intervención, siendo el último contacto a los 18 meses del niño, cuando otras intervenciones similares culminan a los 24 meses.
Lecciones de la intervención
Los resultados del programa jamaiquino sugieren que es fundamental lograr que intervenciones de este tipo tengan un impacto sobre el ambiente para mantener los efectos una vez terminado el contacto con las familias. Nuestros resultados junto con los de intervenciones similares en Estados Unidos indicaría que es importante mantener contacto con los padres después de los 18 meses, incluso, hasta los 4.5 y 5.5 años de edad.
Esto supone retos adicionales, sobre todo el hecho de escalar este tipo de intervenciones, dado el bajo número de contactos en centros de salud después de los 12 meses de edad, ya que los calendarios de vacunación y de control del niño sano se espacian a partir de los 24 meses.
Sabemos que el cerebro de los niños se desarrolla en los primeros 5 años más que en cualquier otra etapa de la vida. Este estudio nos ayuda a encontrar nuevos caminos en las intervenciones de desarrollo infantil para potenciar todas las habilidades de los más pequeños. Para acceder al estudio (en inglés) y aprender más de esta intervención y debate puedes hacer clic aquí.
¿Conoces los resultados de otras intervenciones de este tipo? ¿Sabes cómo se ha escalado este tipo de intervenciones efectivamente dentro del sector de la salud? Déjanos un comentario abajo o menciona en Twitter a @BIDgente.
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