© Blog Primeros Pasos de la División de Protección Social y Salud del BID
por Jane Leer
En Costa Rica el 32% de las niñas son víctimas de abusos sexuales cuando son pequeñas; en Chile hasta el 25% de los niños experimentan maltrato físico severo a una edad temprana y, en Colombia, el 42% de las madres informan que pegan y golpean a sus hijos para disciplinarlos. En una submuestra de hogares urbanos en Nicaragua, 16% de los niños de menos de cuatro años de edad viven con alguien que consume drogas o alcohol. Muchos niños son también testigos de la violencia de género perpetrada contra sus madres. Estas cifras, por no mencionar otros traumas engendrados por la pobreza como el hambre, las condiciones de vida precarias y desplazamiento, sugerirían que muchos niños en América Latina y el Caribe podrían beneficiarse por programas de educación preescolar que se especializan en traumas, pero ¿cuáles son las opciones?
El New York Times publicó recientemente un artículo sobre Head Start Trauma Smart (HSTS) (link en inglés), un modelo de educación temprana diseñado por el Crittenton Children’s Center (link en inglés) en Kansas City, Misuri, que promueve ambientes de aprendizaje preparados para los traumas en las comunidades de Head Start. En base a un marco de intervención basada en evidencia (link en inglés), HSTS ofrece formación para que los cuidadores de niños entiendan cómo afecta el trauma al cerebro en desarrollo y las prepara para poder ayudar a los niños que han experimentado traumas a identificar y controlar sus emociones, formar relaciones sanas y prosperar en el aula. El modelo HSTS inmediatamente llamó mi atención por su aplicabilidad en los programas de la primera infancia en América Latina y el Caribe. De hecho, diría que los programas de primera infancia en todas partes deben formar a las comunidades para apoyar a niños que han experimentado traumas, especialmente aquellos que prestan sus servicios a las familias más vulnerables.
En los EE. UU., 40% de los niños menores de 3 años que viven en situación de pobreza (link en inglés) sufren por lo menos un evento traumático –el arresto de los padres o encarcelamiento, abuso de drogas y alcohol en el hogar, la muerte de un ser querido, desamparo o abuso físico y emocional, por nombrar algunos. Este porcentaje es aún mayor entre las familias pobres, ya que las tensiones de la pobreza pueden limitar la capacidad de las personas que atienden a los niños para velar por el bienestar mental, emocional y físico de los pequeños. A su vez, los niños que han sufrido estrés postraumático son mucho más propensos a tener problemas graves de conducta en la escuela. Esto es porque el trauma afecta la capacidad del niño para identificar, expresar y regular las emociones; formar relaciones con sus compañeros y cuidadores y satisfacer las normas de desarrollo apropiadas para su edad. Como resultado, el riesgo de abuso de drogas y alcohol, depresión, comportamientos sexuales de riesgo e incluso obesidad, es de dos a cuatro veces mayor entre los niños que experimentan múltiples eventos traumáticos (link en inglés).
Entonces, ¿hay algo positivo para los niños con trauma?
Los educadores, psicólogos e investigadores han identificado maneras relativamente simples de permitir el desarrollo socioemocional sano para los niños pequeños que han experimentado un trauma. El programa HSTS es un ejemplo. El modelo HSTS no solamente es eficaz, sino también tiene el potencial para aplicarse en programas de desarrollo infantil existentes en países con recursos limitados. Los maestros y los padres no tienen que convertirse en terapeutas capacitados profesionalmente para apoyar a niños que han experimentado traumas, ni la intervención requiere que los niños sean internados en un entorno clínico. Por el contrario, el modelo HSTS se incorpora en centros que prestan servicios a grupos posiblemente grandes de niños, tanto aquellos que han experimentado traumas como aquellos que no. Todos los adultos del centro –maestros, padres, conductores de autobuses, personal de cocina, secretarios y administradores– reciben una formación que les ayuda a comprender cómo el trauma afecta al cerebro y cómo entender y responder a los mensajes que los niños transmiten a través de su comportamiento. Los ejemplos incluyen reemplazar los castigos o reprimendas por la oportunidad de sentarse en un “espacio seguro” o en una “esquina tranquila”, validando las emociones de los niños y ayudándoles a resolver el problema (“yo también me pondría como loco si alguien me quitara mi juguete”), y ofreciendo a los niños la “estrella relajante” u otro dispositivo de distensión diseñado para ayudarles a relajarse.
Recientemente han comenzado a implementar el modelo HSTS en los programas de Head Start en Estados Unidos y los resultados iniciales son alentadores. Los programas que han implementado el modelo HSTS han visto mejoras notables en las medidas tomadas en el aula (link en inglés), e incluso obtuvieron puntuaciones mayores en relación con la media nacional en algunos aspectos. Las entrevistas con padres y maestros sugieren que el programa ayuda a los niños a ser menos agresivos, desarrollar mejores hábitos de sueño y mejorar sus relaciones; mientras que los padres y maestros informan sentirse menos estresados y más capaces de responder positivamente a los arranques de los niños. El programa beneficia a todos los niños, ya que el comportamiento disruptivo disminuye y los educadores pasan menos tiempo enfocados en la disciplina y más tiempo enseñando.
¿Cómo podría aplicarse el modelo HSTS en tu comunidad? ¿Sabes de algún programa en América Latina que ayuda a los cuidadores a promover ambientes de aprendizaje basados en trauma?
Jane Leer trabaja como consultora del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, D.C., donde apoya proyectos de desarrollo de la juventud y de la primera infancia.
juan Carlos Torres dice
En El Salvador algunos trabajamos en comunidades de alto riesgo, la concreción de los diferentes tipos de violencia y la acomulación de muchos factores de riesgo hacen que los niños, las niñas y los jóvenes en los recreos jueguen a dispararse. De la misma manera, los centros escolares agotan las diferentes medidas disciplinarias para controlar este fenómeno, si podemos desarrollar un modelo preventivo para mi país yo me anoto!!!!
Mariantonia dice
En Guatemala, Guatemala, los abusos/ violencia en contra de la niñez, son el pan de cada día, teniedo como consecuencia la proliferación de la delincuencia, esto debido a que los encargados de los niños y niñas los han descuidado y no les han dado el tratamiento psicosocial en su debida oportunidad.
Gladys Flores-Ayala dice
La sociedad Salvadoreña se ha beneficiado de los avances en tecnología, economía, justicia social y derechos humanos. Sin embargo, estos eventos contemporáneos parecen ser incapaces de asegurar que l@s niñ@s crezcan en entornos seguros, predecibles, y enriquecidos con relaciones humanas saludables. De acuerdo con mi experiencia trabajando con niños y niñas con problemas de aprendizaje y comportamiento cientos de miles de niñ@s en todo El Salvador están siendo aterrorizad@s, abusad@s, descuidad@s o maltratad@s de alguna manera. Los niños están creciendo literalmente en caos, amenazas, estrés traumático, abuso y negligencia. Estas experiencias negativas causan un deterioro permanente en la funciones del cerebro en desarrollo, generando en l@s niñ@s diversos problemas emocionales, conductuales, cognitivos, sociales y físicos. Para los padres, personal de las escuelas, personal clérigo, profesionales en las Ciencias del comportamiento, salud, seguridad y Justicia, el cuidado de est@s niñ@s se vuelve insoportablemente difícil y un desafío de enormes proporciones. Las personas en general expresan que es muy difícil sentir empatía o consideración por est@s niñ@s que traen un detrimento emocional a sus familias. Asimismo, la mayoría de l@s niñ@s que tienen problemas relacionados al trauma infantil complejo puede sentir como si ya no encajan en ningún lugar porque el resentimiento, la tristeza, miedo u odio les genera el deseo de huir.
Padres y madres cuya propia experiencia de privación o daño no ha sido resuelto pueden actuar perjudicialmente dentro del contexto de la relación con sus propi@s hij@s. Las secuelas del trauma complejo infantil y la conexión emocional insegura han continuado pasando a través de generaciones porque siguen sin procesar y sin resolver. Garantizando de esta manera que las complicaciones psicosociales se hereden a las próximas generaciones.
Gladys Flores-Ayala dice
Yo soy la fundadora de INCODEP, Instituto de Investigacion Intervencion y Consultoria del Desarrollo Psicosocial. INCODEP SE CONCENTRA EN:
LAS EXPERIENCIAS ADVERSAS EN LA EDAD TEMPRANA: sus efectos en el desarrollo del comportamiento humano y la dinámica de las relaciones interpersonales.
LA INVESTIGACION SOCIAL: Actualmente somos pioneros en El Salvador en el estudio empírico y análisis de los diversos estudios acreditados; con el objetivo de proyectar conclusiones cualitativas y cuantitativas acerca: —La Pandemia Invisibilizada—trauma infantil y el vórtice de violencia—la estimulación sensorial en la edad temprana y la formación del vínculo emocional en el desarrollo psicosocial. -La Epidemia Silenciada de Salud Pública: El impacto de la contaminación acústica en la salud física, psicológica y social.
El pensamiento de esta organización es que para entender el vórtice de violencia social necesitamos conocer el desarrollo de niños y niñas. Por esta razón la dialéctica de la intervención psicosocial de este programa está enfocada hacia la identificación, análisis y entendimiento de las experiencias en la edad temprana, las secuelas del trauma complejo infantil y los diversos factores, dentro de la estructura formativa de nuestra sociedad, que suscitan la predisposición personal hacia la violencia. Así como también, los efectos de la contaminación acústica en la salud física, psicológica y social. La amplia investigación social que hemos realizado nos indica que la realidad en nuestra sociedad, hoy en día, es el resultado de las experiencias extremas que un incalculable número de niñ@s sufre diariamente desde su gestación y en la adolescencia y adultez, las secuelas que se derivan moldean barreras emocionales que, gradualmente, limitan el funcionamiento de la persona y su relación con su entorno.
Les invitamos a visitar nuestro sitio web: http://www.incodepelsalvador.org